Después del Covid-19, nada será igual | Emilio Borrega
Después del Covid-19, nada será igual
EMILIO BORREGA
Es viernes. Hoy es el primer día de la primavera. Llueve en la calle y no se escucha mas ruido que el caer relajante del agua. Todo es tranquilidad.
Desde la ventana veo a lo lejos dos lugares emblemáticos para la ciudad en la que vivo, Cáceres. Uno es la ermita de la Virgen de la Montaña, el otro es el Hospital “San Pedro de Alcántara”. La afortunada vista alcanza también a poder ver la Ciudad Deportiva, el Complejo Cultural “San Francisco” y la sierra de La Mosca. Pero no hay evento o actividad alguna de deporte, ocio o cultura. Lamentablemente, se han convertido desde hace muy pocos días en lujos que, por circunstancias, no me puedo permitir.
Es viernes; hoy es el primer día de la primavera; llueve en la calle y no se escucha más ruido que el relajante caer del agua; todo es tranquilidad"
Hay momentos, más de los que quisiera, en que dejo fija la mirada en la ermita de la Virgen de la Montaña. Inconscientemente le pido que nos aguarde, que nos proteja y que esté vigilante a todo lo que sucede en estos días en su ciudad, en nuestra ciudad, en toda la provincia de Cáceres y también en Extremadura, en España entera y en gran parte del mundo.
Sé que ella, en su templo, también está confinada en cuarentena. Este año es, por ello, más triste. No podrá bajar desde su ermita para estar entre nosotros. No podrá ser recibida por sus vecinos cacereños en Fuente Concejo ni visitada cada tarde por todos en Santa María ni podremos hacer esas largas colas para poder besar su manto. Lo sabe y lo entiende.
En ocasiones, las muchas que dan las largas horas en casa, observo el gran edificio del Hospital ‘San Pedro de Alcántara’, del que solo alcanzo a ver su fachada, sus ventanas iluminadas, el humo que asciende desde una chimenea. Sé que hay ahí dentro una gran actividad y se mueven muchas emociones. Se que ahí, ‘está la guerra’.
Ahí, tan cerca de mi, están nuestros héroes luchando para librarnos de un virus de nombre Covid-19 y devolvernos la libertad arrebatada. Están en desigual pelea contra un enemigo invisible y exponiéndose personalmente en esa lucha. No son militares. Son médicos, enfermeros y muy diverso personal sanitario. Esta guerra no es militar. Es biológica, es sanitaria.
Sin embargo, combaten. Lo hacen como pueden, como saben, como les dejan. Lo hacen pese a las carencias de medios, pese a la falta de protecciones, pese al cansancio y al miedo, que también tienen. Por eso, desde mi balcón, como el resto de españoles desde el suyo o desde las ventanas, cada día, a las ocho de la tarde, tienen mi aplauso y el de mi familia, y mi toque fuerte y emotivo de campano. Se lo merecen. Están ahí.
Esta crisis del coronavirus ha obligado a todo un país a meterse en sus casas. Este confinamiento facilitará que ahora las familias estén todavía más unidas. Hablarán más, harán más cosas juntos, convivirán más. Este “Gran Hermano” que estamos viviendo nos ha frenado en seco. Nuestra acelerada vida de trabajo, nuestras prioridades superfluas, nuestros cabreos innecesarios, nuestras ambiciones y nuestras rencillas. Todo eso, pero también todo lo bueno y admirable, se ha visto frenado. Han quedado inmóviles en el espacio.
Son médicos, enfermeros y diverso personal también sanitario; esta 'guerra' no es militar, es sanitaria, es biológica"
Por eso desde mi balcón, como el resto de españoles desde los suyos, cada día, a las ocho de la tarde, les aplaudo"
Estamos solos y estamos aislados en nuestros domicilios. La mayoría lo estamos, afortunadamente, con aquellos que más queremos. Aprovechemos este tiempo, estos días, para reflexionar y sacar lo mejor de cada uno de nosotros y ojalá, nunca más, esto vuelva a pasar.
>“Mal de muchos”, sí, porque, aunque aislados, no estamos solos. Sabemos que todos estamos igual: confinados en casa, luchando silenciosamente contra un virus. Lo estamos en pueblos pequeños y en grandes ciudades.
Lo hacemos de manera paciente, hablando con los vecinos con la distancia de las ventanas, viendo televisión y escuchando en la radio cómo se suceden los acontecimientos. De vez en cuando recibimos mensajes graciosos que te arrancan una sonrisa. Hablamos por teléfono con familiares y amigos para saber de ellos y de su particular encierro. Estamos pendientes de nuestras redes sociales para estar o sentirnos más unidos. Aunque aislados, no estamos solos.
“Esto pasará”. Sí, Pedro Sánchez, esto pasará. Pero cuando se levante este inusual “toque de queda”; cuando volvamos a recuperar nuestros derechos secuestrados por el Estado de Alarma; cuando las calles se llenen otra vez de gente, de ruido, de vida; cuando hablemos todos en persona, cara a cara y no de manera virtual ni telemática; cuando analicemos todo esto, nada será como tú piensas. Porque nada será igual.
Nada será igual. Porque en todo este tiempo en el que estamos siendo testigos desde nuestros balcones, habremos visto y pensado en nuestras prioridades, en lo que de verdad importa. No en lo banal, lo vacío y lo gris; no en la división y en el odio que utilizaste y que te sirvieron para llegar a ser Presidente del Gobierno. No. En eso, no.
Pensaremos y valoraremos más a los buenos políticos que nos dicen la verdad, por dura que esta sea. Estaremos más unidos y dejaremos a un lado todo lo que nos divide y que tú y tus socios os empeñáis en alentar.
Sí, Pedro Sánchez. Nada será igual. No estás legitimado para liderar este nuevo tiempo. Has metido a los españoles en las cavernas porque querías dividirnos y separarnos. Vamos a salir de ellas. Lo haremos más unidos que nunca, orgullosos de la hazaña que entre todos vamos a alcanzar y que todos escribimos de manera épica. Pese a ti. Estamos viviendo una parte importante de la Historia. De la Historia con mayúsculas. España es un gran país y los españoles somos gente de bien. No lo olvides nunca. Ahí es “la guerra” y en otros muchos, muchos, hospitales.
Emilio Borrega