Hombres de Estado | Emilio Borrega
Hombres de Estado
EMILIO BORREGA
Hombres de Estado, esos señores que ya no existen; esos que anteponían los intereses del país, del conjunto de los ciudadanos, a sus intereses personales y a los intereses de su partido. Esos hombres que soñaban con un mundo mejor, con una sociedad mejor. Hombres, y mujeres, que dedicaban su vida pública al servicio ajeno. Llegó la nueva política y desaparecieron los hombres de Estado.
España lleva meses, yo diría años, viviendo una situación inconsciente, a la vez que imprudente y nada corriente. Los españoles somos llamados a urnas para dibujar el color parlamentario de ese templo de la palabra y del orden constitucional que es el Congreso de los Diputados. Y lo hacemos. Votamos y depositamos nuestras esperanzas e ilusiones en forma de voto, para que los representantes políticos hagan lo que tienen que hacer: política.
Protegemos al lince ibérico, al quebrantahuesos, al oso pardo, incluso al burro; pero al Hombre de Estado lo hemos dejado desapareces. Ya no existe"
Pero no, no hacen política. Juegan con la política. Hace tan solo dos o tres legislaturas, en España, el día de las elecciones votabas, esperabas los resultados, los digerías con intriga y, finalmente, una vez escrutado el 100% de los votos, te marchabas a la cama porque el lunes se madrugaba. Pero ya sabías quién era tu Presidente del Gobierno. El bipartidismo tenía estas cosas. Esas cosas que hoy resultan extrañas.
Hoy, no. Hoy, una vez que has votado, esperas impaciente el resultado y, ya escrutado, te marchas a la cama consciente de que te esperan meses, largos meses de negociación entre partidos, con no sabemos qué intereses en ellas.
Posiblemente eres sabedor de que tu voto puede acabar en un extremo indeseado o de que te pueden hacer pasar por las urnas nuevamente. Por supuesto que, ni de cerca saber quién podrá ser tu presidente de Gobierno ni mucho menos, sus socios. El multipartidismo, la mal llamada ‘nueva política’, tiene estas cosas.
Y en medio de esta mal llamada nueva política, hemos dejado que se extingan los Hombres de Estado. Protegemos al lince ibérico, al quebrantahuesos, al oso pardo, incluso protegemos al burro; pero al Hombre de Estado lo hemos dejado desaparecer. Ya no hay.
El juego de las sillas al que hoy nos tienen sometidos los partidos políticos y los intereses de sus líderes, hacen que se olvide lo principal de la política, que es la acción política.
Legislar para mejorar, cambiar las cosas para adaptarlas a los nuevos tiempos; afrontar retos, tomar decisiones en pro de la ciudadanía; anteponer los intereses del país, visionar el futuro y prepararnos para ello. Debatir esto y mucho más en el Parlamento debería ser la acción política diaria.
El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones"
Winston Churchill
Esto no va de nueva política, va de buena política. Y esa no tiene, a día de hoy, dirigentes capaces de hacerla posible. La mal llamada nueva política va de coger sillas. A izquierda y/o derecha, da igual. La ideología se ha perdido.
Esto va de negociaciones permanentes hasta altas horas de la madrugada; va de “quítate tú, que me ponga yo”; va de oscuros pactos que nadie conoce; de parálisis institucional durante meses, incluso años. Esta política va de ocultar nuestra incapacidad de afrontar los retos del futuro, bajo la anestesia social a la que nos someten cada día los políticos, en este “Sálvame” en el que hemos convertido con la nueva política, nuestro sistema democrático y de derecho.
Emilio Borrega.