José Enrique Pardo, Director de COPE Extremadura
José Enrique Pardo, director de COPE Extremadura
ENTREVISTA DE ALBERTO ASTORGA
Las raíces de cada persona arrancan en su casa, en su familia, en su colegio, ¿qué recuerdos tienes de aquella infancia? ¿qué valores se vivían en tu familia?
Siempre cuento que la ‘banda sonora’ de mi primera infancia es la retahíla del rosario que mis abuelos rezaban todas las noches en la habitación contigua a la que compartíamos mi hermano pequeño y yo. A los oídos de unos niños como nosotros, aquello era algo bastante aburrido que, sin embargo, nos hacía sentirnos tremendamente protegidos.
¿A quiénes recuerdas especialmente de aquella infancia de casa y colegio? ¿qué te aportaron?
Sin duda alguna a mis abuelos maternos, porque los paternos habían fallecido recientemente en un terrible accidente de tráfico. Mis padres vivían en el campo y nosotros estábamos con los abuelos en el pueblo para poder ir a la escuela. Eran gente sencilla y buena. De muy buen corazón. En aquella casa vivían también otros primos y el ambiente era muy familiar; mi abuela era dulce y cariñosa y mi abuelo mucho más serio. Se ponía nervioso con tantos niños en casa jugando sin parar y, sin embargo, no soy capaz de recordar ni una sola regañina o enfado suyo que no me hiciera bien y que no estuviese motivado por el cariño más paternal hacia nosotros.
También recuerdo, de aquellos primeros años de escuela en el pueblo, a profesores buenos e inolvidables amigos de la calle con los que jugaba sin parar.
Nací hace ya 48 años en un precioso pueblo del sur de Extremadura, pegado a la frontera con Portugal. Pueblo en el que, según alguna teoría no confirmada aun, podría haber nacido Cristobal Colón, pero en el que con toda seguridad nacieron, entre otros muchos, el afamado pintor Timoteo Pérez Rubio y San Rafaelito, el santo de los pobres.
También lo hicieron mis abuelos paternos y maternos y, por supuesto, mis padres a los que no solo debo la vida sino haberme dejado en herencia una familia de gente buena, honrada y muy trabajadora.
Los recuerdos de mi infancia son los juegos interminables por las calles y por el inmenso bosque verde de encinas y alcornoques que siempre llevo en mis ojos.
Desde pequeño quise ser periodista y es lo que soy. Pero ya no sueño con ser corresponsal y contar aventuras desde países lejanos. Mi pasión por Extremadura me lo ha impedido porque, como dirían los conquistadores de América, El Dorado estaba y está aquí.
Quiero a esta tierra con todas mis fuerzas y me gustaría verla progresar como se merecen su historia y, sobre todo, sus gentes buenas y trabajadoras. Hace mucho tiempo sembré árboles y se que he vivido mucho por todas las primaveras en las que he visto en ellos nidos de jilgueros y mirlos.
Ojala pudiera algún día descansar bajo la sombra de esas mismas ramas, leyendo libros y recordando todo lo bueno de esta tierra que he visto, oído, olido, tocado y saboreado.
Es sus ríos he pescado barbos enormes que doblaron mi caña; en sus caminos he besado el polvo y el barro y, entre vacas rojas y cochinos grises, he cogido setas, espárragos y flores. Sentado sobre sus ruinas he visto teatro, he oído rock&rolly he sentido la misma brisa caliente que debieron sentir otros hombres y mujeres que estuvieron aquí mismo hace miles de años.
Y aunque en su cielo limpio he visto las estrellas como en ningún otro sitio del mundo, me quedo con la lección de vida que me ha dado la gente sabia de sus pueblos.
¿Viene el periodismo de aquella época?
En realidad yo siempre quise ser periodista. Desde muy pequeño. Después tuve dudas y momentos en los que me alejé de esa vocación y soñaba con ser aviador o naturalista, como Félix Rodríguez de la Fuente. Tenía una gran imaginación, pero siempre quise ser periodista: me gustaba mucho escribir y, curiosamente, también contar cosas, aunque era tremendamente tímido.
Recuerdo perfectamente un pequeño ‘semanario’ que hacía con mis amigos en la calle donde vivíamos cuando solo tenía diez años y en el que contábamos las cosas de las que nos íbamos enterando durante la semana. Se llamaba ‘La Lleca’. Hacíamos varias copias en papel ‘de calca’ y las dejábamos en cada casa. Después, en el internado, durante las horas de estudio, ocultaba entre las manos un pequeño auricular para poder oír la radio e iba contando a mis compañeros cómo iba el Madrid ‘de Santillana y Juanito’ en aquellos inolvidables partidos de la Copa de Europa.
Desde entonces has tenido un intenso recorrido en prensa escrita, radio y televisión, ¿qué es el periodismo para ti? ¿qué utilidad tiene hoy?
Sí. Desde que me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, solo tuve un año de paro sin encontrar nada. Colaboraba en la radio local de Barcarrota y, de repente, tuve mucha suerte y me surgió la oportunidad de empezar en la COPE y demostrar toda mi ilusión y ganas de aprender que llevaba dentro. Y ya fue un ‘no parar’, llegando a compaginar mi trabajo diario en la radio, como responsable de informativos regionales, con colaboraciones en la Agencia Colpisa, el diario ABC, Popular TV y empresas de comunicación empresarial para las que hacía guiones y hasta discursos por encargo. Era un ritmo frenético en el que mi pasión por el periodismo me impedía ver mucho más allá.
Ahora puedo reflexionar más sobre esta profesión y, sinceramente, creo que el periodismo es la solución a muchas de las inquietudes que tiene la sociedad actual, pero también el problema. Intentamos influir demasiado en cuestiones políticas y económicas de ‘corto plazo’ cuando, a mi juicio, el periodismo, además de garantizar el derecho a la información contando la realidad, debe ser un instrumento pedagógico en favor del bien común y de valores como la paz, el diálogo, la solidaridad, la igualdad, la libertad.
La prensa como 'cuarto poder' es una metáfora conocida y fortalecida por la aparición de la radio y la televisión. ¿Qué hay de verdad en ello cuando debe co-existir con grandes medios de comunicación, Internet, redes sociales y opiniones e informaciones en cualquier soporte?
El ‘cuarto poder’ no es la prensa, ni la radio, ni la televisión. Tampoco Internet. Es la comunicación. La comunicación es el signo de nuestro tiempo y uno de los requisitos imprescindibles para sobrevivir en el nuevo mundo al que nos encaminamos.
¿Qué valores y habilidades debe tener un buen periodista? ¿cuáles resaltas en ti?
El valor principal es la honestidad y la valentía. Un buen periodista debe tener la suficiente firmeza como para contar aquellas cosas que suceden a su alrededor, aunque no le gusten, no las comparta e incluso le perjudiquen.
Contar, por ejemplo, que un político ha sido detenido acusado de corrupción, aunque sea del partido al que votas; contar que no ha sido penalti la jugada que ha hecho ganar a tu equipo de futbol o que hay una manifestación en la puerta del banco que dirige tu padre. Después serán los jueces los que digan si el político es culpable o no y, seguramente tu padre no tendrá la culpa de la estafa que provocó aquella manifestación frente a su banco, pero tu responsabilidad es contar lo que ha sucedido sin atender a quién o a quiénes beneficia o perjudica.
Cumplir esa premisa es muy difícil pero yo creo que es una de las claves que garantiza el derecho a la libertad de información de los ciudadanos y la pluralidad informativa de una región o un país.
El periodismo, además de garantizar el derecho a la información, contando la realidad, debe ser un instrumento pedagógico en favor del bien común y valores como la paz, el diálogo, la solidaridad, la igualdad y la libertad"
¿Qué valores honras en tu actividad profesional? ¿en qué medida el medio donde trabajas te limita o potencia esos valores? ¿cómo los potencias en tu equipo?
Si te refieres a los valores personales que esta profesión me aporta, yo creo que son muchos. Esta profesión te permite llevar a la práctica muchos de los preceptos del humanismo cristiano en los que yo creo, con el objetivo de construir un mundo cada vez mejor. Somos una profesión de servicio público y son muchas las cosas que podemos hacer -y de hecho hacemos-, para mejorar la sociedad, informando, entreteniendo, divirtiendo y dando a conocer tantas y tantas cosas buenas que se hacen a diario.
A veces tenemos la sensación de que los periodistas solo contamos malas noticias y que siempre estamos hablando de política -bueno, esto último habría que analizarlo con más tiempo-, pero también es cierto, y sobre todo en la radio, que contamos cosas muy interesantes para la mayoría de la gente, como opiniones de expertos en mil y un temas, información cada vez más completa sobre el tiempo y el tráfico, entrevistas de mucho nivel a gente extraordinaria, como médicos o científicos de los que tenemos que aprender, emprendedores que te cuentan sus avances, etcétera.
Creo que la radio que se está haciendo ahora mismo en España es un auténtico lujo como máster de aprendizaje humano, completamente gratis y que puedes ir asimilando mientras conduces o realizas múltiples actividades compatibles con escucharla.
¿Qué profesionales de la comunicación te sirven de guía en tu labor? ¿qué valores les resaltarías?
Son tantos que no cabrían en esta entrevista. De todos y cada uno de los profesionales de radio que escucho a diario, aprendo algo. Y así llevo muchos años: desde que iba en el coche de mi padre, oyendo la ronda de noticias y temperaturas de Radio Nacional, hasta que, hecho un jovenzuelo escuchaba la música de Cadena 100 o descubrí entusiasmado la fuerza con la que comenzaba su programa Antonio Herrero. Ahora mismo me siento orgulloso de pertenecer a la empresa que cuenta entre sus comunicadores a gente de la valía de Carlos Herrera, Ángel Expósito, Juan Pablo Colmenarejo, Paco González, Manolo Lama, Pepe Domingo Castaño, Juanma Castaño, José Luis Pérez, César Lumbreras, Cristina López Schlichting y tantos otros.
También a mis compañeros periodistas y comunicadores de COPE Extremadura, como Julia Sancho, Paco Vadillo, José Luis Lorido, José Manuel Gordillo, Fabián Vázquez, Miriam Rodríguez o Celia Lafuente, entre otros que, seguro, se me quedan en el tintero.
Creo sinceramente que el Grupo COPE está viviendo uno de sus mejores momentos, consolidándose como referente obligado de la comunicación en España. El Estudio General de Medios, EGM, lleva ya dos ‘oleadas’ consecutivas diciendo que la COPE y Cadena 100 son las emisoras de radio que más se escuchan en la región, a mucha diferencia del resto.
Los valores del humanismo cristiano son ideales para consolidar una sociedad democrática más justa e igualitaria"
¿Qué valores te gustaría que se potenciaran en la sociedad? ¿cómo puede la prensa y el periodismo de hoy ayudar a ello? ¿y tú?
A pesar del cambio de ciclo en el que estamos inmersos, estoy convencido de que los valores del humanismo cristiano, la dignidad humana, la justicia social y la ética son ideales para consolidar una sociedad democrática cada vez más justa e igualitaria. La comunicación es clave, pero no siempre potencia esos valores. En muchos casos, la comunicación es un negocio como otro cualquiera y sus promotores no tiene ningún reparo a la hora de ofrecernos solo aquellos productos a los que más dinero les van a sacar.
Ahora nos quejamos de la cantidad de jóvenes que no creen en el proyecto europeo, pero la verdad es que no hemos sabido explicarles que, a pesar de sus problemas e imperfecciones, la actual Unión Europea es el mejor de los mundos posibles.
En general, el periodismo y sobre todo la televisión, ha renunciado durante años a la pedagogía, porque no era rentable y puede que sea demasiado tarde para remediarlo.
Prensa y política es un 'tamdem' inseparable. ¿Qué habilidades crees que debe tener un buen político? ¿y qué valores?
Visto lo visto, la honradez es muy importante. También la coherencia, la humildad y una profunda vocación de servicio público. Yo creo que el nivel tan mediocre que por lo general hay en nuestra clase política es consecuencia de que, para muchos de ellos, la política no es una vocación de servicio público, sino una mera salida profesional. Así nos va.
Por lo demás, lo que más valoro de un político es que su obsesión sea la de trabajar para mejorar la vida de la gente, que sea justo y aplique el sentido común en todas sus acciones.
Los políticos que más daño hacen son aquellos que anteponen sus propios intereses al interés general y también aquellos que utilizan la política para fomentar bandos, enfrentar a ciudadanos y sacar provecho propio de ese enfrentamiento.
¿Están presentes en nuestra política nacional? ¿y en la regional? ¿qué faltaría para que estuvieran?
Da igual que la actividad pública sea nacional o regional. La mediocridad se ha instalado en el tuétano del sistema y es como un cáncer. No deberíamos resignarnos ni caer en el terrible error de acabar con el sistema para renovarlo. A mi juicio, hay mucho margen para reformarlo desde dentro, promoviendo la llegada a la vida pública de gente con verdadero talento y vocación de servicio público. Profesionales que en lugar de soñar con las prebendas del poder, sueñen con pasar a la historia por haber cambiado a mejor la vida de sus paisanos.
Estoy convencido de que en los pueblos y ciudades extremeñas hay mucha gente así en política, incluso en alcaldías. Sin embargo, algunos de los políticos mediocres que manejan los aparatos de los partidos no los dejan progresar y frustran sus aspiraciones de servicio público.
A lo largo de tu carrera, si tuvieras que elegir un momento que te enriqueció como persona, ¿cuál sería? ¿qué aprendiste?
No hay un momento concreto; son muchos. Detalles del día a día que te hacen madurar, reflexionar y cambiar de actitud. Te enriquecen mucho los errores, las ‘curas de humildad’ que te da la vida. Cuando te das cuenta, por ejemplo, de que las cosas no son siempre como tu piensas y que en las razones y formas de actuar de los demás hay muchas verdades y virtudes. No caer en los prejuicios e intentar averiguar la verdad de las cosas, escuchando todas las versiones, me ha ayudado mucho. Una de las grandes lecciones que me ha dado el periodismo que practico es la de ‘aprender a ponerme en la piel de los demás’.
Creo, sinceramente, que ya no queda nada en mí de aquel universitario ‘cabezón’ que siempre creía tener razón en las discusiones. Es más, ahora creo que en la mayoría de los casos no la tenía.
¿A qué se renuncia cuando se dirige un medio de gran audiencia? ¿qué se gana?
En mi caso renuncié a lo que más me gustaba y más satisfacciones me había dado haciéndome completamente feliz: el periodismo activo, la búsqueda y emisión de noticias radiofónicas. Ese contacto vibrante con el oyente a través de las ondas y la actualidad es como una adicción que te cuesta dejar. Pero lo dejé. Me conciencié de que había llegado el momento de hacer ese cambio en mi vida y acepté el encargo de mi empresa de pasar de la información pura y dura a la gestión. No me arrepiento; todo lo contrario. Me parece muy complicado, pero tremendamente apasionante a la vez: el mundo de la dirección de una empresa de comunicación, los recursos humanos, la programación, el departamento comercial, el mundo de la publicidad.
Cuando era responsable de los informativos regionales de COPE Extremadura ya me gustaba mucho el trabajo en equipo y lo consideraba imprescindible para llevar a buen término cualquier informativo o programa. En la gestión, esa necesidad se multiplica por diez y trabajar en equipo, ensamblando y coordinando a los integrantes de departamentos tan dispares como son el comercial, administración, informativos o programas, en un reto maravilloso.
Estoy muy orgulloso del equipo humano que me ha tocado dirigir y, aunque me gustaría que estuviesen mucho más reconocidos y mejor pagados, no tengo duda de que son el mejor equipo de profesionales que existe ahora mismo en la radio extremeña.
¿Cuál ha sido tu mayor logro personal?
Mi mayor logro personal lo intento alcanzar cada día y, aunque parece difícil, no siempre las circunstancias y las debilidades humanas me lo permiten: dormir con la conciencia tranquila, no hacer daño a nadie de forma intencionada, intentar hacer felices a las personas con las que convives y te rodean y contribuir de forma activa, con acciones, palabras y actitudes, a mejorar la sociedad.
Como les digo a mis hijos, ‘ya que no hemos tenido la gallardía de dejarlo todo y ayudar a los que no tienen nada -por ejemplo, en las misiones como, por cierto, han hecho tantos paisanos maravillosos y entregados-, qué menos que intentar hacer felices a la gente de nuestro entorno más cercano como familia, trabajo, colegio, barrio, pueblo o ciudad’.