¿Un partido solo de mujeres? | Carmen Heras

¿Un partido solo de mujeres?
CARMEN HERAS
Soy de las que cree -aunque veo improbable que suceda- que si se formase una organización, sea partido o de otro tipo, constituido solo por mujeres en pos de los derechos de estas, con líneas bien definidas y líderes experimentadas, honestas e inteligentes, mucho tendría que decir y aportar en el mundo político de hoy.
No es fácil. Se necesitaría entrecruzar los deberes y derehos específicos de las mujeres en cada una de las áreas de los discursos políticos. Es decir, en la educación, en la cultura, en la ciencia, en el urbanismo, en la búsqueda y consecución de trabajo, en los impuestos, en las responsabilidades familiares, etc., etc. Se me dirá que esto que propongo ya lo hay, es cierto; pero, posiblemente por la extraordinaria personalidad de quien lo dirige, aparece como si estuviera solamente formado por una única mujer que, aun siendo muy competente, solo es activista en asuntos particulares de la causa.

Cuando se cite este siglo y sus grandes movilizaciones y protestas, habrá de recordarse la importancia de la reivindicación femenina"
Cuando se habla de política, es necesario hacer una reflexión muy seria sobre el verdadero papel de las mujeres dentro de ella -en la teoría y en la práctica- así como de la influencia de las reivindicaciones relacionadas con el género femenino en los discursos y realizaciones de cualquier partido político de los hoy existentes en España.
Sin duda alguna, cuando se cite este siglo y sus grandes movilizaciones y protestas, habrá de recordarse la importancia de la reivindicación feminista, sea por su cantidad, por la importancia dada en los medios de comunicacion a la misma -lo que ha contribuido de todas todas a su visibilidad-, o por la interconexión entre las distintas generaciones de mujeres, que ha conseguido agrandar la imagen, dándole un sentido mucho más completo y general al movimiento femenino.
Para dar fe de ello, nada más hay que observar el cuidado de la inmensa mayoría de partidos políticos en ‘no ofender’ al colectivo y en el interés de visibilizar su apoyo, incorporando un mayor número de mujeres en sus listas.
Todo ello supone un avance, de eso no hay duda; pero también una maniobra -no sé si calculada- para ‘encuadrar el movimiento entre determinados límites’, de modo que no se tambalee demasiado el esquema económico-social que tenemos.
Quiero contarles una anécdota que me ha hecho reflexionar. Al igual que muchos de ustedes, estoy incluida en diferentes grupos de Whatsapp en los que sus miembros muestran su opinión ante asuntos dispares. El fin de semana pasado, durante un periodo determinado de tiempo, me mantuve atenta a los mensajes de dos grupos distintos en composición y preocupaciones. En el primero, constituido íntegramente por mujeres, el asunto a tratar era ‘la menstruación’, bajo diferentes matices, interesantes sin duda. En el otro, integrado por gente de todo tipo y condición, las conversaciones trataban de ‘los posibles pactos políticos para constituir un gobierno en este país’.
Sin pretender hacer generalizaciones, pues se trata exclusivamente de una vivencia particular, lo cierto es que si la mujer ha de hacerse hueco definitorio hacia su propia condición dentro de la esfera política, por creer que solo desde ella y sus decisiones puede mejorar tanto su estatus como el respeto del resto, así no puede competir con garantías de ganar en la lucha por sus derechos específicos, que solo pueden desarrollarse dentro de ese ‘todo’ que significa la sociedad. Porque va a otro ritmo más lento, más volcado hacia ella misma y sus características genéticas, y no hacia el ‘exterior’.
Se me dirá que muchas no lo pretenden. Estoy de acuerdo; pero ‘como el mundo es uno’, es en él en el que hay que fajarse. Y, además, deberá hacerse en igualdad de condiciones con el resto. Inteligentemente.
Carmen Heras