¿Ruptura del movimiento feminista? | Carmen Heras
¿Ruptura del movimiento feminista?
CARMEN HERAS
El movimiento feminista parece estar gravemente herido. El tiempo dirá si es herida mortal o no. Peligrosa si lo es. Sus más destacadas y sólidas representantes, aquellas mujeres lúcidas y reflexivas que lo ayudaron a elevarse sobre las meras reivindicaciones en las calles y le dieron argumentos, están doloridas y decepcionadas.
Hubo un tiempo en el que leí mucho sobre feminismo. Todo era bastante más monolítico. Como también ha ocurrido con otras cuestiones en épocas anteriores, las mujeres estaban bastante de acuerdo en cuáles eran los aspectos que debían reivindicar para disponer de una vida más digna. Eran tan evidentes que, diagnosticarlos y priorizarlos, resultaba relativamente fácil, dentro de una lista de deseos y opciones.
El término 'género' sirve para determinar las desigualdades de las mujeres en cualquier parte del mundo"
Algo parecido a lo que se produjo en España cuando el país se constituyó como un estado de autonomías y fue necesario poner los pies en el suelo, conseguir competencias y empezar a construir un lugar autogestionado con el que sus habitantes se identificasen y del que pudieran sentirse orgullosos.
En muchos lugares de una determinada autonomía hubo que comenzar por el principio. Y si la zona era eminentemente rural ese inicio significaba poner en marcha, de manera general, las estructuras fundamentales: luz, agua, carreteras, colegios, casas de cultura. Acertar estaba asegurado. Mejorar lo qué había, también.
Desde un criterio centralizado de país, existían diferentes velocidades de gestión de unos territorios respecto a otros y las gentes más humildes y sus líderes se pusieron a la tarea de equipararse con los más adelantados. O al menos, esa fue la voluntad mayoritaria.
Pero a medida que fué pasando el tiempo todo se hizo más complejo. Elegir lo qué hacer en el paso siguiente para seguir con el progreso iba resultando cada vez más difícil, acertar también. Construir sobre lo básico conseguido, sobre todo cuando se trata de avivar y desarrollar el material humano que vive en los espacios regionales, es un logro que nunca termina, pues es conocido que una vez abierta una ventana, las personas miramos hacia el mundo exterior y siempre anhelamos, necesitamos, más. Tanto más, si la situación exige cambios estructurales que nadie parece querer arriesgarse a hacer.
Algo parecido está sucediendo con el tema que nos ocupa y que no es otro que el de los derechos de las mujeres. Que una vez cimentados (al menos teóricamente) los susodichos derechos básicos en leyes, normas y opinión pública, abierta la vía para los matices, para problemas e interrogantes específicos subyacentes debidos a una visión distinta del mundo, todo se complicó.
La nueva Ley que el Ministerio de Igualdad ha confeccionado y pretende aprobar va de manera directa a desdibujar los logros alcanzados. Al ser posible el cambio de sexo, ya no puede demostrarse que las desigualdades se producen en razón al género"
El término ‘género’ es una construcción que sirve para determinar las desigualdades de las mujeres -por el mero hecho de serlo- en cualquier parte del mundo. Demostradas con datos. Desde el año 2014, el Real Diccionario de la Lengua recoge la acepción de género como una categoría sociocultural, pero no biológica, «al que pertenecen los seres humanos de cada sexo». En España género y sexo no significan lo mismo.
El uso del primero de éstos conceptos ha convertido a la mujer en un sujeto político. El número elevado de ellas reivindicándolo lo ha hecho posible. Pero ahora, reconocidas feministas temen que desaparezca todo o mucho de lo conseguido políticamente.
La nueva Ley que el Ministerio de Igualdad ha confeccionado y pretende aprobar, va de manera directa, a juicio de ellas, al desdibujamiento de los logros alcanzados, pues al ser posible el cambio de sexo ya no puede demostrarse que las desigualdades se producen en razón al género al que se pertenece. El reconocimiento jurídico a la autodeterminación de género es un golpe certero a la tesis fundamental del feminismo y tendrá sus consecuencias.
Carmen Heras