Provocación | Damián Beneyto
Provocación
DAMIÁN BENEYTO
Los ciudadanos de derechas, o los que se titulan de centro para disimular, se están acostumbrando a las provocaciones, un día sí y otro también, de la izquierda profunda y del secesionismo que ahora nos gobierna, sin decir, en general, ni esta boca es mía.
Se provoca al personal desde todos los frentes y, sobre todo, en lo que afecta a las creencias y a las convicciones personales de muchos ciudadanos. Han impuesto una ‘corrección política’ que muy pocos se atreven a contradecir e incluso algunos la rinden pleitesía por si vienen mal dadas.
Los ciudadanos de derecha se están acostumbrando a ser provocados -un día sí y otro también- por la izquierda profunda y por el secesionismo que ahora nos gobierna"
Atacar a la Iglesia Católica en particular y a los católicos en general suele ser una de las provocaciones más utilizadas por las huestes de la siniestra. El laicismo beligerante poco tiene que ver con la concepción de estado laico que proclama nuestra Constitución. Se eliminan los símbolos cristianos y se ridiculizan sus creencias y tradiciones mientras se alaban y subvencionan religiones fundamentalistas que denigran a las mujeres, asesinan a los homosexuales y promueven estados dictatoriales donde no se respetan las libertades individuales.
La llamada ‘Ley de Memoria Democrática’, sucedánea de la zapateril ‘Ley de Memoria Histórica’, es otra provocación a los españoles que, aun no sintiéndose franquistas, son contrarios a la utilización sectaria y torticera de un periodo de nuestra historia que se quiere reescribir de forma fraudulenta para hacer creer a unas generaciones que no vivieron esos tiempos, que el socialismo, el comunismo y otros ‘ismos’ a cual más espeluznante, significaban bondad y justicia.
Damián Beneyto Pita es natural de Carcaixent (Valencia), pero extremeño y residente en Plasencia desde 1977. Profesor de Enseñanza Secundaria. Fue Director del Centro de Artes Escénicas y de la Música, CEMART, entre 2007 y 2011. Director también de la Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura entre 2007 y 2010, Diputado en la Asamblea de Extremadura por el Partido Regionalista Extremeño, PREX, entre 2011 y 2015.
La manipulación de la historia de España del siglo XX por los hijos de Negrín y de la Pasionaria, además de otros padres putativos, no tiene parangón en el mundo y es una provocación, insisto, para las familias de los asesinados por las hordas del llamado Frente Popular.
Desde la LOGSE, las leyes orgánicas de educación que han emanado de los gobiernos socialistas también han sido una provocación a la instrucción y a la formación de nuestros niños y jóvenes, consentido por unos gobiernos ‘de derechas’ que solo, aquejados de un complejo de inferioridad más que preocupante, pusieron algún parche que otro a esos bodrios legislativos.
Al esfuerzo, trabajo y sacrificio necesario para conseguir hombres y mujeres cultos, formados y capaces, las mesnadas del rojerío patrio han opuesto el ‘igualar por abajo’, la gandulería y la fruslería. Lo importante es crear ciudadanos, mansos, sin espíritu crítico y preocupados solo por lo inmediato y fútil.
La provocación de esta chusma llega al extremo de ignorar, vejar y vilipendiar los símbolos del estado, mientras se permiten otros que representan el secesionismo, el republicanismo rancio o el atroz comunismo estalinista. La bandera, el himno y la monarquía, símbolos de la nación más antigua de Europa, son pisoteados e injuriados por pelachufas descastados, mientras una parte del gobierno socialcomunista aplaude y la otra mira para otro lado.
Las víctimas del terrorismo etarra son humilladas y provocadas con políticas penitenciarias motivadas no por la rehabilitación de los asesinos, sino por pactos execrables entre el gobierno y los herederos de la banda a cambio de seguir en el poder. Solo un gobierno muy miserable puede consentir que asesinos, incluso de niños, sean homenajeados, cuando incomprensiblemente salen de prisión fruto de un código penal que, desgraciadamente, da poco valor a la vida humana.
Las víctimas del terrorismo etarra son humilladas y provocadas con políticas penitenciarias no basadas en la rehabilitación de los asesinos, sino por conveniencia política a un gobierno con muy poca dignidad".
El colmo de la provocación es impedir que uno se sienta español en España con el beneplácito del gobierno de España (valga la redundancia). Utilizar el idioma oficial del Estado es, según y donde, un demérito para poder trabajar o relacionarse y, además, puede ser motivo incluso de agresión. Se impide, en algunos lugares, que los niños y los jóvenes aprendan un idioma que es el suyo y que es hablado en el mundo por más de 500 millones de personas sin que los responsables de hacer cumplir la Constitución bajo juramento muevan un solo dedo.
Se consiente, fruto de una Ley Electoral absurda, que el secesionismo campe por sus respetos y utilice los mecanismos del Estado contra el propio Estado. Es inaudito que en las instituciones nacionales estén representados partidos anticonstitucionales y golpistas, pero más inaudito es, y demuestra la catadura moral de la izquierda profunda de este país, que esos partidos mantengan en el poder al gobierno, chantajeándolo continuamente y poniendo en peligro la unidad de España.
La estrategia del rojerío patrio es provocar, hacer creer mediante embustes que la culpa de todos los males los tiene la derecha. Balas en sobres con un tufo podemita que echaba para atrás, ataques a gays que eran puros montajes, actuaciones policiales falsas, acusaciones a los partidos de derecha de violentos cuando hasta ahora la única violencia ha venido de la ultra izquierda, etc. Está más cerca Podemos y una parte importante del PSOE de la extrema izquierda que VOX de la extrema derecha, y a los hechos me remito.
La provocación de la izquierda no es algo nuevo. Ya la hicieron durante gran parte del siglo XX, especialmente en los años de la República, pero también en 1917, lo que trajo poco tiempo después la dictadura de Miguel Primo de Rivera, que curiosamente apoyó el PSOE. En España nunca la izquierda ha sido, excepto honrosas excepciones, muy democrática que digamos. Toda provocación tiene un límite y los que no iban a pasar, acabaron pasando. La historia está servida y en España tonterías las justas.
Damián Beneyto