A la política, a servir o a mandar | Emilio Borrega
A la política, a servir o a mandar
EMILIO BORREGA
Cuando todo esto marcha a una velocidad de vértigo, la información te bombardea por múltiples canales, las opiniones se multiplican, los acontecimientos se suceden y cambian en cuestión de horas y el hastío nos invade porque yo no podemos más. Es momento de frenar en seco, de hacer un alto en el camino, reflexionar serenamente y, hablando en términos tecnológicos, ‘resetearse’.
La política es el bello arte de ‘lo posible’, una ciencia que, como cualquier otra, se estudia y se trabaja. A través de la acción política podemos cambiar, para bien o para mal, el destino de millones de personas. La política no solamente son nuestros políticos. Hay política en todos los lugares donde haya más de dos personas con intereses comunes; hay política empresarial, asociativa, deportiva, judicial, vecinal, económica, social, sectorial, etc. En definitiva, todo es política.
Son personas a quienes, ya desde los colegios, se veía inquietos, críticos, participativos, reivindicativos, molestos con todo aquello que no le gustaba"
La política, al igual que el sufragio en España, puede ser activa o pasiva. Es decir, podemos actuar e intervenir en política siendo parte activa o siendo meros espectadores y opinares de lo que ocurre, siendo entonces sujetos pasivos.
Mucha es la gente que participa en política pensando en el origen de esa vocación de servicio público. Son personas que no quieren ser meros espectadores y quieren aportar su granito de arena para cambiar las cosas, para mejorarlas. No tienen que ser grandes genios ni tener expedientes académicos brillantes; no tienen que ser los mejores de la clase; simplemente tener esa vocación de servicio público y, desde donde puedan o les dejen, llevar a cabo una acción que, por mínima que parezca, será siempre importante para mejorar las cosas.
Estos sujetos activos de la política suelen manifestar esa vocación de ayuda a los demás, de servir y no de servirse, desde muy temprano. Son personas que, ya desde los colegios, se veían inquietos, críticos, participativos, reivindicativos, molestos con todo aquello que no les gustaba. Que un día dieron el paso y que, por lo general, no buscan ni reconocimiento en lo que hacen ni un modo de vida económico con el que subsistir. Son esos que siempre estuvieron, están y estarán al servicio de los demás. Los que vinieron a servir.
Pero también hay quienes descubren esa ‘vocación de servicio público’ cuando ocurren, por lo general, dos cosas. Una, que ven un alivio económico en la acción que desarrollan, porque altruismo no se les conoce fuera de la política. Y dos, aquellos que teniendo resuelta esa parcela económica de la vida, pretenden un reconocimiento que en otros lares no han sido capaces de obtener.
Esta dicotomía nos hace pensar sobre qué tipo de políticos queremos que nos gobiernen, que nos dirijan y decidan sobre nuestras vidas y hacienda"
Son aquellos que no habiendo estado nunca en ningún colectivo, asociación, agrupación, etc., de repente aparecen en nuestras vidas, como adalides de la regeneración, y se convierten en actores todopoderosos de nuestros destinos, sin saber muy bien por qué. Personas que nunca manifestaron una vocación de servicio sin recibir nada a cambio. Son aquellos que no vienen a servir, sino a mandar.
Servir o mandar. Servir o servirse. Esta dicotomía nos hace pensar sobre qué tipo de políticos queremos que nos gobiernen, que nos dirijan y decidan sobre nuestras vidas y hacienda. Daría para una tesis, puesto que, tanto en la parte de servir, como en la parte de mandar, múltiples son las personalidades que podemos encontrar; pero, como pensamiento involutivo, para ‘resetearnos’ con todo lo que está aconteciendo en estos últimos meses, espero que nos sirva para mirar alrededor, observar y saber diferenciarlos.
Emilio Borrega
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