Política en estos tiempos | Carmen Heras
Política en estos tiempos
CARMEN HERAS
Todos cuantos han estado en la ‘sala de máquinas’ de un partido político aprendieron que el buenismo incondicional de los líderes no existe. Cosa lógica, por otra parte. Si el mundo está formado por ángeles, bestias y humanos, tal como manifiesta alguna doctrina religiosa, resulta bastante evidente que los líderes pertenecen al último grupo y tienen, como el resto de sus miembros, una mezcla de las características de los dos primeros.
Si aceptamos la palabra líder para designar a cualquier dirigente, podemos decir que un líder ha podido llegar al poder por diferentes caminos, también por un examen de oposición, claro, pero esto último cuenta menos porque la autoridad añadida a un puesto determinado no tiene por qué ser carismática. La mayoría de las veces, el líder lo es porqe alguien lo puso ahí, bien sea un superioro unas ‘bases’ con mayor o menor libertad en su juicio.
La mayoría de las veces, el líder lo es porque alguien lo puso ahí, bien sea un superior o unas 'bases' con mayor o menor libertad en su juicio"
En otros tiempos conocimos el sentimiento crítico de esas ‘bases’, contrastando siempre lo que sus líderes decían, bajo el planteamiento implícito de que, puesto que el poder puede tender a abusar, debe existir mecanismos para controlarlo o contrarrestarlo. Es lo mismo que ya dijo Lord Acton, ‘la limitación es esencial a la autoridad, pues un gobierno solo es legítimo si está efectivamente limitado’.
De ahí deriva la obligatoriedad de convocar asambleas de militantes para debatir y aprobar -o no- las cuestiones fundamentales en las organizaciones, tales como la elección de candidatos para cargos públicos e incluso para evaluar la propia gestión de sus cometidos una vez elegidos.
También la forma de entender las intervenciones dentro de los órganos representativos, que no podían -en otras épocas- ser laudatorias, ya que, si hacerlo bien es obligado, no hay motivo para ensalzarlo como algo sublime.
Muchos hemos visto decaer estas costumbres hasta llegar a situaciones equívocas desde el punto de vista estatutario y democrático. Cuando esto ha ocurrido, la militancia de la organización, esa que le da forma y la ayuda a existir con su trabajo político y sus cuotras económicas, no siempre ha estado a la altura necesaria. Una veces por desidia, otras por ‘compadreo’, otras por intereses propios, etc. Aunque creo que el mayor número de veces lo es por falta de preparación técnica y política parasaber enfrentar un debate serio de los temas. Un partido que se precie debería saber cuidar a su militancia, no solo a su ‘nomenclatura’. Si lo hiciera y aquella estuviera claramente formada, no hay duda de que toda la estructura tendría un mayor crédito en los espacios públicos.
Las circunstancias han vuelto imposible que hoy en un partido políico asciendan inevitablemente ‘los mejores’. Tras el claro ‘derecho’ de todos a poder ostentar una representación o un cargo, se ha implantado un clientelismo feroz y una oferta y demanda encubierta, que ha conseguido que se pueda ‘colocar’ en los lugares importantes del ámbito democrático, a cualquiera con las dosis suficientes de ambición y servilismo, aunque poco más pueda ofrecer al puesto al que aspira.
¡Qué cierto es -tal como leí hace unas fechas en el blog de una persona inteligente- que el ‘gratis total’ que solicitan algunos en cualquier esfera de la vida, no es, a la larga, una buena solución ni siquiera para ellos!; porque bajo ese planteamiento, el propio valor de su trabajo está devaluado. Han rebajado tanto las condiciones precisas para ostentarlo y ejercerlo, que ya a nadie le parece prestigioso. Y el prestigio es necesario para convencer; más en circunstancias extraordinarias.
Carmen Heras