Nuevo gobierno: rápido análisis sentimental | Carmen Heras
Nuevo gobierno
Rápido análisis sentimental
CARMEN HERAS
Como todos a los que les gusta la política, he seguido con atención mucho de lo escrito estos días con motivo del cambio de gobierno en España. Lamento no estar de acuerdo con algunos comentarios bien intencionados sobre lo ocurrido. Salvo los protagonistas, supongo que nadie puede hablar con total certeza del por qué de cada cambio, pero eso no es óbice para que entre unos y otros se entreteja un relato con un buen y solvente entramado en el discurso.
Lamento ser mucho más escéptica. Sé que, en cuestiones como las de los recambios, no siempre se hace lo que se quiere, sino lo que se puede y que, en ocasiones, el movimiento de una pieza derriba otras y las saca de escena, aunque no sea eso lo pretendido en el principio. Los humanos no llevamos códigos de conducta establecidos en los genes para cualquier situación, así que se improvisa bastante más de lo que se piensa, para bien o para mal. Lo que sí parece claro es que un recambio solo se acomete cuando lo que hay no funciona bien. Por eso sobran algunas explicaciones tan obvias.
Un recambio solo se acomete cuando lo que hay no funciona bien. Por eso sobran algunas explicaciones tan obvias"
Hay que esperar para saber cuánto da de sí un gobierno nuevo en las caras y no tanto en los objetivos, que seguirán siendo los mismos, a decir de todos los recién llegados. Lógico, al inicio de su mandato no pueden tener en su cabeza los posibles cambios que pudieran producirse. Están contentos, claro, y eso les da un plus de confianza, y también a algunos de nosotros por su maravillosa confianza en el futuro.
Ahora deberán montar sus equipos, salvo que quieran y puedan continuar con el de su predecesor, que seguramente no es el caso, así que al principio se sentirán un poco huérfanos, aunque eso también se pasará. Los asuntos importantes del país están ahí aguardando.
En unos parece haberse volcado la simpatía de la gente, solo ha habido que observar algunos actos de cambios de cartera, tan concurridos, en contraposición a otros estrepitosamente faltos de calor y expresividad. La sociedad ha normalizado, al parecer, esas reacciones, extraordinarias y favorables hacia quien va a tener poder y tan escurridizas o nulas con quien lo pierde (y más si ha tenido mucho) cuando aún no ha traspasado la puerta de salida, (sabido es que en un litigio cualquiera, la razón siempre la tiene el jefe).
Así que muchos se limitan a estar con el ganador, sin ninguna mala conciencia. Guárdanse sus propias espaldas quienes así actúan pues de la aceptación de tanta “normalidad”, no sería extraño que lo mismo pueda ocurrirles a ellos, llegado el momento.
Hace tiempo que la organización solo ve por los ojos de quien la dirige, pues si algún miembro osara discutir alguna acción del líder máximo, los propios conmilitones se encargarán de darle fuerte hasta que se calle"
Los gobiernos y organizaciones actuales suelen ser presidencialistas en una gran mayoría. Construidos sobre una sola figura omnipotente, que todos los que dependen de ella se empeñan en proteger. Tanto como para llegar al paroxismo de echarle en cara a los subalternos lo que han hecho siguiendo la decisión del número uno. Ha ganado la organización (dicen los escribidores), sin caer en la cuenta (o cayendo en ella, pero disimulándolo) de que hace tiempo que la organización solo ve por los ojos de quien la dirige, pues si algún miembro osara discutir alguna acción del líder máximo los propios conmilitones se encargarán de darle fuerte hasta que se calle.
Gobierno nuevo, personas ajenas a la gestión directa en política nacional; algunas venidas desde ayuntamientos de ciudades medianas, de territorios cuyos votos son necesarios para ganar en las próximas convocatorias que se aproximan; mujeres. Todo el mundo tiene derecho a los cíen días de gestión antes de analizar su valía. Esperemos.
Carmen Heras