La necesidad de una verdadera élite | Carmen Heras
La necesidad de una verdadera élite
CARMEN HERAS
Amigos, hagamos una radiografía -aproximada, al menos- de la situación.
Año 2008 y siguientes: crisis económica, rebaja de expectativas laborales, empobrecimiento de la clase media, paro, corrupción, reformas laborales. Políticamente se demandan cambios, rejuvenecimiento, movimiento de banquillo, actualización de eslóganes y discursos, reelaboración de principios. Gobiernos de derechas, donde lo llamado ‘liberal’ prima, adhesión a los acuerdos de la Europa económica y a sus ideas de contención del gasto. Se vende la austeridad como ‘virtud’ y las dotes inversoras como ‘manirrotas’.
Se produce un ‘ensimismamiento en sí mismas’ de las mentes más preclaras y una lucha sin cuartel por ascender en la vida de los partidos políticos. Se jubila la mayoría de los pertenecientes al grupo de líderes, sustituyéndolos por personas muy jóvenes, en un ‘vuelco generacional’ que garantice entusiasmo y, al mismo tiempo, la dependencia de un ‘centro de mando’ encabezado por la vieja estructura. Se aplica la máxima de ‘cambiar algo para que todo quede igual’.
Al ascender en política los mediocres sin oficio reconocido o muy mal remunerado, la política se convierte -sin tapujos, en una 'profesión' en la que hay que intentar permanecer"
La ‘medianía’ se hace cargo de las responsabilidades de dirección y gestión del país. Igual ocurre con la vida cultural y educativa, puntos clave para enjuiciar el nivel de progreso de una zona. Justificado todo ello con una premisa falsamente igualitaria de que ‘todos somos iguales’ y, por tanto, todos podemos servir para hacer cualquier trabajo; se tapona la esperanza de calidad bajo eslóganes que defienden que ‘no es tan necesaria’.
Al ascender en política los mediocres sin oficio reconocido o muy mal remunerado, la política se convierte -sin tapujos- en una ‘profesión’ en la que hay que permanecer. La falta de una verdadera personalidad de la mayoría de aquellos, les confiere una fuerte dependencia del jefe de turno y, en ocasiones, conduce a un mero ‘cambalache’ por el que, una parte promete sumision para formar parte del ejército de fieles, mientras que la otra, con voz en las altas esferas, se compromete a proteger a la primera, en una simbiosis perfecta de aprovechamiento y beneficio para ambas partes.
Cuando llega la crisis del Covid, el país está regido por mayorías imperfectas con amplio desprestigio entre la opinión pública; con parlamentos enormes y excesivamente fragmentados; con niveles económicos muy distintos entre la clase politica y el resto; con instituciones añosas y sin posibilidad real de renovación.
No hay empatía y sí una extrema derecha en alza. Y una generación jóven y preparada que busca fuera de nuestras fronteras un trabajo y una vida que aquí no tiene, habida cuenta de que las ‘restricciones’ ocupan los lugares de ‘estímulo’ en cualquier orden de cosas. La apariencia ordena, pues es más fuerte que la realidad, puesto que no hay certezas puras y solo probabilidades.
Hace falta una élite política suficientemente preparada que se ponga a trabajar en beneficio de país e, incluso, de cada autonomía o municipio"
A mi modo de entender, hace falta una élite política preparada que se ponga a trabajar en beneficio del país e, incluso, de cada autonomía o municipio. Con criterios reflexionados y perspectiva de futuro a medio y largo plazo. Una élite lo suficientemente honrada como para invertir en conocimiento, dejar de formarse a unos y a otros en libertad y actuar en consecuencia.
Fíjense que no hablo de ‘intelectualidad’, aunque esta sea necesaria; ni de ‘abnegación e inocencia’, aunque deban servir de ‘especias’ básicas del guiso; no hablo de ‘técnocratas’, aunque deban ser necesarios en algunas facetas para controlar que el gasto no se dispare; no hablo tampoco de ‘políticos de raza’, aunque qué duda cabe que podrían volver muy sabroso nuestro caldo.
Hablo de una mezcla de todo ello, compuesta de partes con valor en sí mismas -aquí y ahora- que aporten tanto como reciban. Es aquello de Kennedy: ‘pregúntense que pueden hacer ustedes por su país’.
Carmen Heras