Música y política | Pedro Monty
Música y política
PEDRO MONTY
La Convención de Ginebra declaró el uso de sonidos fuertes e intensos como una forma de tortura y pocas personas optarían por escuchar música que provoquen ansiedad, ¿o no?
Hay veces que queremos escuchar música que desconcierte nuestras expectativas o buscamos músicas que abra nuestra mente a nuevas posibilidades, con la sana intención de deshacernos de nuestra forma de pensar o escuchar; pensamientos que para nosotros ya están caducados.
La disonancia forma parte de la vida. Muchas cosas no encajan siempre armoniosamente en su sitio y no siempre conseguimos lo que queremos cuando lo queremos. Aunque después de un día duro, en el mejor de los casos de trabajo, la mayoría de nosotros desea relajarse y, por supuesto, no escuchar música disonante.
Muchas cosas no encajan siempre armoniosamente en su sitio y no siempre conseguimos lo que queremos y cuando lo queremos"
Muchos compositores han buscado la disonancia en los diferentes contextos artísticos y estéticos de su época. Bach utilizó el cromatismo, con disonancias que están fuera de tonalidad. Mozart combinó elementos perfectamente armónicos con pasajes que reflejan la confusión de la vida. Por otro lado, aunque para todos la música de Beethoven nos parece tan increíble y bella, algunos de sus coetáneos describían su música como «estridente y caótica».
El periodo comprendido entre las dos guerras mundiales ha sido el periodo con las composiciones más disonantes, respuesta a los duros acontecimientos de la época.
En muchos casos la disonancia de ayer es la consonancia de hoy, y la disonancia de hoy será la consonancia de mañana. Además lo que es disonancia para unas personas, puede ser éxtasis para otras. En cualquier caso, cuanto más amplia sea nuestra experiencia auditiva, más tolerantes nos volveremos ante las disonancias.
Igual que ocurre con todo el arte contemporáneo, la música puede no ser agradable, pero puede aportar algo nuevo al discurso que mantenemos con el mundo que nos rodea.
Pero como todo, es una cuestión de grados. Una composición que tenga sólo unos detalles disonantes, algunos acordes o armonías «chirriantes», puede llegar a agradarnos. Pero, si en cambio esos detalles son muchos, su audición puede quedarnos vacíos.
Hay muchas personas que disfrutan con la música disonante o atonal, proporcionándole un gran placer intelectual. Aunque reconozco que no soy una de ellas, seguiré escuchándolas.
No olvidemos que lo más importante en la música y en la vida es ser capaz de emocionarse y satisfacer nuestras necesidades humanas"
La música compuesta con el intelecto puede ser interesante, pero en raras ocasiones es genial. Cuando la esencia sale del corazón, la cosa cambia. No debemos olvidar que lo más importante en la música y en la vida es ser capaz de emocionarse y satisfacer nuestras necesidades humanas, con sus consonancias y disonancias de belleza, vitalidad y afirmación, en busca de una armonía interior que quizá tengamos enterrada y nos gustaría descubrir.
Pedro Monty, músico.