Los tiempos en la política | Alberto Astorga
Los tiempos en la política
ALBERTO ASTORGA
En el ejercicio de la política uno se va familiarizando con conceptos no habituales en otros ámbitos, pero que han ido -y van- calando en nuestra cultura como si fuera una jerga profesional que amplía su uso a todos los entornos, entre ellos, el empresarial.
Los ‘tiempos en la política’ es uno de esos conceptos. Jordi Pujol hizo famoso es ‘eso ahora no toca’, imponiendo al resto de fueras política e incluso a los periodistas, aquello de que era oportuno hablar y de lo que no tocaba hacerlo. Siempre se ha considerado como una habilidad que se ganaba con la experiencia política y ejecutiva de ‘marcar los tiempos’. Su importancia es relevante.
El ‘saber medir los tiempos’ es un valor presente en todo tipo de dirigente al que se le reconozca talento, valía y cualidades notables. Pero entiendo también que este término está ciertamente sobrevalorado pues, generalmente, se hace ‘a toro pasado’ y siempre en función de los resultados obtenidos.
Un ejemplo reciente de lo que comento es el que fuera presidente de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, quien obtuvo ese reconocimiento de ‘saber medir los tiempo’ tras ganar las elecciones de 2004. Por aquel entonces, muchos politólogos le atribuyeron la cualidad de ser un político que sabía medir los tiempos en la oposición, habilidad que le habría llevado a ganar las elecciones siguientes. El transcurso del tiempo demostraría que no era precisamente un estratega político de nivel, sino todo lo contrario, y que eso de ‘saber medir los tiempos’ era pura casualidad.
El 'saber medir los tiempos' es un valor presente en todo tipo de dirigente al que se le reconozca talento, valía y cualidades notables"
Aquellos que ejercen puestos de liderazgo, tanto políticos como en otras organizaciones y empresas, con cierto grado de veteranía, son conscientes de que una de las cosas más complicadas cuando se dirige una institución o una organización de cualquier tipo es el manejo de los tiempos. Podemos saber qué es lo que hay que hacer, tener los mejores proyectos o ideas excepcionales; podemos saber cómo hacerlos realidad con la aplicación de las técnicas más acertadas, pero si no se manejan los tiempos correctos, es decir, decidir cuándo hacerlo, todo puede salir mal. De ahí la importancia de los tiempos. Más en política.
Es una habilidad que, como tantas y tantas en política, no está escrita en ningún manual ni te la enseña ningún compañero o mentor, si los hubiera, sino que es una habilidad que desarrolla el político con su propia experiencia y con el directo conocimiento y la observación del entorno en que desarrolla sus competencias. Se trata de un asunto de sensibilidad muy personal, de tacto, de saber mirar, interpretar y actuar. El momento elegido debe ser el momento exacto. Ni antes, ni después de que el tren haya pasado. Es importante buscar ‘la percha’ a cada acto, a cada decisión. Su momento.
Los momentos en la política no son solo críticos en campaña electoral, donde son especialmente sensibles y estudiados, sino que también son importantes durante la legislatura, pues a lo largo de la misma son muchas las decisiones, acontecimientos y circunstancias que pueden condicionar su toma. Todo debe llevar su compás.
No es lo mismo desvelar un escándalo poco antes o durante la campaña electoral que al día siguiente de terminar esta; no es lo mismo anunciar una medida negativa, o incluso positiva, a la sombra de una noticia todavía más llamativa, que anunciarla cuando en la prensa no hay otro tema del que hablar; o antes o después de un momento y circunstancia determinado. No es lo mismo decidir subir los tipos de interés o tomar otro tipo de decisiones financieras o tributarias el lunes, con las bolsas abiertas, que hacerlo el viernes a última hora, cuando las bolsas cierran y los inversores tienen el fin de semana por delante ‘para enfriar los ánimos’ y analizar sus alternativas de acción; no es lo mismo tomar decisiones complicadas nada más llegar al gobierno, cuando todo el mundo está a la expectativa y lo espera, que hacerlo unos meses después, cuando las aguas ya han reposado y las personas se han acomodado a la nueva situación. No es lo mismo.
No es lo mismo tomar decisiones impopulares al inicio de la legislatura, que al final. Cuanto más tiempo pase, más garantías hay de que el elector se olvide"
Cualquier observador puede ver y analizar por qué hay decisiones que se toman en determinados momentos y no en otros. Las subidas de impuestos, la congelación de las pensiones, la contratación de obra pública, los ceses, los nombramientos, los cambios de gobierno, las convocatorias electorales, apretar el cinturón a la ciudadanía o aflojárselo. Toca o no toca. Esa es la cuestión.
Los momentos actuales, por no referirme a generalidades, son de extrema sensibilidad, pues la atención hacia lo político esta muy desarrollada en todos los ámbitos. Nada, o muy poco, pasa desapercibido al ciudadano o al resto de representantes políticos. Cualquier asunto es cuestionable y opinable. Cualquier decisión puede hacer arder la escena y ‘liarla’. Y ‘liarse la mundial’.
Pero esta excesiva atención, que pudiera ir orientada en beneficio del ciudadano y del interés público, lo que realmente produce es una ralentización de las decisiones y hacen que estas lleguen tarde o no lleguen, perjudicando mejoras sociales, inversiones o regulaciones necesarias. Es decir, perjudicando aquello que se quiere mejorar.
Toca ahora tiempos electorales en nuestra política. Y estos tiempos hacen que ciertos asuntos importantes se ralenticen y que se pospongan decisiones. Multitud de gobiernos autonómicos que se han constituido desde las elecciones autonómicas, todavía no toman decisiones clave porque ‘estamos en tiempo electoral’. Cataluña es otro ejemplo, el último, en el que existe un gobierno interino porque no se toman decisiones hasta que ‘este tiempo político’ y electoral haya pasado.
Esta paralización general que se vive en la política genera incertidumbre dentro y fuera de nuestras fronteras pues, quien más y quien menos, necesita tener información y saber en qué marco va a desarrollar su vida, su inversión, sus negocios o su trabajo. Y saber quién, cómo y para qué maneja esos tiempos es clave.
Alberto Astorga