Los políticos y los ‘influencers’ | Carmen Heras
Los políticos y los 'influencers'
CARMEN HERAS
Me ‘devano los sesos’ (metafóricamente) para intentar comprender los criterios usados por los ‘confeccionadores’ de la lista con los 50 políticos más influyentes en la España de hoy que ha publicado un medio de comunicación.
No citaré a ninguno por aquello de la elegancia, pero sí he de confesar que me asombran algunos de los nombres, pues por mucho que lo intento, no les encuentro esa ‘influencia’ (tal como yo la entiendo) más allá de los cotos particulares de sus propios partidos o la escenografía madrileña, y aún así habría mucho que hablar al respecto. Pero ahí están, elegidos al parecer por una serie de personas a las que se les preguntó, para general alegría de los seleccionados y sus fans.
De nada vale su presencia o su buena relación mediática o partidista si el ciudadano no recibe ninguna consecuencia de sus acciones en su vida diaria o en sus problemas cotidianos"
¿Qué significa tener influencia? ¿Ser conocidos? ¿Tener un buen sueldo? ¿Salir en los papeles? ¿Disponer de un montón de aduladores? Entonces sí; todos y cada uno de los pertenecientes al listado son influyentes, claro que sí. Disponen, o pueden disponer, de todo tipo de información, hacen declaraciones a la prensa sobre asuntos varios, son invitados a los actos de relieve durante los cuales pueden codearse con personas y personajes de la onda nacional.
Aquellos que forman parte de un gobierno (de cualquier gobierno) tienen otras personas a su cargo, o mejor dicho, ‘a su servicio’, con lo cual pueden disponer de una red clientelar que, en principio, le será fiel.
Hasta el alcalde del municipio más pequeño sabe esto. Sabe de la importancia de las familias, de los fondos de mantenimiento y las peonadas. La influencia existe. Y reparte.
Hoy se ha puesto de moda el término ‘influencer‘ para calificar a una persona con presencia y credibilidad en las redes sociales. No le hace falta ser famosa a priori, sino brindar espontaneidad y frescura, mostrarse constante y activa en dichas redes. Su trabajo en ellas le logra un reconocimiento en asuntos específicos y del gusto del público. Desde ahí, lo mismo puede lanzar una marca nueva en el mercado, dar difusión a eventos determinados, promocionar productos, etc., lo que, a su vez, le da mayor notoriedad. Influye, vaya si influye. Se les busca y se les mima en los contratos. Ejemplos tenemos de todo tipo.
Ahora bien, lo de los políticos es otra cosa. En virtud del objetivo de su trabajo, están obligados a que su influencia recaiga sobre los contribuyentes como un buen maná y si no es así, se les pueda pedir cuenta de ello. Sin acritud, pero contundentemente. De nada vale su presencia o su buena relación mediática o partidista si el ciudadano no recibe ninguna consecuencia de sus acciones en lo que se refiere a su vida diaria y sus problemas cotidianos.
Mi lista sería bien distinta. Colocaría en ellas a muchos buenos profesionales de la política, humildes en el escalafón, pero dispuestos a ejercer sabia y honestamente su influencia entre los ciudadanos"
Bajo estas premisas, me pregunto ¿cuántos de esos ‘importantes políticos’ son influyentes y destacables? ¿A cuántos se deben mantener y justificar?
Desde luego mi lista seria bien distinta. Colocaría en ella a muchos buenos profesionales de la política, humildes en el escalafón, pero ampliamente dispuestos a ejercer, sabía y honestamente su influencia entre sus conciudadanos.
Nunca aparecerán en ningún listado elaborado por nadie, quizá porque también los presupuestos de los que disponen no son muy altos. O quizá porque a nadie le interese realzarlos en la estructura tal como está preelaborada. Una estructura y una visión social y periodística que necesita importantes cambios en el concepto.
Carmen Heras