Los aparatos de los partidos y de otras organizaciones | Alberto Astorga

Abr 26, 2017

Los aparatos de los partidos y de otras organizaciones

 

ALBERTO ASTORGA

Cuando en noviembre se constituyó el nuevo gobierno de España, la tormentosa normalidad política retomó las posiciones a las que nos tenía acostumbrados, iniciándose las convocatorias y celebraciones de los distintos congresos de los partidos políticos en todos su ámbitos territoriales, acompañados, en numerosos casos, con la celebración de primarias.

La máquina electoral ha estado funcionando a pleno rendimiento desde 2015. Tras las elecciones en Andalucía y las municipales y autonómicas de 2015, se celebraron también las elecciones legislativas autonómicas en Galicia, País Vasco y Cataluña; además de dos elecciones generales y casi unas terceras. Han sido ocho procesos electorales distintos que han mantenido en constante tensión y cambio a las organizaciones; se han desgastado, ha habido movimientos internos derivados, tanto de los procesos electorales como de los nombramientos y ceses de cargos públicos posteriores, y se han producido desequilibrios de poder que hay que restaurar.

Pasado el temporal, ya todos pueden permitirse mirar hacia dentro, hacia su propia organización, para tomar nuevos impulsos. Se han celebrado los congresos nacionales de partidos como Unión, Progreso y Democracia, UPyD, y Coalición de Centro Democrático , CCD, menores en tamaño, reducida representación institucional, pero gran motivación. Luego fueron Ciudadanos, Cs, Partido Popular, PP, y Podemos. Se han disuelto otras organizaciones, como Unió Democràtica, UDC; transformado otros, como Convergència Democràtica  de Catalunya ‘CDC, en Partit Demòcrata Català, PDdeCat, y ha aparecido alguno, como Comuns. Y ahora se pone en marcha el reloj del Partido Socialista Obrero Español, PSOE, que será en mayo.

Tras ellos, se han de ir celebrando los congresos regionales y los provinciales. Son reglajes, limpiezas y puestas ‘a punto’ necesarios para ponerse en marcha. Sucede en todas las organizaciones, aunque el funcionamiento de los partidos polícos sea un caso paradigmático del resto de las estructuras, sean estas políticas, sindicales, empresariales, colegiadas o simplemente asociativas.

Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos"

Junto a la elaboración de las ‘listas electorales’, son los momentos congresuales los más críticos en la vida de las organizaciones y es cuando se producen tensiones y divisiones que dejan cicatrices para el futuro. En su desarrollo, controlar el aparato es fundamental. Pero, ¿conoce el ciudadano estas luchas internas y sus consecuencias? ¿sabe las prácticas que se utilizan para conseguir o mantener el control del aparato en cada organización? ¿sabe cuáles son las claves para entenderlas? Permítanme dar algunos retazos.

En el artículo 6 del Título preliminar de nuestra Constitución, se dice textualmente que «los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos».

Su presencia en este Título, junto con la de los sindicatos de trabajadores y organizaciones empresariales, ambas citadas en el artículo siguiente, es prueba de la importancia y protagonismo que la Constitución les otorga y reconoce a los partidos políticos. Son una ‘parte fundamental del sistema democrático’. Por eso, la Constitución les obliga, a todos, a que su funcionamiento sea ‘democrático’.

Pero, a efectos prácticos, el funcionamiento de los todopoderosos ‘aparatos’ de las organizaciones, distorsionan este deseo constitucional.

Los llamados ‘aparatos’ son las estructuras que se constituyen y conforman en cada organización para la movilización de los afiliados, la toma de decisiones y la puesta en marcha de acciones para el logro de sus fines. Su tamaño es reducido, en relación a su organización, pero el acomodo de sus miembros a las competencias que asumen, los ‘institucionaliza’ de tal manera que lucharán denodadamente por su propia supervivencia y por el mantenimiento del ‘aparato’ y de su ‘estatus’, funcionando, si en necesario, ‘al margen de las propias bases’ que los han votado y a los que representa. Sus objetivos dejan de ser ‘objetivos generales’ de la organización, de los afiliados como un todo, para centrarse en el mantenimiento del estatus del propio aparato.

Ciidadanos, donde el aparato lo ordena todo desde Barcelona - Visioncoach

¿Conoce el ciudadano las luchas internas dentro de los partidos y sus consecuencias? ¿sabe que la democracia interna tiene formas 'especiales' de ser aplicada?"

Los congresos y las primarias, allí donde tienen lugar, son -o deberían ser- la expresión democrática por excelencia en toda organización. Sin embargo, la ‘pureza de los procesos’ queda condicionada por el posicionamiento del ‘aparato’, que dispone de instrumentos extraordinarios para subvertir y obstaculizar un acceso incontrolado o no deseado al sistema.

El extraordinario poder de que disponen los ‘aparatos’ se basa en controlar cinco áreas relacionadas entre sí; el aparato ‘administrativo’, la estructura territorial, los tiempos, la elaboración de las listas electorales y, por último, el nombramiento de cargos público. Veámoslo.

El aparato administrativo aparece en toda organización, pues debe contar con una administración burocrática formada por un número indeterminado de empleados asalariados. Realizan tareas administrativas y logísticas. Generalmente han sido nombrados por los anteriores miembros de la dirección y continúan por ‘confianza’ o bien han sido nombrados por los actuales. No es extraño que en su composición aparezcan familiares, amigos o personas de confianza de determinados sectores. Carecen de capacidad de decisión política, pero son instrumentos indispensables para que la organización se oriente a los fines que el aparato político decida.

La administración, entre otras cosas, gestiona el ‘censo de afiliados’. Estos censos contienen los datos fundamentales para poder comunicarse con las bases de la organización. En él figuran sus nombres, direcciones, profesionales, teléfonos, direcciones de mail, cargos que desempeña, importe de su cuota y demás datos personales. Es el aparato dirigente quien decide el momento en que se producen las ‘altas’, las ‘bajas’ y las ‘modificaciones’, pues tales decisiones son competencia de los órganos de la estructura.

Los censos se utilizan con múltiples finalidades y facilita una rica fuente de información. Una de las funciones del censo es demostrar el tamaño de la organización y, de ahí, su ‘poder’: a más afiliados, más compromisarios en un congreso del partido, más votos para una u otra candidatura en disputa y más capacidad de ‘negociar’ las colocaciones en puestos o de instalar ‘peones’ en los órganos de dirección de la organización. Además, a más compromisarios, más dificultades tendrán los aspirantes para alcanzar el número de avales necesarios para postularse a la dirección.

Por esa cuestión, y también por las resistencias en quienes tienen que aportar los datos, los censos no se actualizan. Las estructuras más cercanas al afiliado, locales y comarcales, no se preocupan en ello, pues si lo hicieran y redujeran afiliados, perderían en presencia, influencia y poder.

Las estructuras territoriales nunca actualizan las bajas en el censo de afiliados, si lo hicieran reducirían afiliados y, con ello, perderían presencia, influencia y poder"

Errejón o 'quien va contra el aparato, pierde" - Visioncoach

Ejemplos de su ficticio tamaño lo encontramos en el Partido Popular de Madrid. El el último congreso regional decía contar con más de noventa mil afiliados, si bien la inscripción para participar en el mismo solo fue realizada por unos ocho mil. De ahí la ‘revisión y actualización’ del censo prometida por su presidenta Cristina Cifuentes y posteriormente por el conjunto del partido. Y esta circunstancia se refleja y es extensiva a lo que sucede en todas las estructuras territoriales del partido. Así sucedía también en el PSOE, quien ya en su día actualizó sus censos y vio como, distinguiendo entre ‘afiliados’, que pagan su cuota. y ‘simpatizantes’, que no pagan, los censos se redujeron drásticamente, dando, además, a aquellos los exclusivos derechos que le correspondían por pagar las cuotas.

Durante los congresos, el acceso al censo es de suma importancia para los candidatos que quieran postularse. De ahí también la defensa que el aparato hace de esta necesidad. El candidato ‘oficialista’ cuenta, de facto, con fácil acceso, pero no así sucede con el resto. En ese momento en cuando empiezan a aparecer las dificultades. Por un lado, el articulado de la Ley de Protección de datos de carácter personal comienza a aparecer como condicionante y obligación inexcusable cuando es el aspirante quien lo solicita. Y esa obligación es cierta, pero no se aplica a todos por igual. Y por otro lado, cuando se aporta, aportarlo a regañadientes y en soportes que impidan al aspirante la manipulación masiva de los datos que contiene y con los que necesita elaborar el mailing de su campaña.

A través del control del aparato administrativo, se controla la sede y, con ellas, los medios de que dispone, siendo utilizados durante los periodos congresuales exclusivamente por los candidatos oficialistas, que utilizan los mismos para sus campaña y par recabar los avales necesarios para su postulación, mientras que cualquier otro candidato se ve obligado a alquilar oficinas de campaña y la equitación necesaria para sus fines.

El apartado también controla los distintos aparatos territoriales en que se haya organizada la estructura. Todas las organizaciones tienen una estructura piramidal que funciona ‘en cascada’ desde lo nacional hasta lo local, pasando por regiones, provincias y comarcas. Por eso, los líderes nacionales apoyan en las regiones a ‘barones’ leales. Éstos, a su vez, apoyan siempre a candidatos provinciales oficialistas y de confianza frente a otros. Y las estructuras provinciales sitúan con absoluta libertad a los responsables comarcales, que sirven de puente para controlar a los dirigentes locales. De ahí, la importancia de poder diseñar listas electorales y candidaturas congresuales que sigan la ‘línea correcta’. La democracia es descendente, desde la dirección hacia los afiliados de base, nunca al revés.

Los aparatos están presentes en todos los ámbitos territoriales y siguen, todos ellos, una dirección uniforme. Aun en caso de que en alguno de los escalones se colocara alguien distinto a la preferencia oficial, este terminará asumiendo su papel en el aparato, pues para disponer de los servicios que este aporta, deberá necesariamente estar ‘en sintonía’ con el resto de la estructura.

Los aparatos de los partidos se esmeran en captar avales para la presentación de sus candidatos, pero no lo hacen por avasallar a cualquier aspirante, sino para reducir o anular toda capacidad de que se presente otro"

Se controlan ‘todos los estamentos’ con la finalidad de que, al toque de acción por parte de la organización superior, toda la estructura se movilice de una forma eficaz. Pero, en ocasiones, este estructura territorial tan perfectamente alineada, también es utilizada para obstaculizar el contacto y el desarrollo de asambleas por los aspirantes no oficiales, que deben contar con otros candidatos para convocar a la militancia local.

Mientras ‘el candidato del aparato’ cuenta con un ingente y exagerado número de avales para presentar su candidatura, superando en muchísimo los reglamentariamente necesarios, el aspirante debe recabarlos con dificultades y lentitud. A la dificultad de acceder a los afiliados, se une el que, en muchas ocasiones, el responsable local ya ha recogido para el candidato oficial la totalidad de los avales de su localidad, no dejando margen alguno para que otro se postule. La finalidad pretendida no deja de ser la de avasallar al adversario, que sería noble; pero lo que realmente se persigue es limitar su capacidad de conseguir los avales para que no puede siquiera presentar su candidatura. Sin candidato alternativo, se proclamaría por aclamación al oficialista.

El todopoderoso ‘aparato’ también controla los tiempos. Quiere esto decir que ciertos temas solo son tratados, o no, cuando interesa. Solo se debate aquello que ‘interesa que se debata’ y cuando se estima oportuno que se haga. Ejemplos de estos casos es que el aparato dispone de cuándo se celebrará el congreso, quiénes formarán parte de la comisión organizadora, quiénes estarán en la propia mesa del congreso y lo dirigirán, qué ponencias se van a tratar y quiénes serán los respectivos ponentes de las mismas, estableciendo el marco preciso de qué se habla, quién lleva las iniciativas y quién modera. Todo, bajo control.

Controlar los tiempos permite al candidato oficial tomar la iniciativa y comenzar a ‘solicitar sus ‘avales’ en el mismo momento, incluso en el mismo lugar, en el que se convoca el congreso, pues ya tiene toda la organización previamente preparada para ello. Personalmente he visto como, mientras se celebraba el acto donde un congreso debía ser convocado, a kilómetros de allí ya se estaban recabando avales en el formato oficial que se estaba aprobando en esos momentos.

Los 'comités electorales' que no son más que órganos que sirven lo que ya se ha cocinado y 'emplatado' en otras cocinas. Dan carácter de decisión 'orgánica' a lo que no lo es"

Julio Gómez o el general en su laberinto - Cunero en Zaragoza y Almeria - Visioncoach

Cuando se aproximan las citas electorales, el aparato también decide quién irá en las listas electorales y en qué orden. Este es otro momento especialmente delicado, porque quienes se han visto encumbrados por el partido en un congreso, quieren rematar su ascenso colocándose adecuadamente para un puesto electo, por el que cobra y presume. No hay sitio para todos, por lo que ‘el aparato’ dedica. Los ‘comités electorales’ que figuran en todas las organizaciones no son más que órganos que sirven lo que ya esta cocinado y emplatado. Solo dan el carácter de ‘decisión orgánica’ lo que en una decisión ya tomada en otros ámbitos.

De ahí que siempre se haya visto con ‘malos ojos’ a los llamados ‘paracaidistas’ o ‘cuneros’, que nos aquellos candidatos no originarios de la circunscripción electoral por la que son ‘presentados’, siempre por orden del aparato del partido y sus gerifaltes. Este es el caso de José Julio Rodríguez Fernández, flamante general de Podemos, natural de Orense e impuesto, primero en las listas electorales de Zaragoza en las elecciones generales del 20-D y, seis meses más tare, en las de Almeria para el 15-J. En ambos casos no salió elegido y es de reconocer la inteligencia de zaragozanos y almerienses.

No cabe extrañarse de tales situaciones, pues es algo de ‘honda tradición en la política española’ que ha permanecido vigente desde 1977. Loyola de Palacio y María Teresa Fernández de la Vega, ‘aterrizaron’ ambas sobre Segovia por orden de Génova y Ferraz respectivamente; más recientemente, el joven diputado de Ciudadanos, Pablo Yáñez, encabezó la lista por Salamanca por orden personal de Albert Rivera. Los ejemplos serían interminables y se suceden ‘elección tras elección’.

También existe la figura de los ‘fichajes estrella’; personas no activas en la organización o incluso ajenas a ella -quizás ni se las conoce- pero con presunto ‘tirón electoral’ con los que el aparato cree obtener más votos. Fue el caso de la periodista y escritora Irene Lozano Domingo, que había sido Diputada de UPyD entre 2011 y 2015 e impuesta en las listas del PSOE por Madrid en las generales del 20-D por orden expresa de Pedro Sánchez. No obstante, el ejemplo más representativo lo protagonizó el exjuex Baltasar Garzón, fichaje realizado ‘personalmente’ por Felipe González, como ‘contrapeso’ a los casos de corrupción que padecía el PSOE en aquellos momentos. Cabe notar que, en todos los casos, estas estrellas terminan estrellándose, pues el presunto ‘tirón’ era inexistente.

Estar en las listas electorales sirve como premio a aquellos que han estado en línea con la organización y han servido a sus fines. También se utilizan para equilibrar el poder y dar presencia a las distintas familias, corrientes y territorios.

Pablo Yáñez, cunero de Cs en Salamanca - El poder de los aparatos - Visioncoach

Aquellos que no cuentan con el apoyo del aparato tienen imposible acceder a la dirección del partido, estar en una lista electoral u ocupar cargos públicos"

Ello conlleva que, posteriormente, los grupos que han de constituirse en las distintas instituciones, estén perfectamente alineados con el resto de la estructura y sea más sencillo el nombramiento y cese de los distintos portavoces, cargos y asesores de confianza, tanto en los grupos parlamentarios como en los municipales de los ayuntamientos o las diputaciones.

Pasadas las elecciones, y dependiendo del resultado de las mismas, el aparato del partido tiene mucho que decir en el nombramiento de los distintos cargos en los organismos públicos en todos los niveles. Si bien el presidente se reserva la exclusiva designación de sus ministros o consejeros, ‘el partido’ puede también sugerir, si bien su actuación es más determinante en el nombramiento del siguiente escalón de nombramientos, desde subsecretarias, secretarías, direcciones generales y múltiples puestos en organismos autónomos y administración territorial.

Como puede observarse, aquellos que no cuenten con el apoyo o simpatía del aparato, tienen complicado, sino imposible, acceder a la dirección de las organizaciones, estar incluido en una lista electoral u ocupar cargos públicos. Y sucede en todas las organizaciones, aunque sea más relevante en los partidos políticos, ‘alma mater’ del sistema democrático constitucional. .

Sucede también en las organizaciones sindicales, organizaciones empresariales, organizaciones no gubernamentales, organizaciones colegiadas, cámaras de comercio, colegios profesionales y cualquier otra organización social. Sucede en todas. Aunque lo nieguen.

¡Cuan difícil es que, si fuera verdad, alguien lograra en un congreso un respaldo del 98% en organizaciones tan numerosas y con intereses tan dispares! ¡Si somos diferentes hasta para pedir un café!, ¿cómo es posible un resultado tan unánime?

Quien se afilia a una organización, lo hace para participar, para implicarse en las decisiones que desde la misma se toman. Los ciudadanos de hoy desean participar más en política y utilizan los cauces que hay para ello. Pero esos cauces estaban y se mantienen viciados incluso por los nuevos partidos que han llegado. Tras los procesos congresuales, aparentemente democráticos, se viven situaciones de absoluta falta de democracia interna que han sido los que han lastrado el sistema democrático hasta ahora existente.

Se hace necesario impulsar la democratización en el funcionamiento de nuestras organizaciones políticas y es ahora el momento político oportuno. Pero eso iría contra ‘los aparatos’.

Alberto Astorga

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