La rueda de Rotary | Alberto Astorga
La rueda de Rotary
ALBERTO ASTORGA
Muchas son las falsas creencias que circulan sobre Rotary y los rotarios que han oscurecido su imagen con un halo mistérico, donde el rumor, el “me han dicho” y el “creo que” son las primeras palabras que acompañan a su definición. Hoy quiero desvelarles el secreto de eso que pudiera ser entendido como algo ocultista, tan significativo que identifica desde hace casi 100 años a toda una organización.
La rueda rotaria es el símbolo de Rotary, un emblema que identifica a la organización y, como rotarios, a quién la porta. Pero, al igual que otros símbolos, tiene su propia historia de cómo ha ido evolucionando hasta la imagen que hoy todos conocemos.
Rotary es una organización internacional cuyos orígenes están en el Chicago de principios del siglo XX. El 23 de febrero de 1905, un joven abogado, Paul Harris, convocó una reunión a la que asistieron otros tres profesionales de la ciudad con los que había tenido contacto, con la sana intención de conocerse, establecer lazos de amistad y ayudarse mutuamente en una ciudad masificada y en la que las relaciones se hacían difíciles. Los otros asistentes eran Gustavus Loehr, ingeniero de minas, Silvester Schiele, comerciante del carbón y quien sería elegido como primer presidente del club, y Hiram Elmer Shorey, sastre.
Rotary nació en 1905 en una reunión de cuatro profesionales que buscaban conocerse, establecer lazos de amistad y ayudarse mutuamente"
Se reunieron en la oficina de Loehr, ingeniero de minas, en cuyo lugar de trabajo, la oficina 711 del Unity Building, en el centro de la ciudad, se celebró la que sería la primera reunión de un club rotario. Desde ese momento, sus reuniones “rotarían” entre los distintos despachos y establecimientos
Para elaborar su diseño, “Monty” se inspiró en las famosas carretas de la Wells Fargo & Company ya que consideró que durante más de 160 años esta empresa había apoyado la diversidad en el lugar de trabajo, servido a una comunidad diversa y unificado con sus rutas el territorio de los Estados Unidos. Recogía todo aquello que se quería transmitir.
Sin instrucciones previas, cada club que se incorporaba comenzaba a utilizar sus propios diseños, siempre inspirados en la rueda de Harris y de “Monty”, pero con variantes que visualizaban tanto la sensación de movimiento como el nombre de los distintos clubes.
En esta línea, el club de Filadelfia, fundado en 1910, pensó que el diseño de la rueda de carro de Chicago no transmitía adecuadamente la idea de Rotary y le añadieron engranajes para crear así una rueda de trabajo. Se trataba de una rueda más mecánica e industrial, que pretendía simbolizar la necesidad de trabajar en equipo para lograr objetivos.
En la convención nacional de 1911 en Portland, siendo secretario de Rotary Chesley Reynolds Perry, se recomendó que se tomarán las medidas pertinentes “para que la rueda formase parte del diseño básico del emblema de todo club rotario”. Con esta idea de adoptar un emblema estándar para toda la organización, se decidió copiar aquel el emblema utilizado por el Rotary Club de Filadelfia: la rueda dentada.
Posteriormente, ante la falta de un criterio uniforme, se modificaban en los distintos clubes el número de radios, el número de dientes y la forma de estos. Por ello, en 1918, la dirección de Rotary designó a Charles Mackintosh, del Club Rotario de Chicago, y a Oskar Bjorge, del Club Rotario de Duluth, para formar y gestionar un Comité Especial para la Estandarización del emblema de Rotary.
Para Bjorge, el emblema utilizado era «un insulto a la ingeniería que sólo el cerebro de un artista podría concebir». Aquella rueda, con 19 engranajes, no podría funcionar nunca: tenía dientes de forma cuadrada y de tamaño desproporcionado y, además, estaban espaciados irregularmente. Para corregirlo, diseñó una rueda con seis radios, los seis objetivos de Rotary en aquel momento, y veinticuatro dientes.
Posteriormente, en 1924, y por sugerencia de Will R. Forker, del Club Rotario de Los Ángeles, se añadió a la rueda una ranura de chaveta que garantizara el movimiento. La explicación es bastante clara.
El diseño de Bjorge hacía imposible la función de impulsar la rueda mediante un eje, por lo que quedar inerte, inmóvil. Para Forker, que concebía a Rotary como una “fuerza viva”, insertar un chavetero en el cubo de la rueda la convertía en una rueda de trabajo eficaz. Ese es, desde entonces, el emblema de Rotary.
Hoy en día, la rueda rotaria, que comenzó como una idea de Paul Harris, se ha convertido en emblema a cuyo alrededor hay una organización compuesta por más de un millón de personas en todo el mundo e identifica una forma de ser y de actuar.
Como curiosidad, la rueda rotaria más grande del mundo se encuentra sumergida en la Bahía de Lamón, en la ciudad costera de Atimonan, provincia de Quezón, Filipinas, y es la imagen que ilustra este artículo.
En 2005, los pescadores locales recurrieron al Club Rotary de Atimonan en busca de ayuda. En aquella época, la industria pesquera se encontraba en su peor momento debido a que los barcos de pesca comercial venían utilizando dinamita, cianuro y redes de malla fina, agotando con ello los recursos pesqueros. La pesca es considerada el alma de los pueblos costeros de la zona y durante años, los pescadores de la aldea habían luchado, sin éxito, para proteger las aguas que alimentaban a sus familias.
Como idea para recuperar la pesca, decidieron construir un arrecife artificial. Para ello, el club rotario local necesitó asociarse para este proyecto con el Rotary Club de Madera, California, y poder financiar proyecto que costaría más de un millón de dólares. Construyeron así un arrecife al que dieron la forma de la rueda dentada de Rotary, que permite bastante superficie para que crezcan los corales además de innumerables rincones donde la pesca puede refugiarse.
Fue fabricada en acero reforzado, mide aproximadamente cuatro metros de alto y veintiuno de diámetro y tiene un peso de varias toneladas. Se sumergió en las tranquilas aguas azules de la Bahía de Lamón, donde su presencia se ha convertido en orgullo de los pescadores locales, además de un guiño a toda la organización Rotary.
No solo es el arrecife de coral más grande de Filipinas y ha resistido varios tifones, sino que es un punto de atracción de multitud de especies y regenerador de la pesca en la zona. También se ha convertido en una atracción turística que ha impulsado la economía local y que permite a los pescadores alquilar balsas de bambú para que los turistas visiten el arrecife y practiquen buceo y pesca deportiva.
Alberto Astorga.