La política de la Educación | Carmen Heras
La política de la Educación
CARMEN HERAS
La experiencia como docente durante cuarenta y tantos años me ha enseñado que se puede desmotivar el aprendizaje cuando, a esfuerzos distintos y progresos distintos, se les iguala por abajo.
El sistema educativo, en su base, constituye un marco mínimo de referencia que prepara a los seres humanos para andar por la vida con unos recursos garantizados de supervivencia. Pero, sobre dicha base, se necesita construir un edificio.
Por ello, las administraciones no deberían ser tan débiles como para nivelar a todos los alumnos poniendo la cota en los mínimos, pues entonces las posibilidades de una región o de un país, en compentencia con otros -si hay mercado hay competitividad-, disminuyen a marchas forzadas, lo que acarreará nuevas y sempiternas desigualdades.
Esto no lo arregla ningún político citando lo que le cuentan los sindicatos del sector, sino la reflexión seria y sosegada del grupo formado por los que, día a día, están trabajando en él"
Ya está ocurriendo. La pandemia lo ha hecho aún más evidente. Y esto no lo arregla ningún político citando lo que le cuentan los sindicatos del sector, sino la reflexión seria y sosegada del grupo formado por los que, día a día, están trabajando en él.
Este análisis conjunto está faltando en este momento. Y sobrando muchas disquisiciones políticas, a derecha e izquierda, que -a mi juicio- no van al análisis general del problema.
El historiador Noah Harari explica, con bastante realismo, que cualquier poder es como un gran agujero negro del que resulta difícil salir, pues tiende a enrocarse ocupando el centro -conservador- de lo establecido.
Muchos son los que colaboran en ello: los que lo necesitan, los aduladores y los que no se atreven a oponerse. Al fondo, fluctúa la escasa formación en los ‘intríngulis’ políticos de una inmensa mayoría de individuos, lo que los convierte en masa altamente manipulable.
Es difícil que quien tiene preocupaciones económicas o vive situaciones extenuantes de trabajo, tenga tiempo, además, para dedicar sus fuerzas a cuestiones de interés colectivo con un altruismo pleno. Los tiempos no son propicios a utopías e, incluso los sujetos más involucrados dentro de las organizaciones existentes, poseen grandes dosis de pragmatismo inyectadas en vena, aun cuando aparenten una vocación de servicio desinteresada.
La educación de un país es un asunto fuertemente político, a fuer de personal y familiar, que no debiéramos empequeñecer"
La educación es un concepto utilizado para explicar conductas o actitudes; en unas ocasiones bastante injustificables (decimos entonces que hay ‘mala educacion’) o en otras, excelentes y dignas de una ‘buena educación’ (argumentamos).
Es la educación de un país un asunto fuertemente político (a fuer de personal y familiar) que no debiéramos empequeñecer bajo el argumento de que hoy todo el mundo tiene acceso a unos niveles básicos de ella bastante aceptables y de que la existencia de universidades en todas la autonomías garantiza a la mayoría de los jóvenes unos estudios superiores.
Una falsa idea de democratización en las aulas ha traído consigo una bajada en los controles de calidad, auspiciada por la ausencia de filtros de actitudes previas de cualquier estudiante"
La realidad es otra. Una falsa idea de democratización en las aulas ha traído consigo una bajada en los controles de calidad, auspiciada también por la ausencia de un verdadero filtro específico que garantice en alguna medida las aptitudes previas de cualquier estudiante de grado y profesional futuro.
Para agravarlo, se ha producido una subdivisión exagerada en las categorías del profesorado universitario a las que se accede, no tanto por su excelencia como docente como por sus cualidades y publicaciones investigadoras en campos no necesariamente dedicados a la enseñanza.
De todo esto, en los foros oficiales, no se habla.
Carmen Heras