La ‘nueva’ forma de entender España | Emilio Borrega
La "nueva" forma de entender España
EMILIO BORREGA
«Plan de Transición hacia la Nueva Normalidad» es el título elegido por nuestro gobierno para desarrollar objetivos graduales, asimétricos y en cuatro fases -que realmente son cinco porque existe la «fase cero»- para retomar lo que siempre ha sido nuestra vida en libertad y que ahora, el equipo de marketing de la Moncloa, quiere denominara «nueva normalidad».
No crean que el nombre del Plan viene copiado de algún país comunista de medio pelo, de ningún manifiesto bolchevique de Corea del Norte, Cuba o Venezuela. Este plan de transición, elaborado por el equipo de marketing y/o los «expertos» que igual valen para un roto como para un descosido, no ha tenido en cuenta lo acontecido durante estos dos meses que llevamos de estado de alarma, ni puede ser el título de una hoja de ruta anunciada y deseada.
El 'Plan de Transición hacia la Nueva Normalidad' es el título elegido para retomar lo que siempre ha sido nuestra vida en libertad y que ahora, desde el equipo de marketing de Moncloa, pretenden llamarlo como 'nueva normalidad'"
Las alarmas sanitarias que vienen sonando desde finales de enero en España fueron desoídas por nuestro gobierno social-comunista, porque Pedro Sánchez y su numerosa corte de ministros nunca pensó, ni pensaron, gestionar una pandemia. Eso no entraba en sus planes. Él, Pedro Sánchez, el presidente, quiso ser presidente para otra cosa, para cambiar España tal y como la conocemos, para transitar hacia un estado más fuerte, más controlador, con poderes ejecutivos, legislativos y judiciales y, de paso, también mediáticos y sociales. Es decir, Pedro Sánchez quiso ser presidente para «matar a Montesquieu» y a cualquier hijo de vecino que lo recordase.
Para ello, nada mejor que una alianza con Podemos, con un partido que, a todos luces y sin complejos, siempre ha dejado claro que nuestra democracia está obsoleta, que el estado español es rancio, que el Rey ha de ser ‘guillotinado’ (quiero creer que la amenaza lo es en su sentido político y no físico) y que Venezuela, Cuba, Bolivia o Irán son ejemplos del tipo de gobierno y de la forma de vida que quisiéramos instaurar en España.
A esta feria se suman, con otros objetivos pero con el nexo común de destruir la España en que vivimos, los nacionalistas catalanes y vascos, sean republicanos, de derecha o de izquierda, separatistas radicales y comunistas de moqueta y visas oro, para aupar al líder, Pedro Sánchez, ambicioso, ególatra y narcisista hasta límites insospechados, para dirigir tamaña empresa, toda vez que ha sido capaz de imponer en el PSOE un estado de sitio intelectual en el que nadie critica ni cuestiona las decisiones del líder y ni siquiera se plantea una mínima réplica o contradicción.
Cuando todo esto del gobierno parecía que echaba a andar, van los chinos y se dejan escapar un virus, sin vacuna aparente, que se extiende por el mundo, que llega a España, nos cambia la vida y nos lo para todo. Absolutamente todo. Los planes del gobierno social-comunista pasan a ser ahora lo de transitar hacia una nueva forma de entender España.
Nos vemos obligados por imperativo de la realidad, a centrarnos en solucionar una crisis sanitaria sin precedentes, que alcanza más de 25.000 fallecidos -y subiendo-, miles de infectados -y subiendo- y sin vislumbrar después de todo, un horizonte esperanzador a la vista. Como todo en la vida, lo que empieza, acaba. Esta crisis empezó y terminará. Y cuando suceda, el gobierno seguirá con su siniestra hoja de ruta, hoja de ruta que han venido en llamar «nueva normalidad».
La crisis sanitaria, además de poner de manifiesto una vez más que «izquierda» y «gestión» son conceptos incompatibles, ha servido para acelerar y tratar de imponer a los españoles una «nueva normalidad» que realmente debería haberse denominado «una nueva forma de entender España», como modelo distinto al vivido desde hace cuarenta y cinco años gracias a aquel gran pacto que supuso la Transición y a la concordia alcanzada en y desde la Constitución de 1978.
Me gustaría estar equivocado y ser tachado como «alarmista». Creo que el Estado de Derecho español cuenta con herramientas de defensa para contra atacar con efectividad cualquier intento de sublevación, aunque se haga desde esa «política líquida y blanda» que nos quieren imponer a través de la manipulación desde la comunicación. Pero entiendo que, cuando un gobierno social-comunista lo controla prácticamente todo, Fiscalía General de Estado incluida, todo es posible. Más que posible.
El marketing, el marketing político, ha venido para quedarse. Tras el estado de alarma prorrogado una y otra vez, hemos comprobado cómo se vive con las libertades recortadas y sin el reconocimiento de derechos fundamentales que ampara nuestra Constitución. Eso que ha sido amparado sucesivamente por el Congreso de los Diputados, no puede extenderse sine die al resto de nuestras vidas. Esa «nueva normalidad» no puede ser esa «nueva forma de entender España» que se nos quiere imponer. Si nos resignamos, viviremos en un estado de alarma permanente y no creo que para eso estemos preparados.
Emilio Borrega
Otros artículos de Emilio Borrega