La historia se repite | Damián Beneyto
La historia se repite
DAMIÁN BENEYTO
En España estamos pasando por una especie de ‘déjà vu’ desde hace algún tiempo. Es esa sensación de que ya se ha vivido anteriormente lo que está ocurriendo en la actualidad.
Cualquiera que conozca nuestra historia reciente podrá comprobar las similitudes entre la situación política actual y la que ya vivimos en los años 30 del pasado siglo, aunque naturalmente el mundo de hoy tiene poco que ver con el de aquellos tiempos del ‘cuplé‘.
Los españoles, como ya decía el canciller alemán Bismarck, ‘llevamos siglos intentando destruir España, sin conseguirlo’, pero somos únicos también para renacer de nuestras cenizas, cual Ave Fénix. Nuestra historia ha sido una especie de montaña rusa que nos ha llevado de lo más alto a lo más bajo sin que encontremos término medio. ‘Nos va la marcha’ de los extremismos, tendemos a lo esperpéntico y somos incapaces de mantener durante mucho tiempo periodos de razonable bienestar.
A los españoles nos va la marcha de los extremismos, tendemos a lo esperpéntico y somos incapaces de mantener durante mucho tiempo periodos de razonable bienestar"
Nesitamos chutes periódicos de adrenalina para sentirnos en nuestra salsa y, aunque se levanten voces pidiendo paz y sosiego, nos puede más el muy hispano ‘ardor guerrero’.
Con la Transición a la democracia, y después de no pocas dificultades para doblegar las ínfulas de unos y otros, conseguimos un periodo de bonanza nunca conocido. Desgraciadamente parece que nos hemos cansado de estar en la parte de arriba de la noria y vamos para abajo más deprisa de lo que parece.
Damián Beneyto Pita es natural de Carcaixent (Valencia), pero extremeño y residente en Plasencia desde 1977. Profesor de Enseñanza Secundaria. Fue Director del Centro de Artes Escénicas y de la Música, CEMART, entre 2007 y 2011. Director también de la Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura entre 2007 y 2010, Diputado en la Asamblea de Extremadura por el Partido Regionalista Extremeño, PREX, entre 2011 y 2015.
Uno de los errores que hemos cometido ha sido sustituir demasiado pronto a unos políticos que eran conocedores de la dictadura, de las consecuencias de la guerra civil, y que sabían hasta donde se podía llegar sin cruzar ‘el Rubicón’ del sectarismo y el enfrentamiento, por otros que se han criado en la bonanza, que se creen que todo el campo es orégano y que reabrir las heridas y volver a enfrentar a los españoles no va a tener ninguna consecuencia.
La pandemia que nos azota está solapando una realidad socio-política más que preocupante y que se va pareciendo cada vez más, salvando las distancias, con lo que ya ocurrió en España allá por los años 30 del siglo XX.
Esos nuevos políticos se creen que todo el campo es orégano y que reabrir heridas no tendrá consecuencias"
No quiero decir con esto que vayamos a entrar en una nueva guerra civil; primero, porque la situación socioeconómica no es todavía insostenible y, segundo, porque la Unión Europea no lo permitiría, sabedora de las consecuencias que le acarrearía a todo el continente.
Sin embargo sí que estamos en una especie de ‘guerra fría’ al más puro estilo de la que ocurrió en la década de los cincuenta y los sesenta en el mundo. Vuelven a haber dos bandos irreconciliables y muchos españoles se van cada día radicalizando más y apuestan por partidos que, desde ideologías rancias y vetustas, pretenden acabar con la democracia y las libertades individuales.
Los paralelismos son evidentes. El socialismo ha abandonado la socialdemocracia para volver a caer, como ya hizo en la segunda República, en el marxismo-leninismo, echándose en los brazos del comunismo -ahora llamado ‘populismo’- y de los partidos que pretenden acabar con la unidad de España y blanquear al terrorismo.
El PSOE ha enterrado a González y a Rubalcaba como hizo entonces con Besteiro y Prieto, para sustituirlos por Zapatero y Sánchez como sustitutos de Caballero y Negrín"
El PSOE ha enterrado a Felipe González y a Alfredo Pérez Rubalcaba como hizo en aquella época con Julián Besteiro e Indalecio Prieto, para sustituirlos por Rodríguez Zapatero y Sánchez, como sustitutos de Largo Caballero y Negrín. ¡Ya les vale!
El comunismo, históricamente minoritario, está fagocitando, como en el Frente Popular de 1935, al PSOE, del que se aprovecha para mantenerse en el poder y llevar a cabo políticas que nunca serían posible sin la colaboración del socialismo patrio, al mismo tiempo que promete prebendas a independentistas y a terroristas de toda clase y condición a cambio de apoyos que le permiten chantajear al ‘Negrín’ de turno y llevarlo a su fin último que no es otro que convertir a España en una república comunista.
Acabar con la monarquía parlamentaria, garante de la unidad de España, es el primer paso. Y se utiliza para ello la falta de escrúpulos de ciertos medios de comunicación, que sacan ‘las miserias de los miembros de la casa real’ pese a ser la nuestra la más austera del mundo y a la que le debemos una transición a la democracia modélica y el mayor periodo de bienestar de nuestra historia.
Pero además, si hay una institución que necesariamente ha de ser controlada, es la Justicia. Como ya se hizo en 1936, hay que controlar la fiscalía y, nada mejor que colocar a su frente a una exministra del ramo, pareja -para más inri- de un exjuez prevaricador y radicalmente izquierdista como Baltasar Garzón. Solo resta el control del Consejo General del Poder Judicial, CGPJ, con nombramientos acordes a sus intereses y que vendan su independencia a este nuevo régimen.
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Como en 1936, hay que controlar la fiscalía y nada mejor que colocar a su frente a una exministra del ramo, pareja -para más inri- de un exjuez prevaricador y radicalmente izquierdista"
Otra de las ‘tácticas’ propagandísticas de este Frente Popular es acusar al centro-derecha de ‘fascista’, como ya hicieron sus antepasados cuando la CEDA osó ganar las elecciones de 1933, a pesar de una Ley electoral confeccionada por la izquierda que, como la actual, premiaba a los nacionalismos y secesionismos. Los partidos de izquierda incluso pidieron a Alcalá-Zamora que se repitieran las elecciones, no por fraude, sino porque había ganado el centro-derecha. ¡Pásmense!
La CEDA era un partido demócrata y, aunque monárquico, respetuoso con la constitución republicana; su líder, Gil Robles, abogado y profesor universitario, jamás tuvo nada que ver con el fascismo y, es más, como abogado defendió a sindicalistas de CCOO en ‘el proceso 1001’. En España, ser de derechas significa irremediablemente, según las consignas del rojerío patrio, ser un fascista de tomo y lomo. Hoy el PP, como le ocurrió a la CEDA, es acusado de fascista a pesar de una tradición y un programa electoral absolutamente democráticos.
Para rematar este peculiar ‘déjà vu’, se trata de evitar que el centro-derecha vuelva a gobernar. Ya lo dijo el ‘presidente’ del gobierno ‘de facto’, Sr. Iglesias, en sede parlamentaria: «el PP no volverá a formar parte de un Consejo de Ministros» y esto, que lo entienda cada uno como quiera.
En 1933, al partido más votado, la CEDA, se le impidió formar gobierno por la presión de la izquierda al Jefe del Estado, que ilegalmente disolvía la cámara en 1935, y en las elecciones siguientes de febrero de 1936 el Frente Popular utilizó todo tipo de artimañas para impedir el triunfo de la derecha, incluso la intimidación y la amenaza a candidatos conservadores.
No creo que este periodo de nuestra historia vaya a acabar como finalizó la funesta Segunda República, pero las coincidencias entre lo que pasó entonces y lo que sucede ahora, dan que pensar. Y les confieso que a mí me empiezan a preocupar.
Damián Beneyto
Nota del autor: Algunos de los datos que expongo se pueden encontrar en “¿Por qué la República perdió la guerra?”, Capítulo 1, Stanley G.Payne, Ed. Espasa, y en “1936, fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular”, Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García, Ed. Espasa.