La decencia | Carmen Heras
La decencia
CARMEN HERAS
Si se busca en el diccionario el significado de la palabra ‘decencia’ vemos que se la define como ‘la honradez y rectitud que impide cometer actos delictivos o moralmente reprobables’. Existen innumerables apreciaciones sobre ellas de personas muy informadas, desde literatos, como Jacinto Benavente lo la gran Marguerite Yourcenar, pasando por filósofos, como Friedrich Nietzsche, o humoristas como Álvaro de la Iglesia. Son muchos los que la han citado en algún momento, lo que revela su importancia dentro de una sociedad en cualquier época, ya sea timorata o hipócrita, indulgente o permisiva.
Tener una vida pública decente parece ser la ‘piedra filosofal’ necesaria a un sistema democrático que funcione. Es lógico, para que un político sea un verdadero representante de los ciudadanos, que les sirva de ejemplo al encarnar sus mejores virtudes. Ahora bien, ¿cuáles son las primordiales virtudes de un político decente? ‘Que no robe’ -contestarán algunos-; ‘que se preocupe por hacer bien su quehacer político’ -dirán otros; ‘que no mienta y cumpla lo prometido’ -razonarán unos terceros.
Para que un político sea un verdadero representante de los ciudadanos ha de servirles de ejemplo al encarnar sus mejores virtudes"
Vayamos por partes. ¿Qué significa ‘robar’? Quitar a otro algo que es suyo. Por ejemplo, la fé en las instituciones, esas estructuras mediante las cuales los humanos nos organizamos para vivir un poco mejor y con derechos. ¿Roba un político cuando las vuelve endebles al no ejercer de manera adecuada los deberes propios de su puesto en ellas? ¿Roba por recibir unos emolumentos, aun no trabajando suficientemente o no estar capacitado para su desempeño? ¿Roban los políticos que no tienen para la institución en la que están un proyecto común de progreso para sus convecinos? ¿Roban cuando cargan al erario público -que es de todos- los gastos derivados de gabinetes ‘gigantes’ con personas amigas pero no adecuadas?
¿Y qué significa ‘realizar bien su quehacer’? En principio, pareciera que es colaborar en la mejora de la vida de todos. ¿Con equidad o sin ella? ¿Puede hablarse de ‘mejora general’ sin la equidad que nivele los desequilibrios? ¿Que no ayuda a unos pero sí a otros? ¿Se realiza bien una tarea cuando el objetivo se orienta preferentemente hacia los sectores donde están los propios votantes? ¿Se ayuda a largo plazo a una población cuando se ‘regala el pescado’ y nunca ‘la caña con que se pesca? ¿Cuando se emplean unos recursos públicos ‘a fondo perdido’ y no se contempla la recuperación ‘en especie’ de los mismos mediante una evaluación adecuada? Y, por ende, ¿realiza ‘su quehacer’ en pro del bien común el político que no se duele y actúa ante las injusticias que puedan sufrir los gobernados?
Por último, ¿qué significa ‘no mentir’? Decir la verdad, no inducir simplemente la percepción de la misma o su simulación entre la gente. No prometer lo que no se hará, lo que no puede cumplirse. No fingir propósitos con palabras que los hechos desmontan. No despistar a nadie con las apariencias. No engañar -en suma- con cifras, esquemas y propósitos ocultos con encuestas y eslóganes.
Todo lo anterior pareciera una búsqueda continua de la ‘santa inocencia’, ¿verdad amigos? Pues eso. Referentes.
Carmen Heras