La corrala de la política parlamentaria | Alberto Astorga
La corrala de la política parlamentaria
ALBERTO ASTORGA
Si la nueva política iba a dar un aire nuevo a lo que s ha calificado siempre como tensas relaciones entre los distintos partidos; si pensábamos que su presencia en las instituciones será garantía de diálogo y acuerdos en beneficio de todos; si alguna vez creímos que con criterios tan dispares y contradictorios se iban a poner de acuerdo, sin reproches ni inquinas, nos equivocamos. Reconozcámoslo. Nada de lo que traían es nuevo. Todo está invitando. Es lo de siempre. Con otros actores, sí, pero lo de siempre.
La democracia es tan bonita, maravillosa y estupenda que, quien más y quien menos, incluido un servidor, se lo creyó. Impulsados por lo ‘políticamente correcto’ del momento, por la razonable y por las buenas palabras e intenciones que nos fueron vendiendo desde distintos ámbitos, llegamos a afirmas eso de que, tras las elecciones del 20-D, ‘los ciudadanos votaron por el diálogo y por el acuerdo entre todos’. Paz y amor. ¡Una gaita!
Eso que se llamó la ‘nueva política’, ha demostrado ser un invento para vender un pescado que huele a podrido tanto como el que ya había en el mercado. No es cierto que los ciudadanos hayamos votado por el diálogo y el acuerdo; hemos votado, digámoslo claro, lo que cada uno hemos querido, lo que nos ha parecido más conveniente según nuestras personales circunstancias.
Nadie se acercó a la urna pensando que el partido de sus amores debería llegar a acuerdos con otros para poder así gobernar, consensuar, pactar y ser felices tras el proceso electoral. ¡No sean idiotas, hubieran votado por ‘los otros’!
Con esta 'nueva política', nos equivocamos. Reconozcámoslo. No presenta novedad alguna. Todo estaba inventado. Son otros actores, pero son lo de siempre"
Nadie pensó que su voto suponía una parte del pluralismo ‘enriquecedor’, que facilitaría un gobierno mejor y más eficaz. Nadie pensó así. Se votó y punto.
Las decisiones tomadas reflejan que muchos votantes, desengañados por la pretendida y bautizada como ‘vieja política’, pensaron que votar a los de la ‘nueva política¡ les reportaría un escenario idílico. ¡Ay, pardillos! Tras cuatro interminables meses ‘negociando y dialogando’, los ciudadanos hemos sacado nuestras propias conclusiones que reflejan lo que percibimos de lo que ‘se dice’ y lo que ‘se hace’, de la actitud y del comportamiento que hemos visto en cada uno de estos ‘nuevos políticos’ y de lo que intuimos que pretende cada cual. Ha habido tiempo de saber cómo es cada uno. Toca ahora valorarlo y analizar si esto es lo que personalmente perseguíamos con nuestro voto.
Tampoco es cierto eso que se dice con toda formalidad y boato de que ‘la mayoría de españoles estén en contra de repetir las elecciones’. Y no lo es en base a la primera falsedad ya comentada. ¡Ójala nos dejaran votar nuevamente! ¡No quieren porque prefieren lo malo conocido!
Visto lo visto, que se vote otra vez. Que seamos conscientes de nuestro fracaso, no solo del de los partidos políticos y de los efectos de nuestras decisiones. Si hemos visto que esto no funciona así, debemos permitirnos cambiarlo y poner a cada uno en su sitio.
Nos encaminamos a nuevas elecciones. Creo que es lo que todos queríamos. Somos espectadores de cómo se culpan entre ellos para que unos parezcan los buenos y dialogantes y los otros los malos e intransigentes.
Desde Ciudadanos se dice que el PP ‘pinchó’ a Podemos para ver si rompía al PSOE por la mitad. Albert Rivera, después de tantear múltiples posicionamientos, pide ahora un gobierno independiente sin Mariano Rajoy y sin Pedro Sánchez. Podemos, además de pedir sillones, vicepresidencias, televisiones y más grupos parlamentarios, sigue en ‘la babia’ del Congreso y no termina de conocer ni su Reglamento.
Nada extraño, pues también interpreta a conveniencia sus propios códigos de ética. Debe ahora también afrontar una investigación policial para conocer su más que dudosa financiación. El PSOE les acusa de querer mantener a Mariano Rajoy y estar desde el principio pensando en sillones, financiación, elecciones y coaliciones. Y el PP espera en su rincón a que alguien le quiera hablar.
Vista la situación, en la que todos hablan de sus cosas y de las de los demás, la política española se ha convertido en una ruidosa corrala de vecinos en la que las voces del populacho se confunden, se multiplican y se contradicen. Y con este ‘runrún’ de fondo, entiendo que sea mejor volver a votar. Y ahora, sí. Ahora ya nos conocemos todos mejor.
Alberto Astorga