Juventud, divino tesoro | Damián Beneyto
Juventud, divino tesoro
DAMIÁN BENEYTO
Así comienza un poema del poeta nicaragüense Rubén Darío que tiempo después convirtió en canción el cantautor valenciano Pablo Ibáñez.
La juventud siempre ha estado de moda, pero quizás ahora, con esto de la pandemia, el ‘modus vivendi’ de nuestros jóvenes está más de actualidad que nunca. Sus costumbres, casi siempre transgresoras -sino no serían jóvenes-, chocan ahora con las normativas anti-pandemia y, como era de esperar, se está produciendo un conato de rebeldía fruto de la edad y también de la inconsciencia.
Desde que el mundo es mundo las distintas generaciones siempre han tratado de enmendarse la plana, lo que ha servido en muchas ocasiones para que la sociedad progresara en lo político, lo económico y lo social; pero también, otras veces, los resultados no fueron tan halagüeños y hubo retrocesos considerables.
La juventud de nuestro tiempo no es capaz de sacrificarse ni por nada ni por nadie, incluidos sus padres y demás familiares"
La juventud actual es un reflejo de la sociedad en la que vivimos y desde luego, para bien o para mal, la consecuencia de las políticas sociales y educativa que se han llevado a cabo en los últimos lustros. En España, como consecuencia de nuestra historia más reciente, quizás se hagan más patentes las diferencias generacionales. Nada tiene que ver la ‘generación de la posguerra’ ni la del ‘tardofranquismo’ y de la Transición con la actual.
Damián Beneyto Pita es natural de Carcaixent (Valencia), pero extremeño y residente en Plasencia desde 1977. Profesor de Enseñanza Secundaria. Fue Director del Centro de Artes Escénicas y de la Música, CEMART, entre 2007 y 2011. Director también de la Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura entre 2007 y 2010, Diputado en la Asamblea de Extremadura por el Partido Regionalista Extremeño, PREX, entre 2011 y 2015.
Nuestros jóvenes han tenido la inmensa suerte de vivir el periodo, sin lugar a dudas, de mayor bienestar de nuestra historia, aunque ahora parezca, gracias al progresismo rancio, que nada si hizo bien. El gran error de la generación ‘sándwich’, es decir la nacida en el franquismo y que trajo la democracia a España, fue no enseñar a sus hijos de dónde veníamos y el esfuerzo y sacrificio que había costado llegar a las cotas de bienestar que teníamos.
Queríamos para nuestros hijos lo mejor, lo que nosotros no habíamos tenido y, además, sin que tuvieran que dar un palo al agua. El resultado, y no es mi intención generalizar por lo injusto que sería, es que una parte importante de nuestra juventud no sabe ‘hacer la o con un canuto’, quiere vivir del cuento, no acepta nada que suponga algún esfuerzo y critica lo recibido fruto de su incultura e ignorancia. De la generación de los ‘Ninis‘, y como consecuencia, hemos pasado a la generación de los ‘okupas‘, de los caraduras que pretenden vivir del cuento toda su vida amparados por políticos que por todo mérito tienen haber sido votados por lo peor de cada casa
La falta de responsabilidad y civismo de esta generación, tan analfabeta como aparente, está siendo fundamental para la transmisión de la pandemia al no admitir normas de conducta que contradicen su santísima voluntad. No son capaces de ‘sacrificarse’ ni por nada ni por nadie, incluidos sus padres y demás familiares. Es más, niegan la mayor y están dispuestos a contagiarse fruto de su ignorancia supina.
La generación ‘sándwich’ ha cometido un error que no cometieron sus padres, no educar a sus hijos en el respeto, la responsabilidad y la bonhomía y así nos luce el pelo.
Como escribía Rubén Darío:
Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer"
Damián Beneyto