Investidura: una historia ¿ficticia? | Carmen Heras
Investidura: una historia ¿ficticia?
CARMEN HERAS
Imaginemos por un momento que Unidas Podemos nunca hubiera tenido como objetivo máximo el entrar a formar parte del gobierno de Pedro Sánchez. Imaginemos que lo que siempre pretendió́ como fin prioritario era “estar en la pomada”, asegurarse la atención mediática y demostrar que son indispensables y no una fuerza política en extinción. Si este hubiera sido su propósito, la organización política puede sentirse contenta pues lo ha conseguido ampliamente.
Estamos en el mes de julio, con mucha gente de vacaciones, hace calor y lo de Madrid queda lejano de los propios y particulares intereses de la mayoría. Los medios tampoco encuentran en esta época demasiadas noticias de relieve para contar, así́ que este juego del ratón y el gato en las filas de la izquierda resulta un rico caramelo para periódicos y revistas, que han utilizado a su gente en la construcción de crónicas similares siguiendo, casi al minuto, las negociaciones.
Si Unidas Podemos pretendía 'estar en la pomada', asegurarse la atención mediática y demostrar que son indispensables y no estar en extinción, lo han conseguido"
En este contexto, la proyección de un líder –Pablo Iglesias-, de un partido político – Unidas Podemos– y la trascendencia de su apoyo están garantizadas, dado el escaso entusiasmo que la candidatura de Pedro Sánchez suscita en las fuerzas de la derecha, y aunque sea tan solo para ser denunciados como piedras molestas en los zapatos de una pretendida fuerza de izquierdas.
Los asesores de Pablo Iglesias debieron fijarlo como objetivo en primer grado, conscientes de que, si de paso se lograba entrar en el Gobierno de España, pues miel sobre hojuelas.
Trabajar así́, desprendidamente, sin la urgente necesidad vital y política de alcanzar un ministerio, concede una fuerza inaudita a una de las partes de la negociación, que puede permitirse la actitud del “todo o nada”, ya que -realmente- no siente que tenga nada que perder.
Puede proponer, entonces, condiciones de máximos, a sabiendas de que son los del otro lado de la mesa los que dirán que no, rompiendo la baraja y siendo ellos los inocentes que desean seguir negociando. Lo he visto personalmente, en similares ocasiones.
Tengo la sensación de que hay demasiada brocha gorda en los análisis de muchos tertulianos caseros. Nada de psicomotricidad fina, que, al fin y al cabo, es la que permite una escritura bella y concisa.
Empezando por esa idea instaurada en la opinión publicada y publica, sobre que los españoles hemos votado para que la izquierda gobierne el país. Yo no lo tengo tan claro, pero, una vez establecida esa tesis, los dos partidos concernidos han jugado a que iban a intentarlo. Aunque con expectativas opuestas.
Y aquí́, es donde, a mi entender, Unidas Podemos ha ganado en el territorio de la táctica, porque desde el primer momento se ha posicionado como protagonista absoluto de una pretendida negociación. Incluso hasta cuando aparecen conductas consideradas nocivas (“hablen de mi, aunque sea mal”), ha tenido varias veces contra las cuerdas al partido gobernante.
Nada más hay que fijarse en que la propia Vicepresidenta, Carmen Calvo, es la que ha llevado las negociaciones, de manera no muy hábil, pues al colocar hitos en el discurso para ser esquivados, ha ido señalando a Pablo Echenique por donde discurría el camino y dejando pistas. El elevar las peticiones al tope, aunque rompan la negociación, al tiempo que se simula querer seguir jugando, era sencillo de ejecutar viendo actuar al adversario.
Desde el otro lado de la mesa, los asesores de Pedro Sánchez han tenido excesiva confianza en que su candidatura saldría per se, al ser los más votados y no existir otra posibilidad factible. Para no ser tildados de separatistas, no han hablado nunca de sus conversaciones con ellos, concentrándose solo en las mantenidas con Unidas Podemos, lo que ha acabado dándole a estos últimos un valor simbólico elevado en relación al número de diputados que posee dicha formación. De otras cuestiones importantes, ya hablaremos en otro momento.
Carmen Heras