Incierta política de pactos | Alberto Astorga
Incierta política de pactos
ALBERTO ASTORGA
El 20 de diciembre pasó como pasa todo en la vida. Por mucha ilusión y ganas que pusiéramos en la fecha que tenía que llegar, llegó. Llegó y pasó. Y de ‘aquellos recientes polvos’ vienen ‘estos frescos lodos’, porque -como bien dice el refranero español- la mayor parte de los males que se padecen son consecuencia de descuidos, errores o desórdenes previos e, incluso de hechos aparentemente poco importantes.
Si pasamos revista a los distintos análisis de los resultados electorales realizados por los propios partidos políticos y coaliciones, cabe concluir que todos ganaron. Este ‘éxtasis de felicidad generalizada’ es único en Europa, incluso en el mundo, donde no se encuentra caso similar en que, ante un resultado en las urnas, todos se muestren vencedores y satisfechos. Ante tanta felicidad, se hace necesario, no solo hacer una valoración del mapa parlamentario resultante, sino de las posibilidades de gobernabilidad que permite.
El primero ganó porque el castigo fue menor del esperado y los escaños más de los previstos, mientras que el segundo también ganó por el ‘descanso’ que le supuso llegar a la meta sin haberse visto superado por los partidos emergentes.
Si cada uno olvidase sus 'por qué' y analizase sus 'para qué' empezaríamos a orientar nuestra mirada al futuro y no al pasado; ver los retos y olvidar los agravios"
Así las cosas, y tanto por el resultado aritmético como por las declaraciones y posicionamiento de los distintos protagonistas, cabe preguntarse si ha perdido alguien. Y creo que hemos sido todos quiénes hemos perdido estas elecciones.
El Partido Popular, al haber ganado, está legitimado para gobernar. Otra cosa es que lo consiga. El que el PSOE quiera, en paralelo, intentarlo, parece, en principio y hasta no agotar otras posibilidades, un peligroso juego que abre expectativas y representaciones más radicalizadas y dudosamente constitucionalistas. Supone también una grave incertidumbre no solo para la economía, sino para los ciudadanos, sus instituciones y sus libertades. Ante esta situación, creo, al igual que muchos otros, que es ahora el momento de la política, del diálogo, de los pactos y de los acuerdos. Toca un estilo de política que lleva más de treinta años sin verse en España. De una política basada en el interés general, en la generosidad de la mayoría y en el consenso.
Hacer posicionamientos previos a cualquier diálogo condiciona los decisiones sosegadas y nos hace esclavos de nuestras palabras. Y eso es lo que hasta ahora se ha hecho; posicionarse sin diálogo, sin escuchar al otro, sin ver la realidad. Pero la experiencia nos ha hecho escépticos. Las decisiones que cada partido ha tomado hasta ahora nos abocan a repetir las elecciones generales. Y en ese escenario, hay demasiadas incertidumbres y obstáculos para todos.
Es hora de que los políticos dejen de mirarse el ombligo y jugar a estrategias que solo les interesa a ellos. Estamos en un momento en que debe mantenerse el timón firme ante las dificultades económicas, tensiones territoriales, amenazas exteriores y prestigio internacional. Si cada uno olvidase sus ‘por qué’ y analizase sus ‘para qué’ empezaríamos a orientar nuestra mirada al futuro y no al pasado, ver los retos y olvidar los agravios. Y creo que esto es lo que buena parte de los ciudadanos desea y espera. Aunque solo sea por esta vez.
Alberto Astorga