II. Las distintas inteligencias políticas | Carmen Heras
(II) Las distintas inteligencias 'políticas'
CARMEN HERAS
Para poder responder a la segunda pregunta que nos hacíamos en el artículo anterior sobre la ‘mucha o poca valoración’ que un partido hace sobre la ‘inteligencia’ de sus miembros, déjenme calibrar antes la idea que la sociedad tiene sobre ‘lo que es la inteligencia’.
Existen tipos distintos de inteligencia, además del ‘modelo tipo’ de inteligencia racional que sabe resolver un problema cuando se le presenta; aunque yo creo que todos se relacionan fuertemente.
Si se obvian los factores éticos y altruistas que impelen a serlo, hoy un político se dice que ‘sirve’ en cuanto que ‘produce votos’, bien de forma directa en situaciones electorales, o indirectamente, al trabajar ‘en los interiores’, de la organización del partido, generando ideas o ayudando a su divulgación -aunque ahora de esto se encargue a ‘asesores’ contratados-.
Cualquier persona avezada en el trato humano -símpatica donde las haya-, puede conseguir llegar a puestos elevados dentro del organigrama"
De ahí que sea absurdo creer que quienes participan en la vida pública representando unas determinadas siglas, sean torpes. Nunca lo son. No serían ‘aprovechables’. Otra cosa es el tipo de ‘inteligencia’ con la que se mueven, así como lo potente de su representación.
Cuando acudimos la las teorías actualmente más famosas, sobre lo que se entiende ‘por inteligencia’, hemos de citar, sin dudarlo, a Howard Gardner y a Daniel Goleman.
El primero, Howard Gardner, junto a su equipo de la Universidad de Harvard, identificó ocho tipos distintos de inteligencia -‘lingüistico-verbal’, ‘lógico-matemática’, ‘viso-espacial’, ‘musical’, ‘corporal-cinestésica’, ‘intrapersonal’, ‘interpersonal’ y ‘naturalista’-, todas ellas relacionadas en mayor o menor medida, con las habilidades políticas necesarias para un hipotético liderazgo.
Por otro lado, los estudios de Daniel Goleman versan sobre la llamada ‘inteligencia emocional’, un concepto siempre presente en la historia de la Psicología -y que él popularizó a partir de 1995-, que habla de la ‘influencia de las emociones’ sobre los quehaceres humanos. Es otro modo de trabajar la inteligencia, más allá de los aspectos cognitivos ya señalados y que tiene diferentes dimensiones útiles en un trabajo político, tales como la capacidad de estar conectados a unos valores o intereses; la habilidad para orientarse hacia unas determinadas metas; la de relacionarse con otros a través de gestos, miradas, expresiones, etc., construyendo vínculos, lazos sociales y afectivos, además de poseer las habilidades sociales que permiten manejar conflictos o diferencias.
Dudo de que ningún responsable máximo investigue sobre la existencia de alguna de estas características a la hora de seleccionar un candidato al Congreso o para ostentar una alcaldía"
Dudo de que ningún responsable máximo investigue profundamente sobre la existencia de alguna de estas características a la hora de seleccionar un candidato para ir en una lista al Congreso o para ostentar una alcaldía. No se hacen entrevistas a posibles aspirantes y las primarias, ideadas en teoría como una elección del mejor preparado para un puesto por parte de los militantes desinteresados, se ha convertido, la mayoría de las veces, en un puro mercadeo de votos. El trabajo para escoger ‘al idóneo’ se realiza de manera mucho más ‘intuitiva e interesada’.
En política dos y dos no siempre son cuatro; así que, cualquier avezado en el trato humano -simpático donde los haya-, puede conseguir, utilizando la estucia y alguna de las facetas antes nombradas, llegar hasta puestos elevados dentro del organigrama de que se trate.
Este 'en el sitio' oportuno y 'en el momento' adecuado puede ser una de las causas de 'ser elegido' para cualquier cargo de responsabilidad política"
Estar ‘en el sitio’ oportuno y ‘en el momento’ adecuado puede ser una de las causas de ‘ser elegido’; manejar el lenguaje y las expresiones correctamente, también; simular empatía o verdaderamente sentirla es un vínculo interesante para construir lazos afectivos con los jefes; ser ‘lo que queda’, cuando se desechan otras opciones, lo menos malo, lo más leal… y así, en infinitas variantes. Desde luego, en todo ello hay ‘inteligencia práctica’, ¡faltaría más!… ¡incluso por ser indispensable para traer el café!
Carmen Heras