Frustraciones, resistencia y humildad | Carmen Heras
Frustraciones, resistencia y humildad
CARMEN HERAS
Amigos lectores, puedo parecerles ‘cavernícola’, pero si lo personal es político, hablemos aquí hoy de dos posibles características del carácter de un individuo, tales como la humildad y la resistencia a la frustración. Ambas, a mi entender, necesarias en la actuación política y, ambas, también relacionadas.
Comencemos refiriéndonos a la segunda, a la resistencia. En los manuales educativos es muy citado el llamado ‘test de la magdalena’, que sirve para evaluar la fuerza de carácter en niños muy pequeños. Consiste en dejar a varios de ellos durante un tiempo en una habitación sentados a una mesa en la que se han dispuesto dulces de cualquier tipo, y dejarlos solos después de ser advertidos por el educador de que no pueden probarlos. Observada la prueba con una cámara oculta, se ve como unos niños cumplen lo acordado y otros no. Sin duda, los primeros tendrán mayor fuerza de voluntad en el futuro.
Muchas veces me he preguntado por qué corren tanto los jóvenes políticos para estar en puestos de máxima obligación. Tal pareciese que se les agota el tiempo"
El actor Viggo Mortensen contaba en una reciente entrevista que sus inicios -mucho tiempo antes de saltar a la fama por su papel de ‘Aragorn’ en ‘El Señor de los Anillos’- fueron años de múltiples pruebas y papeles pequeños por los que su nombre ni tan siquiera aparecía en los títulos de los filmes. Le suceció en tantas ocasiones que su familia llegaría a dudar de que efectivamente trabajase en la industria del cine. Pero resistió y hoy es ampliamente reconocido y valorado en el mundo del cine.
Oí decir a un conocido periodista el otro día, que puede que sea la falta de opciones del PP de llegar ahora mismo a la presidencia del Gobierno de España lo que condiciona el ‘no’ continuo de esa fuerza política a cualquier atisbo de entendimiento con los mandatarios actuales.
Otra cosa muy distinta sería si se viesen con opciones de ganar. Ante la posibilidad de formar gobierno, no hay duda -afirmaba- de que serían más pragmáticos y razonables.
Pero la desmotivación produce la desesperanza y, por ende, la radicalidad, porque no hay nada que perder. Poro contra, -déjenme que exagere con el ejemplo-, al mandato cruel e inexorable de ‘abandonad toda esperanza’ escrito sobre la puerta del infierno en ‘La Divina Comedia’ de Dante, se puede contraponer una sagaz, preparada y concienzuda resistencia a la frustración del presente. Funcionará, como funciona en todos los órdenes de la vida.
Muchas veces me he preguntado por qué corren tanto los jóvenes políticos para estar en puestos de máxima obligación. Tal pareciese que se les agota el tiempo; tanto, que pugnan por ser ‘jefes supremos’ sobre todas las almas, muchos de ellos sin experiencia mínima de una trayectoria preparatoria para el desempeño de un puesto institucional o político. O dicho ‘en roman paladino’, nadie quiere ser indio, sino jefe, jefe de todos, viejos, jovenes, preparados, experimentados, etc., incluso en la más pequeña de las asociaciones. Por eso, la estructura se tambalea.
Cuanto mejor sería que el ‘aprendiz’ caminase al lado del ‘maestro’ hasta que su preparación estuviese completada o, al menos, casi. Serían, sin duda alguna, mucho más respetados y ningun ‘viejo’ tendría que apostillar públicamente nada de lo que hicieran o dijeran los ‘jóvenes’.
Carmen Heras