El oro de Moscú | Damián Beneyto
El oro de Moscú | Damián Beneyto
El oro de Moscú
DAMIÁN BENEYTO
La llegada a mis manos del libro de Mariano Ansó, ‘Yo fui ministro de Negrín’, aunque publicado hace ya algún tiempo, ha despertado en mí un cierto interés por lo que para algunos ha sido el mayor robo ocurrido en España en toda su existencia y para otros tan solo una transacción comercial en un momento muy particular de nuestra historia.
Como no soy un experto en historiografía no pretendo en esta parrafada aportar nada nuevo sobre el tema, pero sí, basándome en algunos testigos de los hechos, como el propio Ansó e Indalecio Prieto, y en algunos historiadores contrastados, como Burnett Bolloten, Stanley G. Payne, Ricardo de la Cierva y Ángel Viñas, contar algunas cosas curiosas sobre tan controvertido tema.
La historia del llamado 'oro de Moscú' es para algunos el mayor expolio ocurrido en España."
El 25 de octubre de 1936 salían de Cartagena con dirección al puerto de Odesa cuatro cargueros soviéticos de nombres Neva, Kine, Volgores y Kuban. En sus bodegas se amontonaban 7.800 cajas de madera que contenían 460 toneladas de oro en barras y en monedas, algunas de incalculable valor numismático, con un valor de casi 1.600 millones de dólares -al peso- de los de 1936. Al precio del oro de 1987 serían unos 7,6 billones de dólares. Era algo más del 70% de las reservas almacenadas en el Banco de España, reservas que eran las terceras del mundo en aquellos momentos.
Damián Beneyto Pita es natural de Carcaixent (Valencia), pero extremeño y residente en Plasencia desde 1977. Profesor de Enseñanza Secundaria. Fue Director del Centro de Artes Escénicas y de la Música, CEMART, entre 2007 y 2011. Director también de la Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura entre 2007 y 2010, Diputado en la Asamblea de Extremadura por el Partido Regionalista Extremeño, PREX, entre 2011 y 2015.
Unos días antes, el 13 de septiembre, Manuel Azaña, presidente de la República, firmó un decreto por el que, a petición del gobierno presidido por Francisco Largo Caballero, autorizaba al ministro de Hacienda, Juan Negrín, al traslado del oro, plata y billetes del Banco de España ‘al lugar que se estime más seguro’. Este documento, cuya foto adjunto, lo reproduce en su libro el ministro Ansó.
Que el gobierno de la República sacara dinero de España no era novedoso. Ya en 1931, según Indalecio Prieto, se había realizado un depósito de parte de nuestras reservas en un banco de Mont de Marsan para responder de un supuesto préstamo del Banco de Francia al de España, depósito que sería rescatado por Francisco Franco y devuelto al Banco de España al finalizar la contienda.
Otra cosa curiosa que cuenta Indalecio Prieto, que como saben fue secretario general del PSOE y ministro en varios gobiernos de la República, es que la cantidad de cajas que se sacaron del Banco de España llenas de oro en barras y en monedas, plata y joyas no fueron 7.800, sino 13.000, pesando 851 toneladas y media, descontando el embalaje. Una parte del resto fue en dirección a Marsella y la otra parte a Barcelona, antes y después del envío a Odesa respectivamente.
Ante estos hechos que por los textos consultados parecen irrebatibles y solo difieren en el número total de cajas, cabe preguntarse por qué cuando ni habían pasado dos meses desde el comienzo de la guerra civil y los nacionales solo eran dueños de una tercera parte del territorio aproximadamente, había tanta urgencia en sacar las reservas del Banco de España y ponerlas casi todas fuera de España. A lo mejor Largo Caballero y su gobierno habían dado ya la guerra por perdida. De no ser así y, aunque el ejército nacional estuviera cerca de Madrid, que no era el caso, lo lógico es que se hubiera llevado a otros lugares de España, como Barcelona o Valencia.
Manuel Azaña autorizó al gobierno presidido por Francisco Largo Caballero a trasladar el oro, plata y billetes depositados en el Bando de España 'al lugar que se estime más seguro'"
También llama la atención las discrepancias que hay sobre este asunto entre los protagonistas. Mientras que para algunos los artífices de la decisión de mandar el oro a Moscú fueron Largo Caballero y Negrín, que ni siquiera comunicaron con antelación al presidente de la República, Manuel Azaña, el destino, para otros, como el que fue ministro de Justicia, Sr. Ansó, ‘Negrín no pudo ser ni fue el artífice del envío a Rusia del oro español. Fue a lo sumo un cooperante de menor importancia del Lenin español (Largo Caballero) y sus consejeros áulicos, a la cabeza de los cuales figuraban Luis Araquistain (embajador de España en París) con su cuñado, Álvarez del Vayo (ministro de Presidencia), eterno epígono del comunismo internacional, y otros más o menos encubiertos’.
Parece pues que la paternidad de sacar el oro del Banco de España y llevarlo a Moscú fue del PSOE (como reivindica Indalecio Prieto) que contaba con cinco ministros en aquel Gobierno, además de su presidente, Largo Caballero. Sin embargo según cuenta Bolloten -el autor más documentado de los historiadores extranjeros que escribieron sobre nuestra Guerra Civil- también los anarquistas de la CNT-FAI estuvieron detrás de las reservas patrias. Un tal Diego Abad de Santillán, destacado dirigente de la FAI, Federación Anarquista Ibérica, preparó los planes para asaltar las bóvedas del Banco de España y trasladar a Barcelona, que era el bastión del anarquismo español, al menos parte del oro, aunque no llegaron a llevarlos a cabo.
La saca del oro y su traslado a Cartagena también tiene su aquel y cuenta el ínclito Indalecio Prieto en el 2º tomo de sus ‘Convulsiones de España’, que los comunistas, con el fin de apuntarse el tanto de cara a la Unión Soviética, se inventaron una especie de ‘Rififi’ a la española, dónde el protagonista fue nada más y nada menos que Valentín González, ‘el Campesino’, que en su autobiografía –‘que seguro que no ha escrito y que acaso ni siquiera haya leído’, según Prieto- dice que: ‘Por encargo de José Díaz, secretario general del PCE, debía custodiar el oro del Banco de España entre Madrid y Cartagena. Así pues sacamos el oro de los subterráneos en 7.800 cajas y lo cargamos en 35 camiones en menos de una hora’.
Según Indalecio Prieto, lo que ‘el Campesino’ dice haber realizado con su gente en menos de una hora, costo veintitantos días de trabajo y no se trasladaron 7.800 cajas sino 13.000 que, en ese número de camiones, hubiera sido imposible cargar. Y concluye diciendo: ‘El Campesino no intervino en nada, el oro y la plata se llevaron a Cartagena por ferrocarril y no por carretera, en trenes especiales que salieron casi a diario durante un mes custodiados por carabineros y muchachos socialistas de la Motorizada’.
Si hay un aspecto de esta historia que deja bastante claro que la idea de mandar el oro a Moscú no fue una buena idea es el interés que tienen casi todos los protagonistas, a posteriori, en negar su participación en esa decisión. Ya hemos leído cómo el Sr. Ansó disculpa a su amigo el Negrín, pero también Manuel Azaña e Indalecio Prieto pretenden salir por la gatera, y niegan ser responsables de la decisión, no de sacar el oro de Madrid, pero sí de enviárselo a Stalin.
¿Por qué cuando no habían pasado ni dos meses desde el comienzo de alzamiento militar había tanta prisa en trasladar los depósitos del Banco de España fuera de nuestras fronteras? ¿Se daba ya la guerra por perdida?"
El presidente de la República dice que se enteró a toro pasado, lo que confirma Prieto, y que se pilló un rebote importante estando a punto de dimitir. Sin embargo, Álvarez del Vayo dice que, aunque la decisión la tomaron Largo Caballero y Negrín, fueron informados tanto Azaña como el resto del gobierno. Por cierto que el artículo II del decreto arriba reproducido dice que esta decisión sería ‘en su día presentada a las Cortes’, cosa que nunca sucedió.
Lo de Indalecio Prieto es más rocambolesco. El orondo ministro de Marina y Aire jura y perjura que él no tuvo nada que ver en el envío y dice que estaba en Cartagena el 25 de octubre por casualidad y allí se encontró, sin comerlo ni beberlo, con el pastel. También niega (pg. 124 y siguientes del tomo II de ‘Convulsiones de España’) que, como afirma Álvarez del Vayo –al que pone a bajar de un burro- diera la orden de que una escuadrilla de destructores dieran escolta a los barcos soviéticos antes mencionados y así lo corrobora Vicente Ramírez de Togores -en carta enviada a Prieto-, que mandaba la flotilla de destructores de la República en ese momento y que niega taxativamente que se escoltaran los barcos rusos. Sin embargo, Mariano Ansó sugiere que la carta fue escrita para hacerle un favor a Prieto.
Siguiendo con los acontecimientos, y según Bolloten, Largo Caballero había pedido al gobierno ruso que aceptara las reservas del oro en depósito. La respuesta positiva a esta petición llegó el 17 de octubre y el día 20 del mismo mes, Alexander Orlov, jefe de la NKVD (después KGB) recibió el siguiente telegrama de Stalin: ‘Junto con el embajador Rosenberg, organice con el jefe del gobierno español, Caballero, el envió de las reservas del oro de España a la Unión Soviética. Esta operación debe llevarse a cabo en el más absoluto secreto. Si los españoles le exigen un recibo, niéguese. Repito, niéguese a firmar nada y diga que el Banco del Estado preparará un recibo formal en Moscú’.
Aunque Amaro del Rosal, presidente de la Federación de Banca de UGT, dijo que era normal que se negaran a firmar un recibo por cuestiones del seguro y del secretismo de la operación hasta su recepción en Moscú, hay que decir que desde el momento en que se cargó en los buques soviéticos el oro ya estaba en suelo ruso para bien o para mal sin que el gobierno de España tuviera ningún justificante que lo refrendara.
El recibo se extendió por fin el 5 de febrero de 1937 con las firmas del embajador español, Marcelino Pascua, el comisario del Pueblo para las Finanzas, G.F. Grinko, y el comisario del Pueblo suplente para Asuntos Exteriores, N.N. Krestinskiy. (Se adjunta la pg. 8 del documento con las tres firmas publicado en el libro citado de Mariano Ansó, que curiosamente está escrito en francés sin que se sepa la razón de ello).
Si los españoles le exigen un recibo, niéguese. Repito, niéguese a firmar nada y diga que el Banco del Estado preparará un recibo formal en Moscú"
La apertura de las cajas y el pesaje y conteo de sus contenidos se hicieron en presencia de los siguientes representantes españoles: Arturo Candela, Abelardo Padín, José González (sic) y José Velasco.
Según coinciden los historiadores consultados, la mayoría del oro no estaba en barras sino en monedas, algunas de gran valor numismático. Sin embargo, según el gobierno ruso, solo se retiraron las monedas defectuosas o con poco oro y el resto se fundieron en lingotes. Algo que, excepto Ángel Viñas (rojelio de pro al que solo le ha quedado acusar a Franco de matar a Manolete), ponen todos en duda. Había monedas de todo el mundo algunas muy antiguas y de un gran valor numismático muy superior al oro que contenían y los rusos lo sabían, así que es poco probable que las fundieran. Lo normal es que apartaran las monedas más valiosas y las vendieran poco a poco en el mercado internacional sin dar cuentas al gobierno español de ello.
Cuenta el periodista americano Herbert Matthews que Negrín descubrió varios meses después que no sólo estaban los rusos fundiendo las monedas sino que además cobraban una pasta gansa por hacerlo. Según dice protestó por ello, pero no hay pruebas de que lo hiciera, ni de que informara al resto del gobierno de esta circunstancia.
Algo que tampoco queda muy claro es el por qué los cuatro españoles que participaron en la valoración del oro tuvieron prohibido durante dos años abandonar la Unión Soviética y que dos de sus homónimos rusos fueran fusilados. También fueron fusilados el 15 de marzo de 1938 los dos dirigentes soviéticos que firmaron el acta que sirvió de recibo, Grinko y Krestinskiy.
¿QUÉ PASO CON EL ORO?
El cómo se controló y se gastó el oro también es una pieza controvertida de esta historia y como se puede apreciar por los testimonios de unos y otros no queda la cosa muy clara.
Según Mariano Ansó, jurista y ministro de Justicia de Negrín, los distintos gobiernos españoles ordenaron a la URSS la compra de dólares sobre la base del precio del dólar y el oro en el mercado de Londres y con cargo al oro depositado. Estás ordenes se produjeron de forma escalonada entre el 3 de marzo de 1937 y el 28 de abril de 1938, firmadas por el Presidente del gobierno y el Ministro de Hacienda, aunque en el caso de Negrín solo era necesaria su firma al ostentar ambos cargos. En cuanto a si se agotó el depósito en 1938 -como dice Viñas para intentar disculpar a Negrín-, Ansó dice que no se puede saber, puesto que depende de las valoraciones del oro vendido y de los dólares comprados y que solo la URSS puede presentar las cuentas por dichos conceptos.
Según Indalecio Prieto, la cantidad de cajas que se sacaron del Banco de España llenas de oro en barras, en monedas, plata y joyas no fueron 7.800, sino 13.000, pesando 851 toneladas y media, descontando el embalaje"
Indalecio Prieto habla de ‘colosal desfalco’ y dice que ‘el Kremlin quería quedarse con tan preciadísima mercancía’. Lo justifica por el secuestro antes mencionado de los bancarios españoles durante dos años y la purga de los funcionarios soviéticos que participaron en la recepción y valoración del tesoro español.
También menciona Indalecio Prieto cómo los comunistas franceses se convirtieron en cajeros de Estado Español a través del Banque Commerciale de l´Europe du Nord en Paris, filial del Banco del Estado soviético aportando los siguientes datos:
- El Partido Comunista Francés, PCF, administró para compras de material de guerra, 2.500 millones de francos entregados por Negrín, sin que la administración de esta importante cantidad fuera controlada por ningún funcionario español.
- La propaganda del PCF se costeaba con dinero del Estado Español.
- El diario comunista Ce Soir se sostenía con los fondos suministrados por Negrín.
- Los 12 barcos, todos de la compañía naviera France Navigation, propiedad del PCF, se compraron con dinero de España y nunca se devolvieron ni los barcos ni el dinero.
Bolloten hace también unas apreciaciones sobre el tema que nos ocupa que merecen ser expuestas. Aunque Ángel Viñas llega a la conclusión que las reservas de oro estaban agotadas un año antes del final de la guerra, queda un interrogante.
- ¿También se agotaron las ingentes cantidades de divisas generadas por la venta del oro al Banco del Estado soviético y transferidas a su filial francesa donde eran acreditadas en las cuentas del Ministerio de Hacienda?
- ¿Por qué las operaciones del banco comunista francés estaban envueltas en un secreto absoluto y nunca se han publicado los estados de cuentas del Ministerio de Hacienda titular de la cuenta, ni tampoco se han encontrado los documentos pertinentes del propio ministerio?
En 1957 el diario Pravda informaba, meses después de la muerte de Negrín, que no sólo se había agotado el depósito de oro, sino que el Estado Español aún debía, del crédito de 85 millones solicitado al Estado soviético, 50 millones. Por supuesto en las estimaciones soviéticas no se tiene en cuenta, como dice Bolloten, el valor de las monedas antiguas y raras, las cantidades desconocidas de divisas extranjeras que el Tesoro español tenía en el banco soviético de Paris, el envío a la URSS de materias primas y productos manufacturados desde España, los barcos mercantes vendidos por España a Rusia que nunca se cobraron y otras ‘menudencias’.
CONCLUSIONES
De todo lo expuesto y leído sobre este asunto creo que aún hay varias zonas oscuras en esta historia que quizás nunca se iluminen. Algunos de los protagonistas mienten, todos no pueden tener razón, aunque unos y otros busquen tenerla, aduciendo testimonios no contrastados y conversaciones no probadas.
Podemos entender que la cercanía de las tropas nacionales a Madrid aconsejara sacar las reservas del Banco de España, pero lo que parece excesivo es que recién comenzada la guerra -septiembre 1936- y cuando el gobierno del Frente Popular era dueño de las tres cuartas partes del territorio, las más ricas por cierto, se tuvieran que sacar las reservas de España como si la guerra estuviera perdida.
Por orden del gobierno de la República, el 25 de octubre de 1936 salían de Cartagena con dirección a Odesa cuatro cargueros soviéticos llevando en sus bodegas toneladas de oro y monedas de las reservas del Banco de España"
En mi opinión, el acuerdo del Gobierno, cuya acta de adjunta, no era sacar fuera de España las reservas sino alejarlas del frente. Como dice Prieto, se podían haber llevado a Valencia o Barcelona, pero al no concretarse en el acta (‘al lugar que se estime más seguro’) dio patente de corso a Largo Caballero y Negrín para hacer de su capa un sayo.
Parece estar claro, a pesar de lo que dice Ansó, que los que tomaron la decisión de mandar el oro a Moscú fueron el presidente del Consejo de Ministros y su ministro de Hacienda, señores Largo Caballero y Negrín, con la complicidad manifiesta del ministro de Estado, Álvarez del Vayo, y de Luis Araquistain, embajador en Paris, y que no se informó ni al resto del gobierno ni al presidente de la República.
La participación de Indalecio Prieto en este asunto fue mayor de la que él declara. Según el historiador Bolloten, cuesta creer que Prieto no supiera nada de este asunto hasta que llegó a Cartagena y tanto el jefe de la NKVD, Orlov, como Álvarez del Vayo dicen que fue el entonces ministro de Marina el que ordenó que algunos destructores custodiaran el convoy hasta Túnez. Aunque quizás sea cierto que él inicialmente no conocía el plan. No parece admitir duda que a Manuel Azaña le hicieron la envolvente entre Caballero y Negrín y podría ser cierto que se enteró por Prieto, a toro pasado, con el consiguiente cabreo.
En cuanto a que solo la URSS ofrecía garantías para la custodia del oro, como aseveró el embajador Araquistain finalizada la contienda, tampoco se sostiene, pues especialmente Francia, a pesar de su política de no intervención, donde gobernaba el Frente Popular podría haber sido un sitio seguro y más fácil de controlar. También Suiza, con tradición en estos menesteres, o incluso Méjico el país que más apoyó a la República y que fue el destino, después de la guerra civil, del dinero y joyas que el gobierno de la República incautó (robó) a la población civil que apoyó el Alzamiento y que fue transportado a Veracruz en el yate Vita, propiedad de un nacionalista vasco, por orden de Negrín.
Como dice Prieto y corroboran Bolloten, Payne y De la Cierva, la URSS estafó al gobierno español y cometió un desfalco en toda regla. Nadie controló a qué precio se vendía el oro para comprar dólares ni que pasó con las miles de monedas de altísimo valor numismático ni los pagos hechos a través de la sucursal francesa del Banco del Estado soviético.
No es de extrañar que Orlov y el embajador soviético, Rosenberg, se asombraran cuando se enteraron de que el gobierno español confiaba a Stalin las reservas del Banco de España. Según Bolloten, Stalin celebró la llegada del oro con un banquete en el que dijo: ‘Los españoles no verán su oro nunca más, como tampoco ven sus orejas’, expresión que tomó de un proverbio ruso.
Pero hay algo más grave que hasta nuestro historiador rojelio de cabecera, Ángel Viñas, reconoce, y es que la República perdió una baza de negociación al enviar el grueso de las reservas a Moscú y favoreció la creciente influencia del comunismo soviético en ciertos dirigentes de la República que llevó a una ‘sovietización’ de la política del Frente Popular.
Solo queda saber si la acción del gobierno de la República de mandar el oro a Rusia fue legal o ilegal. Tampoco hay acuerdo en esto, pero de lo que no hay duda es que la Ley de Ordenación Bancaria vigente en aquel momento impedía la enajenación de las reservas de oro que formaban parte del patrimonio nacional, de igual modo que el territorio de la nación.
Este seguirá siendo un tema controvertido aunque, visto lo visto, no cabe duda que el comunismo, con la complicidad de algunos socialistas de tronío, expolió a España.
Damián Beneyto
NOTA. A pesar de que Indalecio Prieto tilda de ‘broma macabra’ e incluso sugiere que la firma de Juan Negrín fue falsificada, el 18 de diciembre de 1956, según Mariano Ansó, Rómulo Negrín, haciendo cumplir las últimas voluntades de su padre, entregó en el Consulado de España en París todos los documentos que obraban en poder de su padre relativos al depósito del oro español existente en las cajas del Banco de España en Madrid y que fue entregado en depósito en el Comisariado del Pueblo de Hacienda de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS.
Fuentes
- Anso, Mariano. Yo fui ministro de Negrín. Editorial Planeta. Barcelona, 1976.
- Bolloten, Burnett. La Guerra Civil Española: Revolución y Contrarrevolución. Alianza Editorial, 1997.
- De la Cierva, Ricardo. Historia esencial de la Guerra Civil Española. Editorial Fénix. 1996.
- Payne, Stanley G. La Guerra Civil Española. Ediciones Rialp. Madrid, 2014.
- Prieto, Indalecio. Convulsiones de España, Tomo II. Ediciones Oasis. Méjico, 1967.
- Viñas, Ángel. El oro de Moscú: alfa y omega de un mito franquista. Ediciones Grijalbo. Barcelona, 1979.
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Vuelven a sonar tambores de guerra entre las tribus del social-comunismo patrio. Socialistas, comunistas, secesionistas y filoterroristas desentierran el hacha de guerra dispuestos a liarla parda sacando una Ley que pretende juzgar los crímenes del franquismo, pero no los del Frente Popular.
Estos escarceos bélicos, que comenzaron con el abyecto Zapatero, parecen que van a llegar a buen puerto con el tal Sánchez. El PSOE va a volver a hacer un gran servicio a España, como aquel que le hizo en 1934 y que, con los mismos compañeros de viaje, nos metió en una cruenta guerra civil.
La Ley de Amnistía de 1977 tenía por finalidad la reconciliación social de los españoles y la transición hacia la democracia"
La Ley de Amnistía de 1977 tenía por finalidad la reconciliación social de los españoles y la transición hacia la democracia. En esta Ley se decretaba la amnistía total para todos los hechos y delitos de intencionalidad política, realizados por personas u organizaciones de cualquier ideología, ocurridos entre el 18 de julio de 1936 y el 15 de diciembre de 1976.
No hacía ninguna distinción entre rojos y azules y ni siquiera dejaba fuera a los terroristas de cualquier clase o condición. Su aprobación en el Congreso fue por amplia mayoría; 296 votos a favor, 2 en contra, 18 abstenciones y uno nulo. Votaron a favor UCD, PSOE, PCE, los Nacionalistas vascos y catalanes y el Grupo Mixto. Se abstuvo AP. En la comisión que redactó esta Ley, estuvieron Pilar Bravo y Marcelino Camacho (PCE), Javier Arzallus y Miguel Unzueta (PNV), Plácido Fernández y Pablo Castellanos (PSOE) y Donato Fuejo (PSP).
Damián Beneyto Pita es natural de Carcaixent (Valencia), pero extremeño y residente en Plasencia desde 1977. Profesor de Enseñanza Secundaria. Fue Director del Centro de Artes Escénicas y de la Música, CEMART, entre 2007 y 2011. Director también de la Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura entre 2007 y 2010, Diputado en la Asamblea de Extremadura por el Partido Regionalista Extremeño, PREX, entre 2011 y 2015.
LEY DE AMNISTIA DE 1977 (Les recomiendo que la lean despacio)
Artículo primero. Quedan amnistiados:
a) Todos Ios actos de intencionalidad política, cualquiera que fuese su resultado, tipificados como delitos y faltas realizados con anterioridad al día quince de diciembre de mil novecientos setenta y seis.
b) Todos los actos de la misma naturaleza realizados entre el quince de diciembre de mil novecientos setenta y seis y el quince de junio de mil novecientos setenta y siete, cuando en la intencionalidad política se aprecie además un móvil de restablecimiento de las libertades públicas o de reivindicación de autonomías de los pueblos de España.
c) Todos los actos de idéntica naturaleza e intencionalidad a los contemplados en el párrafo anterior realizados hasta el seis de octubre de mil novecientos setenta y siete, siempre que no hayan supuesto violencia grave contra la vida o la integridad de las personas.
A los meros efectos de subsunción en cada uno de los párrafos del apartado anterior, se entenderá por momento de realización del acto aquel en que se inició la actividad criminal. La amnistía también comprenderá los delitos y faltas conexos con los del apartado anterior.
Artículo segundo. En todo caso están comprendidos en la amnistía:
a) Los delitos de rebelión y sedición, así como los delitos y faltas cometidos con ocasión o motivo de ellos, tipificados en el Código de justicia Militar.
b) La objeción de conciencia a la prestación del servido militar, por motivos éticos o religiosos.
c) Los delitos de denegación de auxilio a la Justicia por la negativa a revelar hechos de naturaleza política, conocidos en el ejercicio profesional.
d) Los actos de expresión de opinión, realizados a través de prensa, imprenta o cualquier otro medio de comunicación.
e) Los delitos y faltas que pudieran haber cometido las autoridades, funcionarios y agentes del orden público, con motivo u ocasión de la investigación y persecución de los actos incluidos en esta Ley.
f) Los delitos cometidos por los funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas.
Como se puede apreciar, hubo un gran consenso para que la democracia en España naciera en un clima de reconciliación y concordia. Todos los partidos aparcaron los odios y los ánimos de venganza y antepusieron el futuro de España a cualquier consideración guerracivilista.
Sin embargo, como decía al principio de esta parrafada, algunos están empeñados en que volvamos a las andadas y nos enfrentemos nuevamente. A la Ley para la Memoria Histórica, que ya levantó ampollas y volvió a abrir las heridas, se une ahora la llamada Ley de Memoria Democrática que además de incidir en lo mismo va más allá y pretende hacer un juicio sumarísimo al franquismo obviando los delitos cometidos por el Frente Popular y el terrorismo secesionista.
La derogación de la Ley de Amnistía de 1977, paso previo para aprobar esta nueva Ley, no parece que vaya a tener transcendencia jurídica, pero es, en todo caso, una declaración de intenciones de una izquierda cerril empeñada en legitimar una República que nació fruto de una revolución y no de unas elecciones libres, y contra la que se volvieron en 1934 con un intento de golpe estado que fue el aldabonazo de la guerra civil.
También se olvidan estos milicianos de pacotilla de las masacres que perpetraron sus padres putativos desde 1931 hasta el final de la contienda, casi siempre en la retaguardia, a civiles indefensos. De la persecución que sufrió la Iglesia Católica ya ni hablamos, un genocidio en toda regla.
Para estos demócratas de pacotilla, todo lo que no sea hacer su santísima voluntad es antidemocrático y fascista. No conciben la alternancia política ni el respeto a las libertades individuales"
Lo de las elecciones de febrero de 1936 también tiene su aquel. Decir que Franco se levantó contra el gobierno legítimo de la República es además de una falacia una burla a la historia. El pucherazo que pegó el Frente Popular en esas elecciones está más que demostrado. La izquierda nunca admitió una República democrática y me parece, que visto lo visto, vamos por el mismo camino.
El tal Sánchez se ha convertido en un pequeño ‘Negrín’ en manos de comunistas y secesionistas que están dispuestos a llevarse a este país por delante en cuanto no toquen el pelo del poder. Para estos demócratas de pacotilla todo lo que no sea hacer su santísima voluntad es antidemocrático y fascista, no conciben la alternancia política ni el respeto a las libertades individuales y son capaces de cualquier cosa con tal de mantenerse en el poder y, a la historia me remito.
Si las elecciones de 2023 le dan el gobierno a la derecha, ya verán estos ‘hijos de la Pasionaria’ lo demócratas que son, ya verán a los sindicatos de ‘clase’ lo pronto que se movilizan entre mariscada y mariscada, ya verán a catalanes y vascos declarando independencias varías y, sobre todo, ya verán al PSOE encabezando el guirigay.
Volveremos a oír eso de ¡A LAS BARRICADAS!, por qué algunos siguen queriendo ganar una guerra que sus antepasados ideológicos perdieron por goleada mal que les pese.
Damián Beneyto
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'el gobierno de los mejores'
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Hoy, la mayoría entiende por aristocracia a la clase social formada por las personas que poseen títulos nobiliarios concedidos por el rey o heredados de sus antepasados. Sin embargo, la acepción original de este término inventado por los griegos poco tiene que ver.
La palabra original que procede de la antigua Grecia “aristokatria” viene de “aristos”, que significa excelencia, y de “kratos”, que significa poder. Con este término los griegos denominaban un sistema político cuyos dirigentes eran los más sabios, los más virtuosos y los que tenían mayor experiencia; es decir, “el gobierno de los mejores”.
Solo cuando gobiernan los mejores la sociedad se vuelve más libre y más justa o, por lo menos, anda más cerca de ello"
A pesar de que tanto Platón como Aristóteles fueron fans de este sistema político, pronto los griegos cambiaron de organización política y allá por el siglo V a.C. instauraron, concretamente en Atenas, lo que llamaron “democracia” a partir de los vocablos “demos”, pueblo, y “kratos”, que puede traducirse como poder, lo que nos llevaría a interpretarlo como: “el poder del pueblo”.
Lo que no está tan claro, y así lo hace notar Plutarco, es que fuera todo el pueblo el que tuviera el poder, o mejor dicho, que todo el pueblo participara. Parece ser que en la democracia ateniense solo participaba aproximadamente un 10% de la población ya que la mayoría de trabajadores, mujeres y esclavos quedaban excluidos. En mi opinión se pasó del “gobierno de los mejores” al “gobierno de los poderosos”, que no es lo mismo ni mucho menos.
Damián Beneyto Pita es natural de Carcaixent (Valencia), pero extremeño y residente en Plasencia desde 1977. Profesor de Enseñanza Secundaria. Fue Director del Centro de Artes Escénicas y de la Música, CEMART, entre 2007 y 2011. Director también de la Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura entre 2007 y 2010, Diputado en la Asamblea de Extremadura por el Partido Regionalista Extremeño, PREX, entre 2011 y 2015.
Sin embargo, lo que en nuestros días entendemos por democracia tiene poco que ver con la “demokratia” de los griegos. La mayoría de los países que hoy llamamos democráticos aparecen a principios del siglo XX y vienen de la mano de lo que se llamó sufragio universal, el fin de la esclavitud y la conquista del voto por parte de las mujeres.
Hoy casi todo el mundo está convencido que la democracia, como sistema político, es el menos malo de los existentes o el mejor de los posibles.
Naturalmente todos los sistemas democráticos no son iguales y en unos los ciudadanos son más protagonistas que en otros. Así tenemos la ‘democracia indirecta o representativa’, que es de la que gozamos en nuestro país, donde los ciudadanos ejercen su poder político a través de sus representantes.
También está la ‘democracia semidirecta o representativa’ que es como la anterior, pero, según en qué asuntos, el pueblo puede coger la sartén por el mango mediante el referéndum, el plebiscito, la iniciativa popular o la revocación del mandato. Algunas de estas figuras existen en nuestro sistema político, pero deben ser impulsadas para hacerlas posibles por los que ejercen el poder y eso no es nada fácil.
Por último, está la ‘democracia directa’ que es cuando las decisiones las toma siempre el pueblo soberano en asamblea. No hay representantes y, en todo caso, hay delegados que llevan la opinión de la asamblea a los órganos pertinentes.
Hemos cambiado el 'gobierno del pueblo' por el 'gobierno de los partidos', y el 'gobierno de los mejores' por el 'gobierno de los astutos, bribones y granujas'"
Cualquiera de estos tipos de democracia tiene pros y contras, pero es en el reglamento que regula el sistema dónde está el quid de la cuestión.
Planteémonos primero eso del “sufragio universal”: Todos tenemos derecho a voto y todos los votos valen igual. Todos, salvo sentencia judicial, somos elegibles para cualquier cargo político.
Podremos ser cultos, incultos e incluso deficientes mentales; podremos ser delincuentes y estar en prisión que, salvo dictamen expreso de un juez, podremos votar y ese voto tendrá el mismo valor que el resto.
Formar parte de una lista electoral para, si se tercia, ser elegido representante de los ciudadanos, está al alcance de cualquiera. Se puede ser analfabeto funcional, no tener ni oficio ni beneficio, tener antecedentes penales o ser tonto del culo, cualquiera puede llegar a vivir de la mamandurria pública.
Esto nos lleva a la ‘partitocracia’ o ‘partidocracia’, un neologismo que definió Gonzalo Fernández de la Mora como “forma de Estado en que las oligarquías partidistas asumen la soberanía efectiva».
Es decir, un fraude en toda regla al espíritu de la democracia y una forma en que los poderes fácticos, a través de los partidos políticos, manejen a su antojo a los pobres ciudadanos que siguen creyendo que son los protagonistas de la vida política, cuando sólo son unos meros palmeros de una oligarquía que hace y deshace a su antojo.
El poder de los partidos políticos es absolutamente absoluto, valga la redundancia. Los ‘sanedrines’ de cada clan eligen a sus candidatos -aunque algunas veces parezca que con eso de las ‘primarias’ lo hacen los militantes- y confeccionan las listas electorales.
Los prebostes de cada partido, según el ámbito electoral, colocarán convenientemente en las listas electorales a sus correligionarios que más méritos hayan contraído. Se premia la lealtad, el servilismo, la falta de ambición política, la dependencia económica, la imagen pública (solo a los que encabezan candidaturas) y, sobre todo, la disponibilidad para inmolarse por el bien del ‘líder’ si fuera el caso.
Se puede ser analfabeto funcional, no tener oficio ni beneficio, tener antecedentes penales o ser tonto del culo; cualquiera puede vivir de la mamandurria pública"
La preparación intelectual, la experiencia laboral, la bonhomía, la independencia y la capacidad de trabajo son cualidades generalmente poco apreciadas e incluso pueden ser hasta contraproducentes.
Así, no es raro ver en los distintos órganos políticos a cientos de representantes de los ciudadanos’ que ‘no saben hacer la ‘o’ con un canuto’, que no han pegado un palo al agua en su vida -ni piensan hacerlo-, y que están dispuestos, al coste que sea, a vivir opíparamente de la mamandurria pública durante toda su ‘vida laboral’.
Lo curioso de esto, es que los ciudadanos, que con sus votos hacen posible que haya tanto palurdo y tanto sinvergüenza en los escaños, no dejan de despotricar y de pedir las ‘orejas y el rabo’, con perdón, de los susodichos a los que seguramente volverán a votar en los próximos comicios.
Hemos cambiado el gobierno del pueblo por el gobierno de los partidos, y el gobierno de los mejores por el gobierno de los astutos, bribones y granujas. Nos siguen encandilando con mensajes buenistas, hablándonos de libertad y de estado de derecho, pero lo cierto es que somos cada vez menos libres y que los derechos están cada vez más cerca de los vagos y los maleantes y más lejos de las personas de bien. Tenemos una justicia, gracias a un poder legislativo constituido por cada vez más ignaros, tan garantista para los delincuentes como injusta para las víctimas.
Seguramente este sistema político que llamamos “democracia” sea para algunos el menos malo o el mejor posible, pero yo me quedo con la “aristocracia” de Platón y Aristóteles. Solo cuando gobiernan los mejores la sociedad se vuelve más libre y más justa o, por lo menos, anda más cerca de ello. Utopía quizás.
Damián Beneyto
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Antipatriotismo cañí | Damián Beneyto
Antipatriotismo cañí | Damián Beneyto
Antipatriotismo cañí
DAMIÁN BENEYTO
“General es Serrano,
generales Pavía y Ros de Olano;
generales son Prim y Moriones,
Zabala es general y lo es Briones.
¡Tanto abunda hoy un rango tal
que inclusive el malestar es general!
Oyendo hablar a un hombre, fácil es
acertar dónde vio la luz del sol:
si alaba a Inglaterra, será inglés;
si os habla mal de Prusia, es un francés;
y si habla mal de España, es español.
Este es parte de un poema de Joaquín María Bartrina, poeta español del siglo XIX cuyas obras completas se publicaron en Barcelona en 1881. Como se puede leer en los tres últimos versos, también en aquellos tiempos estaba de moda que los españoles pusieran a parir a su país e incluso que estuviera bien visto por una parte de los políticos y de los intelectuales de la época.
Se le atribuye al canciller alemán Otto von Bismarck, aunque es posible que sea apócrifa, una frase que dice: “España es el país más fuerte del mundo, lleva siglos intentando destruirse a sí mismo y todavía no lo ha conseguido”. Desde luego, apócrifa o no, razón no le falta a esta aseveración.
Desde tiempos inmemoriales los españoles nos hemos caracterizado por ser, en cuanto al patriotismo se refiere, bastante esquizofrénicos y así hemos pasado de ser fervorosos patriotas capaces de las mayores heroicidades por defender España a, como ocurre en estos tiempos, estar dispuestos a llevar a nuestro país a la ruina social y económica e incluso a consentir que se balcanice y se convierta en un Reino -perdón, república- de Taifas.
Miguel de Unamuno, a principios del siglo XX, hablaba de “la crisis del patriotismo español”. Ya entonces, el desapego a España crecía alrededor de la exaltación de un regionalismo insolidario.
Damián Beneyto Pita es natural de Carcaixent (Valencia), pero extremeño y residente en Plasencia desde 1977. Profesor de Enseñanza Secundaria. Fue Director del Centro de Artes Escénicas y de la Música, CEMART, entre 2007 y 2011. Director también de la Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura entre 2007 y 2010, Diputado en la Asamblea de Extremadura por el Partido Regionalista Extremeño, PREX, entre 2011 y 2015.
“El patriotismo de campanario” donde de lo que se trata es de excluir al vecino de una vida en común. Curiosamente era entonces la burguesía, especialmente la catalana y la vasca, la que abogaba por “un regionalismo retrógrado, proteccionista y mezquino”, aunque no tardó gran parte de la izquierda a unirse a estos postulados. Unamuno ya denunció en aquellos tiempos la deshonestidad de los líderes regionalistas que inventan falsos agravios, falseando la historia. ¿Les suena?
Rafael Narbona, escritor y periodista, en su artículo “Miguel de Unamuno: la crisis del patriotismo español” pone de manifiesto que, aunque todas las naciones tienen algo de lo que arrepentirse a lo largo de su historia, no hay nada insólito en la historia de España, excepto el desprecio que sienten muchos españoles por su país.
La Leyenda Negra no es más que el fruto del rencor por la superioridad que durante siglos tuvo la Corona española fruto de sus grandes creadores y políticos como Cervantes, Lope de Vega, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Antonio de Nebrija, Tomás Luis de Vitoria, Juan de Herrera, el Cardenal Cisneros o Isabel, la Católica, entre otros.
El secesionismo español ha explotado la Leyenda Negra para justificar unas reivindicaciones absurdas basadas en la insolidaridad, el paletismo pueblerino y un enorme complejo de inferioridad.
Vivimos en uno de esos periodos donde lo progre y lo guay es apostatar de nuestra historia para cambiarla por otra que, aunque sea un compendio de falacias, justifique el ‘modus vivendi’ de una sociedad que tiene cada vez menos valores morales. Se juzga nuestra historia a partir de unos principios algunos absolutamente esperpénticos que nada tiene que ver con los existentes en los tiempos en que ocurrieron los hechos que valoramos. Pero lo más absurdo es que en muchas ocasiones se hace desde la ignorancia más supina o desde la manipulación totalmente interesada de los eventos por razones espurias.
Lo progre y lo guay es apostatar de nuestra historia para cambiarla por otra que, aunque sea un compendio de falacias, justifique el 'modus vivendi' de una sociedad que tiene cada vez menos valores morales"
El antipatriotismo ha vuelto a nuestro país de la mano de los secesionistas y de los partidos de izquierda, y precisamente lo ha hecho en unos momentos en que parecía que por fin España se asentaba como una nación prospera y democrática.
Algunos lo justifican al considerarlo como una reacción lógica a la dictadura franquista que exageró la exaltación de los valores de España como nación a lo largo de la historia y las hazañas de los españoles por esos mundos de Dios, pero se equivocan en esa apreciación, pues otros países han pasado por periodos dictatoriales y por terribles guerras y sus habitantes nunca han renegado de su tierra y de su gente, al contrario, les ha servido para sentirse más unidos alrededor de una patria común y a estar orgullosos, con muchos menos motivos que los españoles, de su historia.
Ayer veía un partido de futbol entre el Inter de Milán y la Juventus de Turín, ambos equipos llevaban la bandera de Italia en la camiseta. Mientras, en el partido Barcelona-Real Madrid se tocaba al inicio el ‘himno regional’ catalán como si se tratara de un partido internacional. Italia vivió el fascismo, quedó destruida por dos guerras mundiales y no nació como nación hasta 1861 y, sin embargo, los italianos respetan sus símbolos y están orgullosos de su país. Aquí, en la nación más antigua de Europa, nos dedicamos a inventarnos banderas, himnos y otras zarandajas a cuáles más catetas, burdas o palurdas y nos ciscamos en nuestros símbolos nacionales.
Mientras nuestros vecinos franceses, según se publicaba estos días, aprobaban la obligatoriedad de la bandera y el himno francés en las aulas, en nuestro país se prohíbe utilizar el español en ciertas regiones e incluso se castiga a alumnos por pintar banderas de España.
Poco se puede esperar de un país que no se respeta a sí mismo, que se avergüenza de su historia, que echa en el olvido a sus antepasados más ilustres por puro sectarismo e ignorancia y que no respeta los símbolos por los que tantos españoles y españolas dieron su vida por defender a su patria.
El antipatriotismo cañí está de moda, alentado por los que históricamente se han aprovechado de los más pobres y humildes a los que desprecian para llenar su propia despensa y por el rojerío gandul y mamandurriero cuyos antepasados gritaban hace 80 años ¡viva Rusia! y ondeaban un trapo tricolor que algún imbécil confundió con los colores de Castilla.
Pues, como dice la jota y con esto termino, “Quién al grito de ¡Viva España! no responde con un ¡Viva!, si es hombre no es español y si es español no es hombre”
Damián Beneyto
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Egos, derecha y políticos | Damián Beneyto
Egos, derecha y políticos | Damián Beneyto
Egos, derecha y políticos
DAMIÁN BENEYTO
La egolatría es una de las ‘cualidades’ que más adorna a muchos de nuestros políticos. El ególatra es un personaje que siente veneración por sí mismo y espera ser venerado por los demás, es un narcisista que no se besa porque no se alcanza. Necesita ser siempre el centro de atención y solo piensa si sus acciones le van a favorecer.
Se alimenta del halago, así que suele rodearse de mediocres tiralevitas que le regalan los oídos con lisonjas y alabanzas. Su falta frecuente de autoestima le lleva a necesitar la aclamación del pueblo soberano como el comer.
El ególatra se alimenta del halago, así que suele rodearse de mediocres tiralevitas que le regalan los oídos con lisonjas y alabanzas"
Suele ser bastante envidioso y no acepta de buen grado los éxitos ajenos aunque sean de sus correligionarios. Al que saca mucho la cabeza, destaca o cree que pone en peligro su liderazgo lo defenestra ipso facto. Llevarle la contraria es peligrosísimo y puede dejar a más de uno sin oficio ni beneficio. El susodicho siempre tiene razón y, si no la tiene, también la tiene.
Son muchos los prebostes a los que su condición de ególatras recalcitrantes les ha llevado a la actividad política y seguro que se nos ocurren varios a bote pronto. Nuestro actual presidente del Gobierno es un ególatra de manual y, aunque tiene pocas luces, está convencido de que es el elegido por los cielos para dirigir los destinos de los españoles. En Extremadura también su actual presidente es otro ególatra de libro y, aunque tiene otro talante, las mata callando. La diferencia entre ambos personajes es que mientras el primero necesita la política para comer, es decir, es su modus vivendi, el segundo, rico de cuna y con una profesión bien remunerada, solo le interesa ser venerado in saecula seculorum.
Damián Beneyto Pita es natural de Carcaixent (Valencia), pero extremeño y residente en Plasencia desde 1977. Profesor de Enseñanza Secundaria. Fue Director del Centro de Artes Escénicas y de la Música, CEMART, entre 2007 y 2011. Director también de la Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura entre 2007 y 2010, Diputado en la Asamblea de Extremadura por el Partido Regionalista Extremeño, PREX, entre 2011 y 2015.
Con bastante frecuencia en los partidos políticos hay choques entre sus dirigentes producidos por ataques de egolatría que llegan a convertirse en auténticas crisis. Las ansias de poder, el sentirse imprescindible o simplemente no perder el estatus y/o el peculio suelen ser las causas de estos arrebatos o arrechuchos a los que nos tienen acostumbrados nuestros líderes políticos.
Las consecuencias de estos ‘saraos’ suelen ser casi siempre bastante nocivas para los intereses electorales del partido de marras, pues afiliados y simpatizantes no ven con muy buenos ojos que los dirigentes de su partido se tiren los trastos a la cabeza por mantener su poltrona o para acceder a otras de más alcurnia.
Normalmente estas luchas por el poder se suelen producir cuando los partidos están en la oposición, pues siempre hay alguno que está convencido que si le hubieran dejado a él estarían gobernando, pero también suelen producirse movimientos desestabilizadores por parte de los que han triunfado en sus circunscripciones, sean ayuntamientos, diputaciones o comunidades, que exigen mayor cuota de poder en el partido e incluso por los que no consiguieron triunfar que piden otra oportunidad y también medrar lo que puedan.
En los partidos de izquierda las luchas por el poder suelen ser, salvo casos muy concretos, más silenciosas y, aunque siempre hay algún descontento, se suele imponer la disciplina de partido y los egos quedan bastante difuminados si se ha repartido bien el pastel. Llevar la contraria al capo de turno está muy mal visto y muy pocos osan contradecirlo.
El político de izquierda suele sacrificar su ego para conseguir mantener su modus vivendi en la actividad política. Lo importante es estar bien remunerado y perpetuarse en los cargos, carguitos o carguetes, aunque se tengan que meter su autoestima en salva sea la parte.
En el PSOE, por ejemplo, las primarias para elegir a sus máximos responsables nacionales y autonómicos dejan algún que otro cadáver en las cunetas, pero la mayoría de los afiliados, por la cuenta que les trae, se cambian de chaqueta rápidamente y muestran total pleitesía al candidato electo. El caso del Sr. Fernández Vara ofreciendo alma, vida y corazón al tal Sr. Sánchez después de apoyar furibundamente a la Sra. Díaz, es un ejemplo muy ilustrativo.
En el PSOE, las primarias para elegir a sus máximos responsables nacionales y autonómicos dejan algún que otro cadáver en las cunetas, pero la mayoría de los afiliados, por la cuenta que les trae, se cambian de chaqueta rápidamente ".
Los partidos de derecha en España, sin embargo, siempre han sido una caja de grillos, demasiados generales para tan pocos soldados. La desunión de la derecha por el egocentrismo de sus dirigentes ha sido una constante histórica y lamentablemente lo sigue siendo.
No me remontaré más atrás en el tiempo, pero desde principios del siglo XX los partidos de derecha proliferaron en España como setas en otoño. La CEDA, Confederación Española de Derechas Autónomas, -ojo al nombrecito- estaba constituida nada más y nada menos que por dieciocho partidos, con sus líderes correspondientes, y, aunque José Mª Gil Robles consiguió que fueran juntos a las elecciones generales durante la Segunda República, siempre hubo sus más y sus menos que comprometió, y de qué manera, su acción política.
Durante la Transición los partidos de derecha también han proliferado e incluso se llegó a fundar una especie de ‘CEDA’ con UCD que acabó como el rosario de la aurora ya que los egos de unos y otros acabaron con el partido y con el pobre Adolfo Suárez, hoy tan venerado. Solo Manuel Fraga, después de algún que otro intento, consiguió con el Partido Popular unir a casi toda la derecha patria y con José María Aznar se consolidó; pero esto es España y la unión duró poco y así, con Mariano Rajoy se volvió a las andadas y lo que era una opción política se convirtió en tres.
La situación actual es la de una derecha dividida con VOX, PP y Cs, algo que le está viniendo de miedo a la siniestra. Los egos de unos y otros han llevado al gobierno de España a lo peor de cada casa, lo que está poniendo en peligro la democracia y el estado de derecho.
El PP, el partido más importante de la derecha, tampoco acaba de volver a sus orígenes después de unas primarias que han dejado algunas heridas sin cicatrizar. Su nuevo líder da la impresión que ha llegado al poder como lo hizo Zapatero en el PSOE: se le eligió para que no salieran los otros candidatos y, aunque se está batiendo el cobre con solvencia, no acaba de ilusionar al personal.
La política es la segunda profesión más antigua de la historia. A veces creo que se parece mucho a la primera".
Ronald Reagan
Sin embargo, en el tiempo que lleva el PP en la oposición a nivel nacional, han aparecido en algunas comunidades autónomas líderes que, no sólo ganaron sus comicios correspondientes, sino que, además, han conseguido ilusionar a los ciudadanos por su imagen y su buen hacer.
Esto, que debería ser aprovechado por el partido para conseguir ganar las próximas elecciones generales, está sirviendo lamentablemente para desunir y sacar los egos de unos y otros al retortero.
Algunos parece que no entienden que son los votos de los ciudadanos los que le dan a un partido la oportunidad de gobernar y que hay políticos que los atraen y otros que los repelen. No es momento de enrocarse sino de todo lo contrario. Si el Sr. Núñez Feijóo, la Sra. Díaz Ayuso, el Sr. Martínez Almeida, el Sr. Moreno Bonilla o el Sr. Fernández Mañueco, entre otros, son generadores de votos deben tener protagonismo en el partido; por el contrario, dónde los dirigentes han dejado de ilusionar, habrá que agradecerles los servicios prestados y buscar candidatos que hayan demostrado que han atraído votos allá donde se han presentado o que disfrutan de un reconocimiento público notorio por su gestión y buen hacer.
En España no están los políticos que han sido cabeza de cartel acostumbrados a dar un paso atrás cuando no consiguen los objetivos electorales previstos. Su ego les hace creer que de sus fracasos suelen tener la culpa factores ajenos a ellos e incluso los propios electores y se agarran a la candidatura con uñas y dientes avalados por su ‘guardia de corps’ que sabe que si su ‘héroe’ cae se quedan si su modus vivendi.
La situación de nuestro país no está para egocentrismos sino para dejar sitio a los que pueden conseguir echar del gobierno de España y de algunas comunidades autónomas a siniestros personajes que nos están arruinando ética, social y económicamente.
Señores dirigentes de los partidos de derecha, déjense de jugar a ver quién mea más largo, métanse los egos dónde les quepan y demuestren que les importa España y los españoles. Sobran mercenarios y faltan políticos con altura de miras que no pretendan vivir opíparamente de la política porque es la única profesión dónde no se les exige ninguna aptitud.
Damián Beneyto