El trust de los miserables | Damián Beneyto
El trust de los miserables | Damián Beneyto
El trust de los miserables
DAMIÁN BENEYTO
Titulaba mi última parrafada ‘Tontos del culo’ y afirmaba que la cantidad de estos especímenes en nuestro país era cada vez mayor, lo que estaba produciendo unos efectos nefastos que nos estaban llevando a la ruina moral, política y económica.
Sin embargo, no es sólo el ‘tontoculismo’ el que está haciendo de España un paraíso de la inmoralidad y la necedad, hay también un holding de personajes que, aprovechando la estulticia ‘pompilea’ de muchos de sus compatriotas y la falta de arrestos de los poderes ejecutivo y judicial, campean por sus respetos atentando contra la dignidad, la decencia, la honradez y el honor de un pueblo soberano cada vez más acostumbrado al ultraje al que consideran como algo irremediable y fútil.
Hay también un holding de personajes que, aprovechándo el 'tontoculismo' de nuestra sociedad, atentan contra la honradez y la decencia: llamémosle 'el trust de los miserables'
Damián Beneyto Pita es natural de Carcaixent (Valencia), pero extremeño y residente en Plasencia desde 1977. Profesor de Enseñanza Secundaria. Fue Director del Centro de Artes Escénicas y de la Música, CEMART, entre 2007 y 2011. Director también de la Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura entre 2007 y 2010, Diputado en la Asamblea de Extremadura por el Partido Regionalista Extremeño, PREX, entre 2011 y 2015.
Este holding, que recuerda a ‘el trust de la coliflor’ de la obra de Bertolt Brecht, “La resistible ascensión de Arturo Ui”, está formado por una serie de personajes que dada su ruindad y vileza sólo se les puede denominar como MISERABLES.
Socios fundadores de este club de canallas son los políticos amantes de lo ajeno y que utilizan sus cargos públicos para hacer el agosto y cubrirse bien los riñones por si vienen mal dadas. Los hay que utilizan sus influencias para recibir prebendas por los servicios prestados y los que se limitan directamente a meter la mano en el cajón. Mal está una cosa y la otra, pero llevarse el dinero que se iba a dedicar a paliar los efectos de la miseria y el paro de los ciudadanos, a los que dicen representar, demuestra una falta total de conciencia y una bellaquería aberrante.
En este mismo saco hay que meter a los sindicalistas de pro que, no solo no se conforman con pasar toda su vida laboral viviendo del cuento, sino que además, se pegan la vida padre a costa del dinero público que debería servir para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Los sindicatos denominados ‘de clase’ demuestran un día sí y otro también de que ‘clase’ son sin ni siquiera ponerse colorados y eso que presumen de rojos.
Los naZionalistas también han hecho méritos más que suficientes para pertenecer al ‘trust de los miserables’. Se podrá o no estar de acuerdo con pertenecer a un estado, pero lo que no es de recibo es pretender utilizar de forma privativa unos recursos que son de todos los españoles y usar el chantaje como arma para conseguir más beneficios que el resto haciendo de la insolidaridad y el abuso una constante. Pero ya el colmo de la vileza es no respetar a los que viviendo en su misma comunidad no piensan como ellos sometiéndolos a todo tipo de vejaciones y amenazas.
El naZionalista es per se totalitario, aunque se vale de las instituciones democráticas para conseguir sus objetivos. No le importa jurar, prometer en falso o comprometer su honor si eso le conduce a llevar a cabo sus propósitos. Se aliará con cualquiera que crea que le puede facilitar sus propósitos aunque su ideología no tenga absolutamente nada que ver. El fin justifica los medios y esos medios no tienen límites.
Pero si hay unos personajes siniestros que pertenecen con todos los merecimientos a este holding, esos son los terroristas por muy blanqueados que crean estar. Gracias a una Ley electoral que no se ha modificado en tiempo y forma, los criminales y sus herederos campan a sus anchas en las instituciones mientras agravian, injurian y ultrajan a las víctimas y sus familias organizando fastos y agasajos a asesinos sin escrúpulos. Hoy, haber sido un terrorista y un criminal está considerado, para una parte de la izquierda de nuestro país –incluido el gobierno del tal Sánchez-, como algo meritorio, mientras que –al más puro estilo Odón Elorza– se considera a las víctimas y sus familias como fascistas recalcitrantes.
Seguro que a ustedes se les ocurre algún colectivo más al que podríamos hacer ‘socio’ del ‘trust de los miserables’, pero yo ahí lo dejo; pues creo que son más que suficientes para tener a este país manga por hombro con la inestimable colaboración de los ‘tontos del culo’.
Que esta gentuza tenga patente de corso en la mayoría de las ocasiones indica que nuestro sistema político hace aguas y que no se han emprendido las reformas necesarias para que España sea de verdad un país democrático donde la solidaridad interterritorial sea una realidad y la justicia ciega, rápida y eficaz.
No me cansaré de repetir que tenemos una Ley Electoral que en sí misma atenta contra la democracia, facilitando el acceso de algunos ‘miserables’ a los órganos legislativos nacionales y, como consecuencia, haciendo posible el chantaje al poder ejecutivo. Naturalmente esto ocurre por la inacción de los gobiernos ‘tontos de culo’, incapaces, dada su estulticia, de pactar con los que defienden la Constitución y la democracia para impedir el protagonismo de semejante gentuza.
Si a eso añadimos un poder judicial absolutamente politizado, al menos en las altas estancias, con jueces y fiscales catalogados como conservadores o progresistas, lo cual ya da bastante que pensar, y un sistema jurídico absolutamente farragoso, con falta de medios, excesivamente garantista y de una lentitud exasperante, lo normal es que miles de miserables se escapen por la gatera de la prescripción.
Entre ‘miserables’ y ‘tontos del culo’ este país no puede dar más de sí.
¡Feliz Año Nuevo! a todos los que tienen la caridad de leerme.
Damián Beneyto
Nota: Utilizo la palabra ‘miserable’ en su acepción, según el diccionario de la RAE, de ruin o canalla.