¿Todos los partidos son iguales? | Carmen Heras

¿Todos los partidos son iguales? | Carmen Heras

¿Todos los partidos son iguales? | Carmen Heras

¿Todos los partidos son iguales?

CARMEN HERAS

Copiando a Tolstói en ‘Ana Karenina’, yo también creo que las familias felices son todas iguales, pero que las desgraciadas lo son cada una a su manera, tanto más si nos referimos a los partidos políticos, la segunda familia de uno, en opinión de algún político cercano.

Todos, en el origen, parecen tener comportamientos similares. Mirados desde la distancia, los últimos sucesos ocurridos en el Partido Popular son dignos de atención, no sólo por el cambio efectuado en su liderazgo, por el que no hace tanto tiempo apostaron una mayoría de dirigentes y militantes, sino por la rapidez con la que, aparentemente, se ha producido, y por la seguridad de la opinión publicada en favor de ello.

Lo nuevo solo tiene poder de verdad si gobierna sobre algo completamente distinto, si termina completamente con todo lo anterior, se destruye el templo y se voltean los interiores de las personas"

De cuanto hasta la fecha ha pasado, cabe preguntarse por la fuerza y asentamiento de dicho liderazgo, cuál era la seriedad y seguridad en su elección de los que lo apoyaron y sobre el por qué un número grande de opinadores en periódicos y tertulias propina palmetazos en la mano y cabeza de los perdedores, poniendo en primera línea sus desaciertos y dejando en un segundo lugar sus razones.

Carmen Heras Pablo
Carmen Heras Pablo es Licenciada en Ciencias Físicas por la Universidad de Valladolid. Profesora Titular de Didáctica de las Matemáticas en la Universidad de Extremadura donde anteriormente dirigió la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado.
Diputada en el Congreso por Cáceres en representación del PSOE en 1996-2000, fue concejala en el Ayuntamiento de Cáceres en 2003-2007 y Alcaldesa entre 2007 y 2011

Al parecer esta sociedad no quiere a los débiles y desde luego no aprecia a los que, enzarzados en una batalla, no la rematan con la total destrucción de sus oponentes. Quizá porque el ansía de poder del ser humano tiene una fuerza ingente no solo en la vida política, también en la empresarial y por supuesto en la periodística.

Como los tiempos van tan rápidos, se nos hace cuesta arriba recordar que no hace tanto de ello todas las organizaciones políticas, al querer renovarse, dieron grandes saltos en el vacío y taparon las fotos clásicas que no le parecían lo suficientemente atractivas cara a sus objetivos.

En mi modesto entender, una verdadera renovación no es tal cuando solamente se produce sobre un cambio de personas y caras, nuevas, por edad simplemente. En vez de una renovación híbrida en la que los hombres y mujeres fueran sustituidos por sus hijos, y algún que otro nieto, entremezclados en sus filas y complementados, se defenestró totalmente a los primeros y se les dio la herencia entera a los segundos, poniéndolos a gobernar sobre las vidas y haciendas de sus mayores, incluso de quienes estaban mejor situados por bagaje humano, formación política y madurez personal.

Renovación en el PSOE

Al tiempo, se crearon nuevos artilugios, equipos, intereses y los antiguos fueron ocultados para evitar declaraciones, enfados, celos malsonantes que dieran al traste con lo nuevo que buscaba asentarse. Aunque no desaparecieron. Unos lograron espacio en el nuevo esquema, otros buscaron un lugar influyente fuera de la política, los más pasaron al ámbito privado.

Mientras tanto, los recién llegados tenían prisa; íntimamente conocedores de su posición real, no se dieron tiempo para digerir y aprender, la competencia interna y externa no se lo permitía. Debían lograr un éxito pronto si no querían ser echados del paraíso. Y como las prisas no son nunca buenas consejeras pronto comenzaron los dislates, los vaivenes, las incongruencias que los medios en esta sociedad tan mediática jalearon sin compasión y hasta la saciedad. Y el desgaste. Comienza, entonces, la cuenta atrás. Porque hay un núcleo de masa crítica enfadada. Y es cuando todo ese grupo interno y externo, que parecía que dormitaban en lo suyo, se levanta y reclama. Y el castillo de naipes se desploma.

Y es que, amigos, lo nuevo solo tiene poder de verdad si gobierna sobre algo completamente distinto, si termina completamente con todo lo anterior, se destruye el templo y se voltean los interiores de las personas haciéndolas creer que el fin de tener los gobiernos justifica los medios destructores de lo que un día fueron y creyeron. ¿Que por qué lo digo? Observen, observen.

Carmen Heras

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Rupturas, más o menos, traumáticas

CARMEN HERAS

Moramos en un tiempo en el que todo el mundo entiende de todo. Intentas iniciar un plan para configurar un grupo con unos objetivos determinados y los más ambiciosos lo primero que ‘se piden’ es un puesto de ‘Coordinador’, o de ‘Secretario’, o incluso de ‘Jefe Máximo’, arguyendo razones de ‘menor edad’ para ocupar tu sitio. El mundo al revés. En él se supone que la ‘gente madura’ no puede seguir un proceso de gestación de un proyecto, aunque la idea haya partido de ella.

Casi por los mismos años en los que la sociedad del bienestar reclamaba al Estado puestos de profesionales del ocio -porque éste forma parte de la vida-, se puso en marcha el ‘discurso de la renovación’ en los partidos. El mismo dictamina, sin lugar a apelación, que «cualquiera, con una experiencia contrastada, debe renunciar dejando su espacio a un inexperto ‘sin mochila’ al ser éste último mucho más dúctil y permeable y, por tanto, bastante más producivo en el espacio político, tan necesitado de ‘imágenes inocentes'».

Muchos dieron en tipificar la prudencia de juicio de la persona experimentada como algo negativo y elevaron la insolencia del bisoño a algo 'políticamente extraordinario'

Y sucedió que, al aplicarse de manera genérica, muchos dieron en tipificar la prudencia de juicio de la persona experimentada como algo negativo y elevaron la insolencia del bisoño a algo ‘políticamente extraordinario’. Fue una manera chapucera de abrir hueco a las generaciones más jóvenes que venían reclamando un sitio con insistencia. Y lo curioso es que los votantes ‘picaron’. Pero fue un desperdicio en tiempos de opulencia y exceso, cuando el ocio se permitió llenar el espacio del trabajo. Cuando la crisis actual ni se preveía.

Carmen Heras Pablo
Carmen Heras Pablo es Licenciada en Ciencias Físicas por la Universidad de Valladolid. Profesora Titular de Didáctica de las Matemáticas en la Universidad de Extremadura donde anteriormente dirigió la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado.
Diputada en el Congreso por Cáceres en representación del PSOE en 1996-2000, fue concejala en el Ayuntamiento de Cáceres en 2003-2007 y Alcaldesa entre 2007 y 2011

No fue la siguiente generación la que tomó el relevo, al estar ‘contaminada’ por haber colaborado con sus antecesores, sino la siguiente a la siguiente; así que llegaron por todos los caminos personas sin cordon umbilical con las que ligase directamente con quienes fueron ‘decapitados’. Y, en el medio, se perdió para la cosa pública toda una generación que era el puente natural entre los que se fueron y los que habían de llegar, en un proceso inteligente de renovación lógica.

No hubo conductores a través de los cuales viajase la corriente eléctrica que significa un ideario aplicado al terreno, unos lazos de compañerismo, un mismo lenguaje político. Gente recien llegada fue ascendida, sin formación política suficiente, comenzando su vida, sin preparación y que, en una eslacada meteórica, ocupan puestos de relevancia, no por especificidad, sino por ser jóvenes y estar en el sitio justo en el momento preciso.

Politicos jóvenes e insensatos; Carmen Heras;

No hubo contención en el gesto de aceptar altas responsabilidades. Todos lo hicieron. Los pocos ‘mayores’ que quedaron, para que no les fuera reclamado incluso su propio estatus, se rodearon, emboscados, de muchos jóvenes en edad de aprender, todos ellos encaramados en puestos altos de la pirámide de mando. Y, así, los clanes de allegados se aprestaron a ofrecer una imagen juvenil y moderna muy al gusto de la época, donde las modelos empiezan a llevar ropa adulta con catorce o quince años.

Y ocurrió que el espacio político de representación de España fue llenándose de ‘muchachos y muchachas’ a los que denominaron ‘líderes’, sin serlo. Y todo se cubrió de directores de sucursal. A veces, ni eso.

Carmen Heras

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