Por malos derroteros | Carmen Heras

Por malos derroteros | Carmen Heras

Por malos derroteros | Carmen Heras

Por malos derroteros

CARMEN HERAS

Con verdadera curiosidad escuchaba yo las declaraciones de un alto cargo del ministerio de Irene Montero. Explicaba su propósito de introducir variantes en la ley para conseguir declarar objeto de baja laboral la regla mensual de las mujeres en aquellos casos de reglas dolorosas y extremas. Me pareció sintomático de un manera de hacer que, ante hipotéticas ‘debilidades’, construye armaduras y modos de tratamientos distintos por quienes dicen haber venido a este mundo a defender la igualdad entre las personas.

Nunca he entendido ese afán de algunas mujeres por querer ser tratadas como diferentes cuando tanto reivindican su entrada en cualquier puesto o trabajo en aquellos aspectos relacionados con la productividad"

La idea se me antoja profundamente exagerada porque, efectivamente, esos dolores menstruales, cuando son fuertes y graves, bien pueden ser diagnosticados por un médico y constituir, a su juicio, motivo de baja laboral, como si de otra enfermedad se tratase, sin necesidad de nuevas cláusulas en ninguna normativa.

Nunca he entendido ese afán de algunas mujeres por, en el fondo, querer ser tratadas como diferentes -cuando tanto reivindican su entrada en cualquier puesto o trabajo- en aquellos aspectos relacionados con la productividad. Siempre a base de resaltar en las normas las características biológicas femeninas que pueden servir de pretexto para no hacerlo, precisamente a quienes más se oponen a la entrada de la mujer en los espacios y trabajos públicos.

Carmen Heras Pablo
Carmen Heras Pablo es Licenciada en Ciencias Físicas por la Universidad de Valladolid. Profesora Titular de Didáctica de las Matemáticas en la Universidad de Extremadura donde anteriormente dirigió la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado.
Diputada en el Congreso por Cáceres en representación del PSOE en 1996-2000, fue concejala en el Ayuntamiento de Cáceres en 2003-2007 y Alcaldesa entre 2007 y 2011

Este planteamiento ministerial, discriminatorio como pocos, tiene todo el aspecto de una gratificación o una minusvalía y está sujeto a posibles picarescas dado que el umbral del dolor es distinto de unas personas a otras y puede ser bastante subjetivo. Supongo que a algunas personas les gusta el reglamentismo y no lo pueden ocultar. Dividir la existencia en trocitos minúsculos y legislar para cada uno de ellos, de manera que las personas siempre encuentren un patrón por el que conducirse o por el que ser castigadas.

A mi todo ello me parece sorprendente, un problema de baja autoestima. Yo reivindico una manera generalista de enfocar los asuntos dentro de contextos globales e interrelacionados. Porque de lo que no creo que se trate, si se quiere equiparar realmente a las mujeres con los hombres, es de estar siempre insistiendo en aquellos aspectos mas proclives a ser entendidos como de ‘debilidad’ de cada sexo, dándoles rango de ley a lo que, al ser excepcional, como excepción debiera ser tratado.

Por malos derroteros, por Carmen Heras

En tiempos laboralmente duros como los de ahora, se trataría de fortalecer las estructuras básicas de contratación con criterios que no sirvan a los posibles empleadores como elemento disuasivo. En una época con tantas incertidumbres es absolutamente necesario invertir en la construcción de individuos -hombres, mujeres- fuertes que sepan enfrentar los problemas y resolverlos, en vez de ir buscando siempre un proteccionismo extremo hacia unos con el consiguiente recargo sobre los otros. Justicia equitativa, sí, pero melindres, los mínimos.

Ocurre que protección y proteccionismo no son términos semejantes. Mientras la protección implica la acción de proteger e impedir que alguien reciba algún daño, con la palabra proteccionismo se entiende toda una teoría económica que busca proteger los productos nacionales frente a los extranjeros a fuerza de grabar éstos últimos con aranceles y trabas en su distribución. Pues algo parecido puede ocurrir con el caso que nos ocupa. Buscar un esquema exageradamente proteccionista para una de las partes no hará más que señalar los aspectos menos rentables de su contratación frente a la otra, rebajando así sus posibilidades en el mercado de trabajo que, como todos sabemos, se rige por la competitividad.

Carmen Heras

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‘Femicomunismo’ | Damián Beneyto

‘Femicomunismo’ | Damián Beneyto

‘Femicomunismo’ | Damián Beneyto

'Femicomunismo'

DAMIÁN BENEYTO

Aunque nazismo y comunismo son, como diría un concejal catalanista de mi pueblo refiriéndose a algunas lenguas romances, términos sinónimos, en lo que nos compete es más correcto, en mi opinión, utilizar en España el vocablo ‘femicomunismo’ que ‘feminazismo’ que, aun queriendo decir lo mismo, nos aclara la procedencia de tan curioso y tétrico movimiento popular.

El 'femicomunismo' es una ideología totalitaria emanada de los desatinos de Hegel, Marx y Engels y con base en el victimismo y la mentira "

El ‘femicomunismo’ es una ideología totalitaria que emana de los desatinos de Hegel, Marx y Engels, que se basa siempre, como todos los populismos de extrema izquierda, en el victimismo y la mentira. No busca la igualdad entre los sexos, algo admitido por la inmensa mayoría de hombres y mujeres, busca la supremacía del sexo femenino sobre el masculino a través de los privilegios, de la discriminación positiva y de la violencia si se tercia.

Una de sus principales ideólogas, la estadounidense Valerie Jean Solanas en su manifiesto SCUM que aboga por la exterminación de los varones al más puro estilo estalinista, llegó a escribir, entre otras gilipolluás, lo siguiente:

Damián Beneyto

Damián Beneyto Pita es natural de Carcaixent (Valencia), pero extremeño y residente en Plasencia desde 1977.  Profesor de Enseñanza Secundaria. Fue Director del Centro de Artes Escénicas y de la Música, CEMART, entre 2007 y 2011. Director también de la Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura entre 2007 y 2010, Diputado en la Asamblea de Extremadura por el Partido Regionalista Extremeño, PREX, entre 2011 y 2015.

“El macho es una mujer inacabada, un aborto ambulante, un aborto en fase gene. Ser macho es ser deficiente; un deficiente con la sensibilidad limitada. La virilidad es una deficiencia orgánica, una enfermedad; los machos son lisiados emocionales”.

Este movimiento es violento y beligerante, no hay que leer algunas ‘perlas’ como estas:

  • “Las mujeres que tiene sexo con hombres son traidoras de género”, Tiina Rosemberg (Profesora de la Universidad de Estocolmo).
  • “La proporción de hombres debe ser reducida y mantenida aproximadamente en un 10%”, Sally Miller Gearhart (Maestra en el Sweet Brian College).
  • “Todos los hombres son violadores”, Marilyn French (Escritora).
  • “El hombre es un animal doméstico el cual debe ser tratado con firmeza; puede ser entrenado para que haga muchas cosas”, Jilly Cooper (Periodista).
  • “Todo coito heterosexual es una violación”, Catharine Mackinnon (Profesora en la Universidad de Yale).
  • “La heterosexualidad no es una forma natural de vivir la sexualidad”, Beatriz Gimeno Reinoso (Activista y cargo público por la gracia de Podemos).

Por supuesto, hay muchas más perlas, algunas bastante barriobajeras, que por respeto a la mayoría de las mujeres no voy a reproducir.

También en el tema de la maternidad las femicomunistas desbarran adecuadamente y como ejemplo este ‘botón’: “El feto es una parte de su cuerpo (de la mujer) y es también un parásito que la explota; ella lo posee y también es poseída por él”, Simone de Beauvoir (Filósofa).

La obsesión de mostrar al respetable las domingas se realiza presentemente en los lugares de culto, siempre católicos; debe ser porque musulmanes y judíos las comprenden mejor"

Feminismo y comunismo, por Damián Beneyto

Políticamente, estas musas también son sectarias, como buenas rojelias y, si no, lean lo que dice la periodista y activista polaco-alemana, Rosa de Luxemburgo: “Quién es feminista y no de izquierdas, carece de estrategia. Quién es de izquierdas y no es feminista, carece de profundidad”.  Y se quedo tan pancha…

Las femicomunistas españolas son mucho más folclóricas, ¡dónde va a parar!, e incluso más campechanas y, por supuesto, menos leídas. Son un cruce entre Doña Rogelia sin refajo y Cristina Almeida en deshabillé; tienen mucha más espontaneidad y, sabedoras de que no pueden mostrar su inteligencia, enseñan su anatomía convenientemente tatuada. Tienen una obsesión especial por mostrar al respetable sus glándulas mamarias o domingas, aunque si se tercia también ponen en exposición pública el rulé o el parrús (coño, en valenciano).

Esta exhibición anatómica, la suelen realizar en edificios públicos y en lugares de culto preferentemente católico, las mezquitas y las sinagogas las frecuentan menos, debe ser porque musulmanes y judíos las comprenden mejor. También muestran sus gracias o sus desgracias, de todo hay, frente a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado en las algarabías que montan para hacerse valer.

El lenguaje oral y/o escrito que utilizan para lanzar sus mensajes está lleno de poesía y de buenos deseos. He aquí algunos ejemplos:

  • “Muerte al macho”, pancarta
  • “Muerto el macho se acabó la rabia”, copia literal de otra una pancarta.
  • “No quiero tu piropo… quiero que te mueras”, seguimos con pancarta.
  • “Un macho muerto, un feminicidio menos. Muerte al macho”, pintada callejera.
  • “Machete al machote”, pancarta nuevamente.
  • “Hetero, te vamos a matar”, pintada.
  • “Mata a tu marido”, otra pintada.
  • “Mata a tu papá y a tu novio y a tu hermano”, pintada.
Femicomunismo, por Damián Beneyto

Doña Irene debe saber, con perdón, que, desde que el mundo es mundo, tiran más dos tetas que dos carretas y, por ello, ella es ministra"

Como se puede comprobar, estas femicomunistas de pro son un dechado de buenas intenciones.

Curiosamente, la mayoría de las femicomunistas autóctonas que han llegado a cargos de responsabilidad política lo han hecho de la mano de algún macho alfa y ha sido una especie de gratificación por el derecho de pernada.

Alguna hasta ha llegado a ministra por méritos de alcoba y ahora anda diciendo que a los hombres nos dan miedo las tetas. Esta pobre mujer, por muy ‘menistra’ que sea, no anda muy sobrada de luces y la prueba es que agradeció como un gran piropo que un presentador pelachufas y barriobajero la dijera en un programa televisivo que ‘tenía el coño como una mesa’. Dña. Irene debe saber, con perdón, que desde que el mundo es mundo tiran más dos tetas que dos carretas y por eso, ella es ‘menistra’.

Estoy convencido que en nuestro país la inmensa mayoría está por la igualdad entre los sexos. Sacar los demonios de paseo sólo trae rencor e inquina. La violencia de género, en todas sus formas, debe perseguirse y castigarse sin discriminación. Como decía al principio de mi parrafada, la auténtica igualdad no entiende ni de privilegios, ni de discriminaciones, por muy positivas que sean.

Damián Beneyto

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¿Ruptura del movimiento feminista?

CARMEN HERAS

El movimiento feminista parece estar gravemente herido. El tiempo dirá si es herida mortal o no. Peligrosa si lo es. Sus más destacadas y sólidas representantes, aquellas mujeres lúcidas y reflexivas que lo ayudaron a elevarse sobre las meras reivindicaciones en las calles y le dieron argumentos, están doloridas y decepcionadas.

Hubo un tiempo en el que leí mucho sobre feminismo. Todo era bastante más monolítico. Como también ha ocurrido con otras cuestiones en épocas anteriores, las mujeres estaban bastante de acuerdo en cuáles eran los aspectos que debían reivindicar para disponer de una vida más digna. Eran tan evidentes que, diagnosticarlos y priorizarlos, resultaba relativamente fácil, dentro de una lista de deseos y opciones.

El término 'género' sirve para determinar las desigualdades de las mujeres en cualquier parte del mundo"

Algo parecido a lo que se produjo en España cuando el país se constituyó como un estado de autonomías y fue necesario poner los pies en el suelo, conseguir competencias y empezar a construir un lugar autogestionado con el que sus habitantes se identificasen y del que pudieran sentirse orgullosos.

En muchos lugares de una determinada autonomía hubo que comenzar por el principio. Y si la zona era eminentemente rural ese inicio significaba poner en marcha, de manera general, las estructuras fundamentales: luz, agua, carreteras, colegios, casas de cultura. Acertar estaba asegurado. Mejorar lo qué había, también.

Carmen Heras Pablo
Carmen Heras Pablo es Licenciada en Ciencias Físicas por la Universidad de Valladolid. Profesora Titular de Didáctica de las Matemáticas en la Universidad de Extremadura donde anteriormente dirigió la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado.
Diputada en el Congreso por Cáceres en representación del PSOE en 1996-2000, fue concejala en el Ayuntamiento de Cáceres en 2003-2007 y Alcaldesa entre 2007 y 2011

Desde un criterio centralizado de país, existían diferentes velocidades de gestión de unos territorios respecto a otros y las gentes más humildes y sus líderes se pusieron a la tarea de equipararse con los más adelantados. O al menos, esa fue la voluntad mayoritaria.

Pero a medida que fué pasando el tiempo todo se hizo más complejo. Elegir lo qué hacer en el paso siguiente para seguir con el progreso iba resultando cada vez más difícil, acertar también. Construir sobre lo básico conseguido, sobre todo cuando se trata de avivar y desarrollar el material humano que vive en los espacios regionales, es un logro que nunca termina, pues es conocido que una vez abierta una ventana, las personas miramos hacia el mundo exterior y siempre anhelamos, necesitamos, más. Tanto más, si la situación exige cambios estructurales que nadie parece querer arriesgarse a hacer.

Algo parecido está sucediendo con el tema que nos ocupa y que no es otro que el de los derechos de las mujeres. Que una vez cimentados (al menos teóricamente) los susodichos derechos básicos en leyes, normas y opinión pública, abierta la vía para los matices, para problemas e interrogantes específicos subyacentes debidos a una visión distinta del mundo, todo se complicó.

La nueva Ley que el Ministerio de Igualdad ha confeccionado y pretende aprobar va de manera directa a desdibujar los logros alcanzados. Al ser posible el cambio de sexo, ya no puede demostrarse que las desigualdades se producen en razón al género"

Irene Montero y el feminismo recalcitrante

El término ‘género’ es una construcción que sirve para determinar las desigualdades de las mujeres -por el mero hecho de serlo- en cualquier parte del mundo. Demostradas con datos. Desde el año 2014, el Real Diccionario de la Lengua recoge la acepción de género como una categoría sociocultural, pero no biológica, «al que pertenecen los seres humanos de cada sexo». En España género y sexo no significan lo mismo.

El uso del primero de éstos conceptos ha convertido a la mujer en un sujeto político. El número elevado de ellas reivindicándolo lo ha hecho posible. Pero ahora, reconocidas feministas temen que desaparezca todo o mucho de lo conseguido políticamente.

La nueva Ley que el Ministerio de Igualdad ha confeccionado y pretende aprobar, va de manera directa, a juicio de ellas, al desdibujamiento de los logros alcanzados, pues al ser posible el cambio de sexo ya no puede demostrarse que las desigualdades se producen en razón al género al que se pertenece. El reconocimiento jurídico a la autodeterminación de género es un golpe certero a la tesis fundamental del feminismo y tendrá sus consecuencias.

Carmen Heras

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‘Hembrismo’ | Damián Beneyto

‘Hembrismo’ | Damián Beneyto

‘Hembrismo’ | Damián Beneyto

'Hembrismo'

DAMIÁN BENEYTO

Las perversiones del lenguaje -muchas veces interesadas- invitan con frecuencia a confundir el significado de ciertos términos que son puestos de moda por algún que otro poder fáctico con la intención de manipular a la opinión pública.

En mi anterior parrafada –‘Comunismo y fascismo, tal para cual’– explicaba cómo el término ‘facha’ era utilizado por el vulgo como ‘muletilla’ para apellidar a aquellos que mantienen opiniones distintas a las de la izquierda profunda, y hasta al propio Felipe González se le ha tildado de ‘facha’ cuando ha defendido la monarquía, la democracia o la Constitución de 1978.

Disentir del pensamiento único del hembrismo patrio - ya no lo entrecomillo, lo acabo de patentar- es casi un delito de lesa gilipolluá"

Algo parecido ocurre con el término ‘machismo’, que con frecuencia se contrapone al de ‘feminismo’ -craso error, ya que el antónimo de ‘feminismo’ sería ‘masculismo’ y, si me lo admite la RAE, el de ‘machismo’ debiera ser ‘hembrismo’-.

Llamar ‘machistas’ a hombres, aunque también a algunas mujeres, que disienten de la doctrina ‘hembrista’ oficial, se ha convertido en algo habitual. Disentir del pensamiento único del hembrismo patrio -ya no lo entrecomillo, lo acabo de patentar-  es casi un delito de lesa gilipolluá.

No seré yo quien discuta que debe haber igualdad entre hombres y mujeres y que la diferencia de sexo no puede ser nunca algo que discrimine; también condeno enérgicamente la violencia ‘de genero’ tanto física como psicológica.

Damián Beneyto; Regionalismo extremeños; Asamblea de Extremadura; Visioncoach;

Damián Beneyto Pita es natural de Carcaixent (Valencia), pero extremeño y residente en Plasencia desde 1977.  Profesor de Enseñanza Secundaria. Fue Director del Centro de Artes Escénicas y de la Música, CEMART, entre 2007 y 2011. Director también de la Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura entre 2007 y 2010, Diputado en la Asamblea de Extremadura por el Partido Regionalista Extremeño, PREX, entre 2011 y 2015.

Sin embargo, no puedo estar de acuerdo cuando por parte de algunos colectivos hembristas se pretende conseguir la supremacía de la mujer sobre el hombre criminalizándolo y haciéndole culpable de todos los males de la Humanidad. Hay buenas y malas personas, independientemente de lo que tengan en la entrepierna, y esto sí es un axioma.

Vivimos en un país donde afortunadamente,  y así consta en nuestra Constitución,  las diferencias legales entre hombres y mujeres no existen y nuestro Código Penal castiga severamente los delitos denominados ‘de género’, aunque bien es cierto que con una imparcialidad a veces discutible. Por eso, no debería ser de recibo que ciertos colectivos hembristas salidos de la izquierda profunda pretendan que los machos de la especie humana se conviertan en ‘castrati’ cual ‘Farinellis’ *.

Y hablando del ‘furibundo hembrismo de la izquierda actual’, conviene puntualizar que no se ha caracterizado la siniestra española a lo largo de la historia por la defensa de los derechos de las mujeres ni tampoco por darles demasiada relevancia en la vida pública. El voto femenino llegó a España de la mano del centro derecha y fue votado en contra por las antepasadas ‘rojelias’ de las actuales sufragistas. Además, en todos los países con regímenes comunistas no ha habido ninguna mujer con cargos de relevancia, a no ser que fuera ‘la barragana del preboste de turno’, algo que ya hemos copiado en España.

Dando por sentado que algunas reivindicaciones del colectivo hembrista son ‘justas y necesarias’ y que han conseguido logros importantes en pro de la igualdad, algunos sectores de estos movimientos se han pasado de frenada y buscan no la igualdad, sino la supremacía, y lo que es peor, el enfrentamiento, el odio y la fobia hacia el otro sexo. 

Hembrismo y brujería, por Damián Beneyto

No se ha caracterizado la siniestra española con la defensa de los derechos de las mujeres ni por darles relevancia en la vida pública. El voto femenino llegó a España de la mano del centro-derecha"

El ‘buenismo’, del que ya les he hablado en otra de mis parrafadas, y los intereses políticos han hecho que muchos ‘machos dirigentes’ hagan, aparentemente, suyas unas reivindicaciones que van mucho más allá de lo justo y razonable, dando alas al fanatismo y a lo que ha dado por llamarse ‘feminazismo’.

La ‘hembra feminazi’ suele ser de bajo nivel cultural, aunque cuelgue en sus paredes algún titulillo que otro -ya saben eso de que ‘lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta’-, suelen tener baja autoestima y un importante complejo de inferioridad. Su mal gusto y chabacanería son proverbiales. Han hecho del insulto su único argumento aderezado con poses histriónicas y desvergonzadas utilizando siempre que la ocasión lo requiere, sus atributos femeninos –algunos de dudosa estética- como armas, sin percatarse que, más que amedrentar, lo único que consiguen es hacer el ridículo más espantoso.

Como decía la eminente neuróloga y premio Nobel, Rita Levi-Montalcini, “las mujeres que han cambiado el mundo no han necesitado nunca mostrar otra cosa que su inteligencia”.   

No sería justo en mi parrafada si no reconociera que aún hay en algunos sectores de nuestra sociedad discriminación por motivo de sexo y que eso debe corregirse. Las diferencias salariales, la desigualdad de oportunidades para acceder a puestos de responsabilidad en algunos sectores, etc., deben desaparecer. Como católico, entiendo que el papel de la mujer en la Iglesia no se ajusta al mensaje evangélico y que debe tener las mismas atribuciones que los hombres. Pero este camino reivindicativo lo tienen que andar juntos hombres y mujeres. El ‘hembrismo’, así como el ‘machismo’, sólo nos conduce a una guerra de sexos de la que no puede salir nada bueno, salvo violencia, rencor y odio.

El hembrismo, así como el machismo, solo nos conduce a una guerra de sexos de la que no puede salir nada bueno, salvo violencia, rencor y odio"

El otro 8M;

El fomento de la discriminación positiva hacia la mujer tampoco creo que esté contribuyendo a conseguir una igualdad real. Forzar en la política, en la administración e incluso en la empresa privada lo que se ha dado en llamar ‘cuotas’ sólo está sirviendo para que personas preparadas se queden fuera mientras otras, por el sólo hecho de su sexo, ocupen puestos de responsabilidad para los que están dudosamente preparados. Como dijo Marie Curie, premio Nobel de Física, “nunca he creído que por ser mujer deba tener tratos especiales, de creerlo estaría reconociendo que soy inferior a los hombres, y no soy inferior a ninguno de ellos”.  

Termino mi parrafada contándoles la historia de una mujer que a principios de los años sesenta quedo viuda a los treinta y tantos años con cuatro hijos, el mayor de ocho años y el menor de dos meses. Su situación económica era peor que mala y tuvo que realizar todo tipos de trabajos para sacar a su prole adelante; empleada en una fábrica de zumos, telefonista, estanquera y dependienta de una pastelería. Con casi cincuenta años, mientras trabajaba y ejercía de madre, preparó y aprobó unas oposiciones a la Seguridad Social. Fue capaz de dar una carrera universitaria a sus cuatro hijos y jamás se sintió menos que ningún hombre. Esta mujer es mi madre que hoy tiene noventa y seis años y a la que le dedico, con su permiso, esta parrafada.

Damián Beneyto

* Farinelli fue el sobrenombre de Carlo Broschi, un cantante ‘castrato’ protegido del rey Felipe V.

 

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