Escucha activa y gobierno abierto | Alberto Astorga

Ago 20, 2015

Escucha activa y gobierno abierto

 

ALBERTO ASTORGA

Entre las competencias básicas en el coaching, y para mí una de las principales, está la ‘escucha activa’. Es, además, una de las claves en el desarrollo de la profesión de coach, en cuanto que es una habilidad personal que permite ‘poner el foco’ de forma total en lo que el interlocutor dice e, incluso, en lo que no dice pero que manifiesta a través de su comunicación no verbal, de su cuerpo, sus gestos, sus miradas. Se deriva del interés sincero que debe existir entre dos interlocutores.

Escuchar a la otra persona, sus sensaciones, mientras expresa, comunica y saca lo que tiene dentro, es fundamental para poder prestarle apoyo, para que alcance el autoconocimiento necesario. Sentirse verdaderamente escuchado, comprendido y no cuestionado ni juzgado es un resorte hacia la apertura interior, hacia la búsqueda de uno mismo, hacia la libertad del ‘ser’ que llevamos dentro mediante la expresión de los sentimientos más íntimos.

El que habla, se libera, y el que escucha, extrae. Una escucha activa requiere que se extraigan conceptos basados siempre en lo que dice la otra persona, sin perderse en ‘otras historias descriptivas’ y sin añadir ‘de cosecha propia’. La escucha activa, la atención plena y el interés sincero, permiten y posibilitan que se desarrollen con éxito las comunicaciones y que se formulen planes de acción sinceros y realistas.

Una escucha activa ayuda a modifica la manera de hacer las cosas, haciéndolas de manera más flexible para conseguir un alto grado de satisfacción ciudadana"

El gobierno y las políticas de transparencia

En el ámbito político, la escucha activa es una herramienta muy poderosa, pues son muchos los diálogos que se entablan por parte de los políticos y de los ciudadanos, a diario y en todos los ámbitos y contextos. Pero, lo que es una tradición intrínseca del político -dialogar, contar, debatir-, también ha cambiado con los tiempos, con las tecnologías, con la globalidad. Ya no es siempre un ‘cara a cara’ que limita las conversaciones entre políticos y sus votantes o ciudadanos ‘sin más’. Primero fueron los medios de comunicación, como la radio y la televisión; luego, y con un mayor impacto todavía no bien valorado, internet y las redes sociales han aportado un nuevo horizonte, tanto en la manera de producir información como en la manera en que los ciudadanos se relacionan y se expresan entre ellos y con el gobierno o los partidos que los representan.

En Twitter y Facebook, por ejemplo, como redes sociales más activas, los ciudadanos opinan, critican, algunos sugieren y hacen aportaciones positivas, realizan quejas y, algunos, muy pocos, también felicitan. También hay quien aprovecha el anonimato que facilita internet y las identidades fake para linchar a las personas de una forma vil y cobarde, aportando más bilis que inteligencia. Hay quien demuestra absoluta ignorancia; otros que ‘desbarran’ y se ‘pasan de frenada’; pero siempre hay quien atina, quien aporta un punto de vista distinto, creativo y enriquecedor que, trabajado, puede ser oportuno, útil y realizable.

Esta información masiva ya ha sido hábil e inteligentemente analizada por las empresas que desean vender sus productos y servicios, como pistas de por donde se orientan las preferencias de consumo, gustos y tendencias para así mejorar los procesos productivos y ofrecer aquello que la demanda verdaderamente requiere. Nos han colocado ‘cookies‘ por todos los lados y nos aparece publicidad de los temas de aquellas páginas que solemos visitar.

La sociedad pudo ser para el político como el 'pollito con la boca abierta' esperando que llegue algo que digerir, cualquier cosa que poder tragar. Ahora, ya no. El ciudadano ha tomado la iniciativa y sabe lo que quiere, lo que necesita y los medios que debe utilizar para conseguirlo"

Pero también ofrece información suficientemente interesante como para que las administraciones públicas, los gobiernos en todos los niveles o los partidos políticos y sus dirigentes, saquen conclusiones. Solo hay que saber colocar las ‘cookies‘, saber escuchar. Una escucha activa en este terreno ayuda a modificar la manera de hacer las cosas, haciéndolas más flexibles para conseguir un alto grado de satisfacción ciudadana. Esta escucha atenta permite definir nuevas dinámicas del gobierno, de una  oferta política adaptada a lo que realmente requiere la sociedad.

La sociedad pudo ser para el político como el ‘pollito con la boca abierta’ esperando que ‘llegue algo’ que digerir, cualquier cosa que poder tragar. Ya no. Ahora el ciudadano ha tomado iniciativa clara, sabe lo que quiere, lo que necesita. Y lo reclama por aquellos medios que tiene a mano y que controla directamente a golpe de clic, sin intermediarios que depuren o filtren la información. Debe ser en esos foros donde la política debe poner atención, debe escuchar. Y debe hacerlo considerándolo, no como una intromisión en su mandato derivado de las urnas, sino como la oportunidad, una más, de recibir información directa de aquellos a los que afectará sus acciones y decisiones. Luego podrá actuar, pero antes debe escuchar.

El gobierno abierto a los ciudadanos

Un gobierno abierto no es solo una administración sensible al ciudadano, sino que es/son también unos representantes suficientemente inteligentes como para que su gestión se adapte a lo que la sociedad pide"

Un gobierno abierto no es solo una administración sensible al ciudadano, sino que es/son también unos representantes suficientemente inteligentes como para que su gestión se adapte a lo que la sociedad pide. Deben saber lo que la sociedad reclama, lo que sucede en el territorio que ocupan, lo que preocupa a sus ciudadanos. Con esta información, suficientemente trabajada y estudiada, se pueden aportar soluciones y dar respuesta rápida y ágil a la acción de gobierno. Garantiza cercanía con la sociedad.

Un modelo de gobierno abierto supone nuevas formas de participación ciudadana orientadas, no ya a adaptar más acertadamente los servicios, sino también co-crearlos. A gestionar nuevas ideas, nuevos conceptos y nuevos proyectos que sirvan, que sean útiles, a quienes los van a utilizar.

La velocidad que a todos nos imprimen las nuevas tecnologías y los nuevos modos de comunicación y relación social, obligan a una mayor productividad para no quedarse rezagado en esa carrera. Ya no vale reaccionar ‘a lo que va llegando’, sino adelantarse a lo que intuimos que puede venir. Recibir la información, estar pendiente, escuchar de forma activa y atentamente la calle y el ‘run-run’ cada vez más alto y claro que circula por las redes sociales y otros foros de participación ciudadana directa, hace que debamos crear nuevas herramientas que ayuden a recoger, analizar y gestionar todo ese torrente de información.

Un modelo de gobierno abierto supone nuevas formas de participación ciudadana orientadas, no ya a adaptar más acertadamente los servicios, sino también a co-crearlos"

Una administración, unos partidos y unos políticos autoconscientes de sí mismos, verdaderamente interesados en hacer un gobierno participativo, abierto a la colaboración y transparente, deben escuchar. Y para esta escucha, necesitan ahora un aprendizaje y un entrenamiento específico. Entrenar una habilidad que no es sencilla y que se asemeja a las habilidades de un coach.

Cuando hablamos de ‘coach político‘ parece que lo único que interesa es la consecución de objetivos personales. Pero también son metas de gestión y mejora de la comunicación las que se pueden alcanzar para la autorrealización de la persona. Por ello, es tan necesario entrenar en los políticos, como personas que son y que no pueden dejar de ser, aquellas habilidades que son básicas para una mejor gestión de su labor diaria en todos los ámbitos. Solo así podremos alcanzar un mayor bienestar para todos y cumplir las expectativas que nos marcamos.

No olvidemos que un gobierno abierto se basa en la colaboración de todos. En ese objetivo, la escucha activa no es solo una herramienta poderosa, sino una actitud imprescindible para alcanzar una óptima administración de nuestro tiempo.

Alberto Astorga

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