Los papeles de Panamá | Alberto Astorga
Los papeles de Panamá
ALBERTO ASTORGA
Panamá siempre ha sido un país referente en Latinoamérica y en el mundo. Su situación entre dos océanos y entre ‘las dos Américas’ lo convierten en enclave estratégico de la economía y del comercio mundial. Quizá también, por esta circunstancia, Panamá se ha convertido es sede de sociedades ‘offshore‘ que han dado muchos papeles de los que hablar en recientes fechas y que, sin duda, todavía guardan más de un secreto y alguna sorpresa.
Al igual que el sombrero ‘Panamá’ -que no es originario de allí, sino de Ecuador- cuenta este país con miles de sociedades mercantiles variopintas que no realizan actividad económica alguna en su territorio pero están asentadas allí. Son las sociedades ‘offshore‘.
¿Qué es eso? Una sociedad ‘offshore‘ es una empresa cuya característica principal es que no realiza actividad económica alguna y está radicada en ‘paraísos fiscales’ para beneficiarse de las ventajas tributarias que ofrecen. No tienen por qué ser ilegales y, de hecho, no lo son. Otra cosa es la valoración que se realice de la finalidad y de los titulares que la prensa quiera dar a las mismas.
Una de las mayores ‘fábricas de sociedades offshore‘ es el bufete de abogados Mossack Fonseca. Desde sus oficinas, a módico precio y en tiempo récord, salen constituidas las sociedades para aquellos clientes interesados. Y es este despacho panameño en el que se ha producido una ‘filtración’ de información de enormes proporciones que ha roto la confianza y la confidencialidad pretendida por sus clientes, poniendo en evidencia a ‘santos y diablos’ en todo el mundo.
Conociendo el paño, más que 'periodismo de investigación', me inclino a pensar que 'alguien' señaló con el dedo dónde había que mirar y que es lo que eso significaba"
Según parece, más de 370 periodistas de un centenar de medios de 77 países, llevan ‘trabajando’ durante el último año revisando y analizando más de 11 millones de documentos internos de este bufete, que fueron obtenidos por un diario alemán y compartidos, por su enorme volumen, con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación.
Permítanme dudar de tales abultadas ‘cifras’ de intervención de medios y de tanta implicación profesional. Conociendo el paño, me inclino a pensar que alguien señaló con el dedo dónde había que mirar y qué es lo que significaba. Más que ‘periodismo de investigación’, hablaría de ‘chivatazo’, ‘delación’, ‘indiscreción’ o simplemente ‘periodismo de filtración’.
Y la gestión de ese ‘alud’ de documentación tan enorme -que reitero mi convencimiento de que se trata de ‘periodismo de filtración’ y no de una investigación (ya quisieran), – todavía tiene muchas líneas pendientes de publicar, pues será como un cuentagotas en el que, al final, quien no salga es que es un ‘don nadie’.
Pero no quito méritos periodísticos. No se trata de eso. Lo desvelado pone de relieve lo que era un ‘rumrum’ en la calle y que era sospecha pública. Que los paraísos fiscales -y no solo en Panamá- yacen ocultas multitud de fortunas y de secretos que harían resquebrajarse la imagen que tenemos de muchos famosos, sean políticos, artistas, deportistas, empresarios o casas reales y regímenes autoritarios. Nadie está a salvo de salir ‘en los papeles’ y de que se les haga juicio sumarísimo y linchamiento en los medios de comunicación y en las plazas públicas.
Lo que sí es cierto es que no se juzga con la misma severidad a todos. Ni por la ciudadanía en general ni por los medios de comunicación en particular. Han salido múltiples nombres, entre los que se destacaría, sin querer prejuzgar ni juzgar a nadie, a Rodrigo Rato, Imanol Arias, Pedro Almodóvar, Miguel Blesa, Vladimir Putin, Orios Puyol, Francisco Paesa, Leo Messi, José Manuel Soria, Mauricio Macri y un sin fin de apellidos y personajes conocidos. Sin embargo, pregunto, ¿el escándalo es igual para todos? ¿salen todos con la misma intensidad, ensañamiento y constancia? ¿se exige a todos lo mismo? ¿somos justos en nuestras opiniones?
Me parece lamentable que existan este tipo de sociedades constituidas básicamente con fines poco éticos, pero tampoco me parece ético que, por un supuesto interés informativo, se desvelen nombres, se viole la privacidad de los particulares y se equipare a quien no ha incumplido la legalidad con criminales y defraudadores.
Alberto Astorga