La utilidad del voto en blanco | Alberto Astorga

Dic 16, 2015

La utilidad del voto en blanco

 

ALBERTO ASTORGA

Hace algunos días, conversando con una electora novel, de esos que se estrenan por primera vez ante la urna en esa obligación tan especial de votar, me comentó que no sabía a favor de quién hacerlo. El cuerpo le pedía ‘votar en blanco’, pero, si así lo hacía, su voto ‘iría al partido más votado’ y eso le gustaba aun menos.

No me extrañaron sus dudas, pues alrededor del treinta por ciento de los electores están en la misma disyuntiva. Pero sí me puso de relieve que existe un evidente desconocimiento entre muchos votantes que mantienen la creencia que el ‘votar en blanco’ suma y favorece al partido que obtiene más votos, con incidencia -claro está- en el resultado. Esto es, como digo, un error que quisiera aclarar brevemente. Pero ya puestos en faena, voy a extender la explicación a cómo afecta, o no, la abstención y el voto nulo.

Votar en blanco es una opción legítima, pero aquellos 'desencantados' deben tener en cuenta que todos los males que pudiera tener la democracia se curan con más democracia"

La abstención se produce cuando el ciudadano con derecho a voto no ejerce ese derecho. Puede ser por olvido, desgana, circunstancias personales de toda índole o imposibilidad de votar por correo. En la medida en que el recuento se efectúa exclusivamente sobre el total de votos válidos, la abstención no tiene incidencia alguna en el resultado, pues no es -ni siquiera- un voto. Pese a todo, es un fenómeno que denota apatía o descontento con el sistema democrático de representación o por el desencanto personal por su opción tradicional. Esta apatía del votante, desvirtúa, en parte, la legitimidad de la elección. Por eso es tan importante para todos los partidos políticos contar con un respaldo ciudadano que legitime suficientemente su elección.

El voto nulo se produce cuando, por presentar algún defecto de forma, no se puede asignar a ninguna candidatura. Sucede cuando se introduce más de una papeleta en el sobre y son de partidos distintos; cuando se introduce en el sobre algo distintos a la papeleta electoral oficial o que la papeleta esté rota, escrita, tachada o enmendada. El voto nulo pone de manifiesto también que existe cierto grado de enfado o rebeldía frente al sistema electoral y contra las candidaturas que se presentan, siempre y cuando no se haya producido por error o desconocimiento del votante, cuestión imposible de verificar. Computan, eso sí, como participación en el proceso electoral y sirven para legitimar el sistema democrático, pero no cuentan como votos válidamente emitidos. No tienen, por tanto, ningún efecto real en el resultado, pues no se suman a ninguna candidatura ni afectan al reparto de escaños.

Cuando los componentes de la mesa electoral abren el sobre y no hay papeleta en su interior es cuando hablamos de 'voto en blanco'. Ha habido voto, pero no se adjudica a ningún partido"

Cuando los componentes de la mesa electoral abren el sobre y no hay papeleta en su interior es cuando hablamos de voto en blanco. El elector ha ejercido con plenitud su derecho al voto y ha cumplido con su obligación ciudadana. Se trata, efectivamente, de un voto válido y, por lo tanto, su único efecto es que incrementa el umbral electoral de los votos que los partidos necesitan para llegar al mínimo del 3% de los votos emitidos que les permita entrar en la posible asignación de escaños. El partido que no alcanza esa cota, queda fuera de la aplicación de la Ley D’Hont. Este porcentaje sube hasta el 5% en los comicios locales y autonómicos. En la práctica, esto solo tiene remota y muy leve influencia en el resultado en aquellas circunscripciones de gran tamaño en la que existen muchos escaños en juego. Solo son tres, Madríd, Barcelona y, si acaso, Valencia. No así en el resto, en los que, al adjudicar muchos menos escaños, su incidencia es insignificante.

Por lo tanto, la abstención y el voto nulo no tiene prácticamente ninguna incidencia en el resultado electoral. El voto en blanco tampoco tiene efecto real alguno, más que la complicación matemática de que los partidos minoritarios superen la cota que les permite entrar en los repartos de los escaños.

¿Qué sucedería si ganara abrumadoramente el 'voto en blanco'?"

Y, para terminar, les desafío a hacer política ficción. ¿Qué sucedería si ganara abrumadoramente el voto en blanco? ¿se lo han llegado a plantear? Imagínense por un momento que una gran mayoría de los electores, aun conformes con el sistema democrático de elecciones libres, por alguna circunstancia, por desapego por todas las opciones políticas que se presentan, votara mayoritariamente en blanco. ¿Qué podría suceder? Aquí es donde -permítanme- les aconseje leer «Ensayo sobre la lucidez», de José Saramago, que,  una vez más, nos deslumbra al relatar situaciones que todos podemos creer disparatadas y a las que se acusa de ‘estigmatizar el sistema político democrático’.

Indudamente, votar en blanco es una opción legítima. No cabe duda, pero también es necesario saber que todos los males que pudiera tener la democracia se curan con más democracia.

Alberto Astorga

Ensayo sobre la lucidez, de José Saramago

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