El valor de la verdad | Víctor Píriz
El valor de la verdad
VÍCTOR PÍRIZ
¿Qué valor tiene la verdad en la política actual? Esta es una reflexión no solo para la clase política, sino para la sociedad en su conjunto. Es una observación que todos debemos hacernos, pero más aún los que nos dedicamos en esta etapa de nuestras vidas a labores públicas.
La mentira es consustancial al ser humano. Desde pequeños se aprende a mentir porque creemos que se evitan problemas; porque creemos ganar ciertas ventajas; porque mintiendo bien crees ganar terreno en cualquier ámbito. La política no es en esto una isla ni una excepción, porque en ella, donde debería condenarse la mentira por encima de cualquier ámbito de la vida, cada día toma posición con más ímpetu, avanza desconsoladamente y se convierte en la base de acción de gobiernos. España es un claro ejemplo.
Esta crisis ha demostrado que las cosas se pueden hacer mal o peor, pero, sobre todo, ha puesto de manifiesto que algunos han hecho de la mentira su forma de hacer política, su forma de estar en política y de sobrevivir en ella.
Mintieron a todos cuando nos dijeron que salíamos 'más fuertes' tras arrasar con la economía, empleos y esperanzas de los españoles"
Desde el primer momento, mienten con los datos. Engañan descaradamente con datos que no cuadran y que contrastan con fuentes públicas que hablan de 24.000 muertes más de las que reconoce el Gobierno, cuando, sumando sólo los que reportan Madrid, Cataluña y Andalucia en sus páginas web, ya se supera la cifra de 29.000, de la que habla con bochornosa insistencia el Gobierno de la mano de su portavoz ‘con bata de científico’, Simón.
En esta España en la que se negó durante semanas el luto oficial y el crespón negro para ‘no entristecer a la sociedad’ que perdía cada día a mil de los nuestros; en esta España en la que se nos hurtó como ciudadanos las imágenes más duras de la pandemia, decidiendo el Gobierno por nosotros qué había que ver y qué no; en esta España en la que se terminó homenajeando a los fallecidos tarde y casi de forma clandestina, ¿podremos saber alguna vez a cuántos se ha homenajeado?
Nunca lo sabremos, al menos no por boca de este gobierno que decidió que la mentira era su mejor forma de defenderse ante su incompetencia para gestionar la crisis. Igual que ese niño pequeño que todos llevamos dentro trata de parapetarse, mintiendo, echando la culpa a otros de sus errores, ya sean Ayuso, Feijoó o Moreno Bonilla, y trata rehuir de sus responsabilidades escurriendo el bulto en cuanto ha podido. Da igual, la culpa es de otros.
Nos han mentido también con informes que no existían, pero que hacían referencia a su ‘gran gestión’ durante la crisis. Han mentido con ‘comités de expertos’ en los que se parapetaban para tomar decisiones y que, ante la evidencia, tuvieron que reconocer que nunca existieron. Faltaron a la verdad cuando dijeron que las mascarillas no eran importantes, cuando la realidad era su incapacidad para comprarlas. Engañaron también con los test, que se consiguieron tarde y, cuando llegaron, no funcionaban. Inventaron cuando dijeron que no se podía prever la crisis en marzo, cuando tenían avisos de la OMS y, desde el propia Gobierno, se estaba avisando a sus diferentes estructuras de la que se venía encima.
Falsearon cuando afirmaron que solo habría ‘dos o tres fallecidos’ en esta crisis, creando la sensación general de que este virus no era más que una gripe fuerte. Mintieron cuando, antes de dos procesos electorales, dijeron que el virus estaba controlado y que la gente debía salir a disfrutar del verano. Y lo hicieron también cuando no impidieron, sino que promovieron, que las manifestaciones del 8M se celebrasen. ‘Todo superdrástico, tía’.
En esta sociedad tan necesitada de valores y referentes, quiero ensalzar la verdad en politica. El valor de asumir las responsabilidades. El valor de ser valiente. Nada como decir la verdad para seguir siendo libres"
Y no pararon ahí, no. Faltaban a la verdad cuando informaban de los positivos en el seno del propio Gobierno y en sus entornos para evitar las cuarentenas, o cuando ocultaron que la vicepresidenta socialista acudió a tratar su enfermedad en la sanidad privada. Engañaron a los profesionales sanitarios a los que nunca protegieron, facilitándose que nuestro país alcanzara los mayores índices de contagios del mundo. Nos mintieron a todos cuando dijeron que salíamos ‘más fuertes’ tras arrasar la economía, empleos y esperanzas de los españoles.
Contaron trolas todo el rato, lo hicieron de forma deliberada y consciente y las publicaron para mantenerse políticamente vivos. En una sociedad madura, en una democracia adulta, mentir supone dimitir. Aquí no, aquí puedes engañar sobre tu propia tesis y ser presidente del gobierno
Decía Jules Renard, «de vez en cuando di la verdad para que te crean cuando mientes». No siquiera eso ha hecho este gobierno. Por eso quiero reivindicar el papel de la política, el papel del servidor público que asume sus responsabilidades ante los ciudadanos: la figura del alcalde que pide disculpas por su error, el protagonismo del parlamentario que pide perdón por no defender correctamente a sus ciudadanos, el rostro de quien realiza su cometido para mejorar la vida de los demás y no la suya propia. Quiero poner en valor el papel del político que acierta y se equivoca, pero que da la cara.
La mentira es el antónimo de la política. Debería serlo. Mentir debería inhabilitar para ostentar un cargo público. En Estados Unidos existen mecanismos y resortes constitucionales para incluso destituir a los presidentes que son descubiertos mintiendo. Aquí no. Aquí en España mienten mientras valoran las encuestas para comprobar el resultado demoscópico de la mentira y, sino se sale mal parado en las misma, se incide en ellas, aunque se conviertan en un gobierno ilegítimo por hacer todo lo contrario de lo que juraron o prometieron ante el Rey y la Constitución.
En esta sociedad tan necesaria de valores y referentes, quiero ensalzar la verdad en política. El valor de asumir tus responsabilidades. El valor de ser valiente. Nada como decir la verdad para seguir siendo libres.
Víctor V. Píriz Maya