El nepotismo | Carmen Heras
El nepotismo
CARMEN HERAS
Me saluda un empresario local, de esos que, habiendo trabajado casi siempre para el ayuntamiento en concursos públicos, dejó de ‘reconocerme’ a la llegada del gobierno conservador, y no puedo por menos que inferir que lo hace, no por una nueva simpatía hacia mi persona, sino porque, como ahora gobiernan ‘los míos’, cree prudente mantener una buena relación con cualquier conocido de ellos. No importa que ‘los míos’, ‘los tuyos’ o ‘los suyos’ no lo sean tanto. O sí, quien sabe.
De manera muy similar tienden a moverse los intereses particulares de cualquier tipo aproximadamente en un 80% de los casos. Y tal vez me quede corta en la apreciación. Manejarse con astucia en un mundo de influencias, como el de ahora, está tan calculado que, incluso en circuitos pequeños, parece necesario disponer de amigos para promocionarse en cualquier ‘laberinto de faunos’ por donde se deba transitar.
El 'amiguísimo' sigue ahí, fuertemente enraizado ene el subconsciente colectivo, en las viejas creencias convivenciales de nuestra civilización"
A pesar de vivir en democracia, con sus consiguientes derechos logrados, el ´amiguismo´ sigue ahí, fuertemente enraizado en el subconsciente colectivo, en las viejas creencias convivenciales de nuestra civilización, y lo hace de modo tan natural que cualquiera que lo intente destruir corre el peligro de ser tenido por enemigo del pueblo, y hasta defenestrado sin honra si trabaja en política.
Por eso es tan difícil erradicarlo, por eso se aparta a quienes lo intentan. Porque estorban al ir contra el ‘orden natural de las cosas’ preestablecido
Quien dispone de poder, sea éste poco o mucho, suele ser tentado por el nepotismo. Imperceptiblemente. Si las personas buscan influencias para lograr algo es porque alguien puede sentirse dispuesto a dejarse tentar en su voluntad. Incluso a imponerla. O al revés. Ambos aspectos se retroalimentan entre sí.
La palabra 'nepotismo' designa el trato de favor hacia familiares y amigos a los que se otorgan cargos o empleos públicos por el mero hecho de serlo, sin tener en cuenta otros méritos"
La palabra nepotismo sirve para designar el “trato de favor hacia familiares o amigos, a los que se otorgan cargos o empleos públicos por el mero hecho de serlo, sin tener en cuenta otros méritos” que lamentablemente sigue imponiéndose en algunas instancias. Sin duda ha existido en épocas pasadas en las que ha estado plenamente normalizado; pero, aún ahora, cuando teóricamente se le critica, sigue implícito en demasiadas actitudes y formas de hacer y administrar. Sin meter ruido. Como quien no quiere la cosa. Nada más hay que observar cómo están compuestas algunas administraciones que vienen de lejos en la adquisición y capacitación de sus recursos humanos.
‘Enchufismo’ es la manera coloquial de definir al nepotismo. Y es algo que atenta directamente contra la meritocracia y el derecho de todos a la igualdad de oportunidades, al hacer prevalecer a unas personas sobre otras primando de manera injustificada la amistad sobre otras cuestiones referentes a los méritos o la igualdad, en situaciones de búsqueda de un trabajo, consecución de un cargo, resolución de concursos públicos, etc.
La hipocresía existente en la sociedad común permite la crítica de cualquiera sobre -por ejemplo- las infracciones en política, y su ‘no fijarse’ o ‘mirar para otro lado’ en asuntos concretos que les afecten más directamente en la cotidianidad de sus propias vidas. No hace falta poner ejemplos porque todos ustedes saben a lo que me estoy refiriendo. Desde lo más importante, hasta lo baladí.
El enchufismo es algo corriente dentro de los sistemas burocratizados, incluso en democracias plenas. Se da la paradoja de que no siempre está penado, pues la ley lo permite para determinadas opciones en las administraciones, donde siguen existiendo los puestos de libre designación en algunas circunstancias. Desde luego que solo el criterio recto de quienes tienen la potestad de decidir puede ser el fiel en la balanza del equilibrio y buen hacer.
Carmen Heras