El intervencionismo es un fracaso | Mar Rodríguez

Abr 21, 2020

El intervencionismo es un fracaso

MAR RODRÍGUEZ

En la actualidad histórica, no hay nada más «impopular» para el progresismo que la economía de libre mercado, es decir, el capitalismo, siendo este considerado como el culpable de todo aquello que no se considera satisfactorio por los movimientos populistas surgidos desde ambos lados de la política en los últimos tiempos.

Aunque el capitalismo es el sistema económico de la civilización occidental moderna, las políticas de muchas de estas naciones están guiadas por ideas totalmente anticapitalistas. Son las políticas intervencionistas. Para los ideólogos intervencionistas, se trata de una política económica a caballo entre el capitalismo y el socialismo, si bien, en la práctica, la historia ha demostrado que no es así y que, allá donde se ha impuesto, ha fracasado estrepitosamente. El objetivo de esta llamada «economía mixta» es un descalabro en sí mismo porque su funcionamiento, sea cual sea su modelo a seguir, el ruso o el alemán, porque ninguno, nunca, ha funcionado.

El objetivo de la llamada 'economía mixta' es un descalabro en sí mismo porque su funcionamiento, sea cual sea su modelo a seguir, nunca ha funcionado"

El modelo ruso o marxista es puramente burocrático. Absolutamente todas las empresas económicas se convierten en departamentos del gobierno, incluida la administración del ejército. Todo medio de producción, grande o pequeño, está supeditado al Estado.

El modelo alemán difiere con el primer modelo en que, en apariencia y nominalmente, se mantiene la propiedad privada de los medios de producción, empresarios e intercambio del mercado. Los llamados empresarios hacen compras y ventas, pagan a los trabajadores, contraen préstamos y pagan sus intereses y amortizaciones. Pero ellos ya no son empresarios. En la Alemania nazi eran llamados ‘jefes de tienda’ o betriebsführer.

El gobierno dicta a estos pseudo empresarios qué y cómo producir, a qué precios y a quiénes comprar y a qué precios y a quiénes vender. El gobierno decreta por qué salario los obreros deben trabajar y a quiénes y bajo qué términos los capitalistas deben confiar sus fondos. El intercambio de mercado no es más que una farsa.

Mar Rodríguez
Mar Rodríguez Márquez es abogada en ejercicio desde hace más de veintisiete años, especializada en Derecho Civil y de Familia. También preside el Foro Hispano-Israelí para la Cooperación.
Experta universitaria en Comunicación Política e Institucional y en Derecho Tecnológico.
Forma parte del Gabinete de Comunicación y Prensa del Grupo Parlamentario de Ciudadanos en la Asamblea Regional de Murcia.
Cada semana escribe una columna de opinión política en Metrópolis FM Región de Murcia para el programa «El día menos pensado», así como participa en la tertulia política de esta emisora junto a afamados periodistas de la Región de Murcia.
Ha formado parte del Comité electoral de Ciudadanos durante la campaña 2019 en comunicación.
Reconocida tuitera con el alias @ReinaKhalesi entre los top 10 del pasado mes de febrero.

Sea como sea, ocurren varias cosas con efecto desastroso para la economía de un país

Cuando los salarios mínimos son impuestos por decretos gubernamentales, son inútiles si se fijan a nivel de mercado y, si se fijan por encima del mercado laboral, el resultado es una tasa exagerada de desempleo. El gobierno acarrea tantos gastos adicionales que es incapaz de generar empleo y, por ello, aumenta la inflación, con lo que los salarios tampoco podrán salir.

El capitalismo como corriente económica tiende a incrementar los salarios de forma constante y real, porque existe una progresiva acumulación de capital, de riqueza. Hay concesiones de créditos y con ellos también aumenta la tecnología y los nuevos sistemas de producción y se da aquello que hace grande la economía de un país, los beneficios

La economía controlada; El intervencionismo es un fracaso; Mar Rodríguez;

Para los intervencionistas, el hecho de la existencia de ganancias, ya es un mal en sí mismo y hablan de ello sin tener en cuenta las pérdidas, el otro apunto contable de necesaria contemplación. Me atrevería a decir que a los intervencionistas solo les mueve la envidia hacia aquellos que poseen mayores ingresos que los suyos. Por lo tanto, su objetivo no es la equidad en el reparto de la riqueza, sino destruir a los llamados ‘empresarios capitalistas’, aunque en ello vaya también la destrucción de las pequeñas economías de los ciudadanos.

Claramente, las políticas intervencionistas sabotean la economía de libre mercado. Todos los males que los ‘progresistas’ interpretan como evidencia del fracaso del capitalismo son el resultado de su supuestamente beneficiosa interferencia el el mercado. Interferencia es control absoluto. Dos términos a los que desgraciadamente nos abocamos sin freno si no conseguimos parar esta locura

Mar Rodríguez – @ReinaKhalesi 

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