El hastío de los ciudadanos | Alberto Astorga
El hastío de los ciudadanos
ALBERTO ASTORGA
Ni la política ni los políticos han terminado de asimilar el hastío que se ha instalado en la ciudadanía. Esa frustración se genera porque las elecciones celebradas el pasado 20-D, no sirvieron para lo que se prentendía; porque, tras ellas, los líderes de las distintas organizaciones políticas, han demostrado una absoluta incapacidad para llegar a acuerdos de investidura y de gobierno; porque se ha dado prioridad al ego personal de cada uno -algunos tienen el suyo elevadísimo- frente a los intereses generales de todos; porque, por eso, estamos abocados a unas nuevas elecciones el próximo 26-J y porque, a estas alturas, ya es evidente que no se está dispuesto a corregir los errores de estos meses. Hartos estamos.
Desde la política se debe estar a favor de alcanzar acuerdos entre puntos de vista distintos y de llegar a compromisos entre las distintas formaciones que permitan un gobierno razonable para todos. Sin vetos a nadie. Sería generoso decir que durante estos cinco meses no ha sido posible; sinceramente, no se ha querido. Han servido más las fobias y estrategias del momento de cada uno, que el interés de los ciudadanos, que somos, con todo merecimiento y pago a nuestro ‘desquiciado’ voto, rehenes de la situación que nosotros mismos hemos creado.
No hablemos más de ‘vieja política’ ni de ‘nueva política’; es una farsa de comunicación, una mentira para crédulos; son lo mismo y los mismos. Es política, con sus grandezas y debilidades. Podemos quiere, a toda costa, adelantar electoralmente al PSOE, convertirse en el eje central de la izquierda española y forzar al PSOE a un gobierno de coalición, donde Podemos marque la pauta.
Pero esa izquierda radical a la que representa Podemos es la izquierda de siempre; la izquierda comunista que si de algo fue referente en algún momento, fue de represión, muertes y hambre. Ahí están los resultados electorales desde 1977 para demostrar que nunca ha significado nada en la España democrática. Que tenga ahora la posibilidad de ser la segunda fuerza política, demuestra lo enferma, cabreada y desinformada que está nuestra sociedad. De socialdemócratas, nada. Son los Marx y Engels que nadie leen. Demuestra cómo se es capaz de engañar a incautos y de ilusionar o jóvenes sin experiencias.
Somos, con todo merecimiento y justo pago a nuestro 'desquiciado' voto, rehenes de la situación que nosotros mismos hemos creado"
Ciudadanos o, mejor dicho, Albert Rivera -es que no hay nadie más tras las siglas-, surge por las simpatías que generaba en España su posición siempre en contra de la autodeterminación de Cataluña. Ahí su mérito. Pero, extenderse desde sus cuatro provincias de origen a las cincuenta y dos de toda España en tan poco tiempo, refleja los mimbres con los que cuenta y puede contar. Se apoya en el desencanto de la gente moderada y centrada que querían votar algo distinto, algo que no fuera Partido Popular ni Partidos Socialista, ni incluso UPyD.
Pedro Sánchez esta llevando al PSOE a las más altas cotas de incertidumbre. Ha conseguido que sea un partido poco confiable, en el sentido de que nadie sabe qué va a hacer ni con quién; si lo que dice hoy, lo mantendrá mañana o directamente dirá algo distinto o contradictorio. El mayor fracaso de Pedro Sánchez como político es su necesidad de ser Presidente de Gobierno y ser capaz de cualquier cosa y pagar cualquier precio para conseguirlo. El paulatino descenso del PSOE, encuesta tras encuesta, puede suponer una grave crisis en su organización, que no se merece los gestores de los últimos años. Parece que ‘los buscan’ en cada una de las primarias que organizan.
Y, como alternativa a todo ello -que no es poco- el Partido Popular se mantiene como faro en la tormenta, como la Esfinge ante las pirámides, sin darse cuenta de que, cuando esto amaine, el paisaje ya no será el mismo y se verá obligado a modificar sus estructuras internas, sus estilos y sus liderazgos.
Alberto Astorga