De fábulas | Carmen Heras
De fábulas
CARMEN HERAS
Les voy a narrar un cuento verdadero…
Pues sucedió que pensaron en él para ser candidato -por esto y por lo otro- y el fuego de la esperanza renació de las cenizas y todo el mundo aparatero pareció congraciarse. Algunos hasta se alegraron de veras, otros no tanto; pero aún así se volcaron en loas al recién seleccionado y cantaron sus virtudes.
El candidato creyóselo -era lo fácil-, en parte por autoestima y en parte porque para poder dejar un lugar y volcarse en otro -bastante más incierto- hay que tener un cierto sentido mesiánico de las cosas y notarse ciertamente un elegido. Para creer en lo posible de la victoria.
Durante un tiempo supo lo que se siente al ser tratado como un líder, él que siempre había sido un hombre común"
Y el pretendiente llegó al territorio y todo fue muy deprisa. Durante el tiempo de los mítines, supo lo que se siente al ser tratado como un líder, él que siempre había sido un hombre común. Todo girando alrededor suyo con generosidad. No existía un movimiento no aprovechable para ensalzar sus posibilidades, para exponerle en los mejores foros, para convencerle de la importancia del trabajo realizable a posteriori.
A la salida y a la entrada de los espacios donde se celebraban los mítines, sus teloneros, de aquí y de allá, cubrían sus espaldas -y hasta sus laterales-, y el público -siempre hay un público entregado- aplaudía rompiéndose las manos, literalmente, y muchos -hombres, mujeres y trans- proferían gritos de apoyo y arrobo en su favor. «Vas a ganar -le decían- vas a ganar, dáles caña, amigo, dáles caña”. Y él se ruborizaba suavemente.
Y cuando el gran día amaneció, todo resultaba excitante, incluída la espera para conocer el resultado de las votaciones. Y como nunca, el partido parecía unido; todos los grupúsculos al alimón, como una gran fruta plena y cerrada lista para repartir entre los fieles.
No ganó; no, para ser el líder indiscutible. Pero si mejoraría las condiciones y eso, -y el cúmulo de intereses creados-, volvieron los resultados en una cierta victoria interna. Para seguir. Y empezó el camino difícil, las hipotéticas negociaciones, las aspiraciones, los puestos y la nueva etapa. Ahora ya reconvertido nuevamente en un hombre corriente. Sin tantas virtudes como antes del día D se le suponían. Con la cabeza, los pies y las manos como las de tantos otros, sin superioridades exclusivas, funcionario -y no más- de un proyecto y una organización que deben labrarse en el diario, a costa de esfuerzo y con inexactitudes. El valle y la cima largamente trabajados, desde arriba hacia abajo -según los mandados- y no al revés.
Los candidatos son como los caballos de carrera a los que se mima con cariño y excelente forraje mientras se necesita de su porte y esfuerzo para correr"
Los candidatos, amigos, son siempre como caballos de carrera a los que se mima con cariño y un excelente forraje mientras se necesita de su porte y esfuerzo para correr en ella, con la esperanza de que queden en primer lugar o -al menos- entre los mejores. Para eso, se les crean expectativas altas, se les convence de que son viables, de que contarán con el favor del público votante… pero que -como toda esa tensión no se puede mantener durante un tiempo excesivo- volverán del combate letalmente transformados. Tanto si ganan como si pierden. Para lo bueno y para lo peor. En la paz y en la guerra, que en la vida orgánica siempre van juntas.
Carmen Heras