Comunismo y fascismo, tal para cual | Damián Beneyto
Comunismo y fascismo, tal para cual
DAMIÁN BENEYTO
El 19 de diciembre de 2019, el Parlamento Europeo aprobó una resolución que equiparaba el comunismo y el nazismo. La resolución aprobada sentencia que “mientras que los crímenes del régimen nazi fueron evaluados y castigados gracias a los juicios de Núremberg, sigue existiendo la necesidad urgente de sensibilizar sobre los crímenes perpetrados por el estalinismo y otras dictaduras, evaluarlos moral y jurídicamente, y llevar a cabo investigaciones judiciales sobre ellos”.
Ya en el 2006, el Consejo de Europa, en su resolución 1481/2006, había condenado los crímenes de los regímenes comunistas totalitarios, equiparando el comunismo y los estados comunistas con el fascismo y el nacional-socialismo, por sus similitudes en los crímenes contra la humanidad, la ideología del odio y la tiranía de sus gobiernos.
Comunismo y fascismo se instalan en las democracias disfrazadas de populismo, aprovechando las libertades, las garantías jurídicas y la candidez e incultura del pueblo soberano"
Estas resoluciones no han sido muy aireadas por los medios de comunicación, al menos en nuestro país, y no es de extrañar teniendo en cuenta que la mayoría están dirigidos, y/o convenientemente subvencionados, por una izquierda que nunca ha sido capaz de levantar sus alfombras y sacar toda la basura totalitaria que ha escondido durante décadas.
Mientras la derecha en España siempre ha estado estigmatizada y tildada de fascista a pesar de su claro compromiso con la democracia y el estado de derecho, la izquierda ha presumido de demócrata y progresista aún siendo -si exceptuamos el periodo ‘felipista’- la siniestra europea más rancia y filo comunista.
Damián Beneyto Pita es natural de Carcaixent (Valencia), pero extremeño y residente en Plasencia desde 1977. Profesor de Enseñanza Secundaria. Fue Director del Centro de Artes Escénicas y de la Música, CEMART, entre 2007 y 2011. Director también de la Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura entre 2007 y 2010, Diputado en la Asamblea de Extremadura por el Partido Regionalista Extremeño, PREX, entre 2011 y 2015.
Ya desde la II República, la izquierda patria le ganó la partida mediática a la derecha y partidos como la CEDA, que nunca tuvieron nada que ver con el fascismo, fueron difamados y señalados precisamente por los que quisieron convertir a España en una república estalinista totalitaria. Algo parecido a lo que está ocurriendo en la actualidad.
Hoy llamamos ‘fascistas’ o ‘fachas’ a todo lo que se mueve. Los ciudadanos, que en su mayoría desconocen lo que es el fascismo -tampoco lo que es el comunismo-, fruto de la inmersión en la cultura popular de este término, lo utilizan para catalogar a todos los que no piensan como ellos. También, buscando la corrección política, hay mucha gente de derechas que utiliza estos términos demostrando así su analfabetismo político.
Curiosamente la mayoría de los que utilizan los términos ‘fascista’ y ‘comunista’ no han leído nunca a Marx o a Engels y seguramente tampoco saben quién era Giovanni Gentile filósofo y padre intelectual del fascismo.
Fascismo y comunismo no son términos tan antagónicos como a algunos les gustaría: ambas teorías políticas, al igual que el nazismo, nacen del socialismo; es decir, proceden de la izquierda. Decía el eminente sociólogo italiano Luigi Sturzo que el fascismo era ‘comunismo negro’ y el comunismo ‘fascismo rojo’ y el historiador polaco Richard Pipes que el comunismo y el fascismo eran ‘herejías del socialismo’. El paralelismo entre la Alemania de Hitler y la Rusia de Stalin es más que evidente hasta en los genocidios.
Las dos ideologías políticas se basan en eliminar las libertades individuales y en hacer al estado dueño de los individuos. El pensamiento único es otra de sus características así como la utilización de la violencia contra los disidentes, llegando incluso al asesinato como arma disuasoria. Naturalmente, sólo existe un partido único, todos los medios de comunicación son del estado con su censura correspondiente y los centros de producción primordiales también. Ambos sistemas tienen una clase dirigente que vive muy por encima de las posibilidades del resto de la población, a la que tienen anestesiada o subyugada. Los intelectuales no adeptos se convierten en enemigos del pueblo y hay que silenciarlos por las buenas o por las malas.
El comunismo y fascismo se instalan en los países democráticos disfrazados de populismo y, aprovechándose de las libertades y garantías jurídicas, medran contra la democracia e intentan llegar al gobierno aprovechándose de la candidez e incultura política del pueblo soberano.
En España, quizás como mecanismo de defensa del rojerío patrio, se utiliza con bastante alegría el término ‘fascista’ o ‘facha’ para señalar a los que se sienten españoles en España, pertenecen a partidos políticos de centro-derecha o son católicos, por ejemplo. Sin embargo últimamente y de manera interesada también se utiliza para tildar a los violentos, a los terroristas callejeros, a los que no respetan la propiedad privada y a los que defienden la injuria y la difamación como libertad de expresión. Lo que no deja de ser un contrasentido ya que, quién moviliza a esa escoria no es más que el comunismo disfrazado de populismo antisistema.
Estos bandoleros mierdosos que se dedican a realizar actos vandálicos, a robar y a agredir en nombre de unos golfos parásitos, no merecen ser tildados de 'fachas'; en todo caso que los tilden de 'rojos', que les pega más"
Esos trabucaires de baja estofa, esos bandoleros mierdosos que se dedican a realizar actos vandálicos, a robar y agredir en nombre de unos golfos parásitos, no merecen ser tildados de ‘fachas’, en todo caso que los tilden de ‘rojos’, ‘rojelios’ o ‘rojetes’ que les pega más, ¡dónde va a parar!
Hay que tener cuidado con las perversiones que se hacen del lenguaje y que tan buen resultado mediático le da al socialcomunismo gracias, entre otras razones, a una derecha que siempre ha estado bastante acomplejada.
Sentirse español, identificarse con los símbolos del estado, apoyar la unidad de España, ser demócrata y liberal, defender las libertades individuales y el estado de derecho no es para esconderse y menos para avergonzarse, aunque algún inculto te llame ‘facha. ‘Facha’, utilizado en este contexto, es casi en un título nobiliario, es como tener pedigrí… Si no te llaman facha alguna vez en este país es que no eres nadie.
Damián Beneyto