Incierto futuro medioambiental en El Salvador | Daniel Girón
Incierto futuro medioambiental en El Salvador | Daniel Girón
El Salvador post-pandemia. Incierto futuro medioambiental
DANIEL GIRÓN
Actualmente, la población de El Salvador no solo es presa de multitud de fenómenos naturales y vulnerabilidades que ya posee. La pandemia causada por el Covid-19 es solo la punta del iceberg de otras diversas debilidades que El Salvador enfrenta. Nuestro país se encuentra bajo amenaza permanente de fenómenos como la actividad sísmica, huracanes, inundaciones, derrumbes, deslizamientos de tierras, incendios, sequías, además de estar en lucha constante contra enfermedades como el dengue, las diarreas por rotavirus y el cólera, por mencionar solo algunas de ellas.
Al meditar qué viene después de la pandemia, pues tarde o temprano saldremos de ella, cualquiera pensaría que viene lo mejor; que se acerca el regreso a las actividades normales, sin restricción a la movilidad, y seguiremos viviendo como hasta ahora. En pocas palabras, regresar a la cotidianidad. Pero es importante reflexionar a qué normalidad se quiere regresar: ¿a la que provoca el tráfico diario? ¿a aquella donde encontramos escuelas precarias? ¿a un sistema político excluyente que se se auxilia de intelectuales y académicos? ¿a una sociedad dividida por la política? ¿a una sociedad desigual en oportunidades de toda índole?
Los problemas medioambientales en El Salvador acelerarían los efectos del cambio climático, canalizarían sucesivas crisis hídricas, desestimación, contaminación de acuíferos y ríos y una mayor desigualdad social"
César Daniel Girón Segovia pertenece a la Red Mundial de Jóvenes Políticos. Es investigador científico acreditado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de El Salvador (CONACYT). Formador acreditado en la Agenda 2030, sigue líneas de investigación con interés en temas medioambientales donde enfoca también su actividad política. Ha sido premiado por la Universidad de El Salvador con el Premio a la Innovación Social.
El futuro es incierto. Ahí están todos los préstamos internacionales que nuestro gobierno ha realizado para superar la crisis por el Covid-19 y la tormenta tropical que, hasta la redacción de este artículo, presentaba una deuda ya muy por encima de los 500 millones de US$, según el Banco Mundial. Son préstamos que dejan al país en números rojos y que, tarde o temprano, pasarán factura a la población salvadoreña
Pero, ¿cuáles serán las acciones para reducir esta deuda y reducir el gasto del estado? Es una pregunta a la que daría miedo responder, pues puede significar tanto la extinción de algunos ministerios que el gobierno actual o el entrante decidan que no son necesarios ni relevantes, la privatización de buena parte de otros ministerios para reducir el número de empleados públicos, como el cese de puestos y el abandono de varios subsidios de los que se beneficia la población.
La principal preocupación es que, en esa búsqueda de recuperar la economía y buscar inversiones, se otorguen más privilegios a las empresas privadas, que tomarían un papel mucho más dominante en la gestión de los recursos naturales, como el agua -factor clave para su privatización, aumento y aceleración de construcciones- sin dar importancia al impacto ambiental que se puede provocar a corto y largo plazo: aumento de una producción textil causante de la contaminación de muchos de nuestros ríos, represalias sobre líderes ambientales que protegen puntos clave en las cuencas hidrográficas y un sinfín de atentados para los ecosistemas de El Salvador.
Estos problemas ambientales solo acelerarían los efectos del cambio climático. Serían los catalizadores de sucesivas crisis hídricas que provocarían desertificación, contaminación de mantos acuíferos y de ríos con contaminantes químicos y desechos sólidos, así como un aumento de la vulnerabilidad de los más pobres y una mayor desigualdad. Los pobres serían más pobres y los ricos, más ricos.
Como algunos analistas discuten, las pandemia ha traído un respiro para nuestra capa de ozono. A finales de enero, en medio de la cuarentena de algunos países industrializados, la NASA capturó fotografías y registros de la disminución de CO2 entre un 25 y un 50% y de NO2 entre un 20 y un 30%, gases que son causantes directos del calentamiento global y del cambio climático.
Esto nos obliga a meditar y a tomar conciencia. ¿Por qué no tomamos medidas drásticas similares y concretas para frenar el calentamiento global? Lamentablemente, estos cambios positivos no han llegado para quedarse. Solo son noticias de alegría momentánea, más para los ambientalistas que ven que el planeta toma un breve respiro, pero la actividad humana y los métodos de producción retomarán la normalidad y será aun más fuerte por querer recuperar en breve el tiempo perdido.
Importa más el tema de la pandemia por su capacidad de contagio y su mortalidad que la muerte de los ecosistemas causado por el calentamiento global que afectará en mayor medida a las clases pobres y nos traerá sequías, inundaciones, pérdidas de fauna y flora, cambios y reducción de temporadas lluviosas, entre algunos factores que se sucederán inevitablemente. La crisis climática no nos dará una segunda oportunidad permitiendo regresar a una normalidad después de tomar actas en el asunto.
La solución al calentamiento global no es parar la actividad humana, sino cambiar sus sistemas de producción energética. No se trata de buscar como objetivo el crecimiento económico a cualquier precio, sino buscar el desarrollo para toda la población y la disminución de las desigualdades sociales.
De no hacer algo, y hacerlo pronto, los efectos no solo afectarán a la economía, sino también a la vida misma. Si seguimos invadiendo los ecosistemas es muy probable que surjan nuevas pandemia, que aumenten las enfermedades zoológicas y que aparezcan nuevos virus y bacterias que podrían ser aun más devastadoras que el Covid-19.
Es el momento de avanzar con pasos concretos, firmes y decididos, para fomentar el cuido de los ecosistemas, la restauración de bosques y de selvas, de limitar, sobre todo, la deforestación y de cuidar de nuestra fauna y flora endémica. Para eso, la población debe tener mayor participación política y, entre muchos otros consejos, exigir a sus representantes que legislen en favor de la población.
¿A qué normalidad queremos volver? ¿Cómo será el mundo que nos encontremos cuando la pandemia pase? ¿Encontraremos al final una sociedad más solidaria e igualitaria o saldremos de esta como podamos y, al final, todo acabará más o menos igual que antes? ¿Seremos igual de ricos e igual o más pobres de cómo empezamos? Las respuestas son nuestra responsabilidad.
Daniel Girón – 5 de junio de 2020 – DIA MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE – El Salvador