Campaña electoral y emociones | Alberto Astorga
Campaña electoral y emociones
ALBERTO ASTORGA
Nos han enseñando, casi como una consigna fija, permanente e imputable, que ‘al tomar decisiones importantes lo tenemos que hacer de manera fría y racional, dejando al margen, incluso olvidando, las emociones internas, esas que nos mueven -no el cerebro, sino el corazón, el alma-. Siempre nos han dicho ‘que nuestra emoción no interfiera nuestro juicio’. Las emociones -sean positivas o negativa- han sido y todavía son consideradas erróneamente por muchas personas como ‘perversas’ a la hora de tomar decisiones.
Superada mayoritariamente hoy en día esa creencia, hay científicos que opinan que ‘emoción y razón’ deben ir siempre de la mano, no compitiendo entre ellas, sino complementándose y enriqueciéndose mutuamente. Este concepto ha sido asumido desde hace poco tiempo por los directores de las campañas electorales, por los consultores políticos y expertos en comunicación, quienes incorporan mensajes que son diseñados para causar una emoción, para bien o para mal -según intereses y circunstancias-, que provocarán necesariamente una reacción racional en el receptor; en ese caso, el voto.
Esto es lo que desde hace bastante tiempo se está realizando en Cataluña. Ya antes, pero mucho más durante esta extraña campaña electoral al Parlamento de Cataluña, unos y otros han estado usando con intensidad el juego de las emociones, más que el llamamiento a la razón y al buen juicio.
Las emociones que son consideradas como positivas refuerzan al individuo a mantener su posición; aquellas otras llamadas negativas, le incitan a buscar una nueva información o a reconsidera opinión mantenida"
Siempre, aquellos partidos que según las encuestas van por delante, buscan permanentemente provocar sentimientos positivos que lo ayuden a mantener su ventaja, mientras que aquellos otros que se ven ‘por detrás’ utilizan una mezcla de mensajes positivos y negativos para mantener el apoyo de sus votantes y, a la vez, disuadir a probables votantes del rival y movilizar potenciales abstencionistas.
En este ‘juego de las emociones’, aquellas que son consideradas positivas refuerzan al individuo a mantener su posición, su decisión; sirven para motivarlo. Sin embargo, las emociones que llamamos negativas pretenden obligar al ciudadano a buscar una nueva información o a repensar y reconsiderar la decisión tomada; sirven para hacerle recapacitar.
En la campaña electoral catalana que hemos vivido, a distancia unos y más cercana otros, se han puesto sobre los atriles de los oradores argumentos basados en las emociones. Se ha anunciado la pérdida de la nacionalidad como pérdida de la identidad personal del individuo; se han utilizado pretendidos agravios históricos, incluso supuestas invasiones en tiempos lejanos; se ha planteado una supuesta explotación económica en beneficio de otros; también el éxodo de empresas, industrias y entidades financieras muy arraigadas; la exclusión de Europa y de sus política económicas; se han planteado dudas sobre quién pagará las pensiones de los jubilados y demás beneficiarios; se ha argumentado sobre la imposibilidad de participar en campeonatos deportivos y en selecciones nacionales; se ha hablado sobre el ‘orgullo patrio’ por los logros deportivos de los nacidos en la tierra; la independencia, la unidad, la identidad como ciudadanos del mundo, libertad, ilusión. Todo un sinfín de emociones que afectan al individuo en su ser más íntimo, porque ‘tocan’ a su identidad como persona y como ciudadano; ‘tocan’ las creencias que le han impuesto y que han asumido desde la infancia; ‘tocan’ los sentimientos más personales y más profundos. Todo vale; o se quiere que valga todo, que no es lo mismo.
Todo afecta en la toma de decisiones de quiénes tiene la responsabilidad de votar, pero no solo les afectará a ellos, sino también nos afectará al resto de españoles, preocupados de los que pueda suceder en Cataluña"
Es indudable que todo afecta en la toma de decisiones de quienes tienen la responsabilidad de votar. Pero no solo les afectará a ellos, sino que también nos afectará a todos los ciudadanos de España, pues las emociones non han tocado a todos. Todos tenemos una opinión de lo que en Cataluña está sucediendo, basada también en las creencias y en las emociones que nos generan; todos estamos en la misma causa y, por tanto, lo que suceda en estas elecciones nos afectará a todos. Nuestra identidad como ciudadanos de un país que siempre hemos conocido y sobre el que se asienta buena parte de nuestras creencias, depende de las emociones de los ciudadanos que son los que, uno a uno -desde su individualidad- hacen patria.
Cuando escrito este artículo para El Correo de Extremadura es 27 de septiembre. Mañana, cuando ustedes lo lean, ya tendremos un buen puñado de emociones que nos afectarán como individuos y como colectivo. Que hoy los votantes acierten con sus emociones y que mañana -o quizás esta noche- nosotros acertemos con las nuestras, ya es algo que el tiempo nos dirá.
Alberto Astorga