Cambios en la política de hoy | Alberto Astorga
Cambios en la política de hoy
ALBERTO ASTORGA
La crisis económica iniciada en 2008 y que todavía, aunque en menor medida, nos acompaña, trajo y mantiene entre nosotos una compleja serie de modificaciones en el conjunto de la sociedad y, sobre todo, en el modo en cómo se percibe ahora, con estos cambios, la política y los políticos.
Sería exagerado decir que nada es como era. Efectivamente, no es del todo así, tan radical. En política se esta produciendo un cambio de paradigma que inevitablemente afecta y afectará a todos los actores implicados en ella. El éxito en la adaptación a las nuevas circunstancias será, sin duda, determinante para la subsistencia, o no, de parte de los que hoy conocemos.
Como decimos, la crisis y cómo se ha afrontado desde la política, tanto su responsabilidad en la génesis como en las medias tomadas para preverla primero, mitigarla después y encauzarla ulteriormente, han sido el detonante que ha puesto en marcha un cambio radical y a gran velocidad de lo que la sociedad siente frente a la política, los políticos, los partidos y las instituciones. Son cambios tan rápidos, que las estructuras políticas tradicionales no terminan de encontrar el adecuado y más cercano punto de encuento.
De hecho, muchos políticos todavía se niegan a aceptar que los cambios que se perciben no sean meramente coyunturales y piensan que, tarde más o tarde menos, ‘las aguas volverán a su cauce’ y la crispación, la crítica y el descontento tomarán vías más razonables. Esto, sin embargo, supone, a mi entender, vivir de espaldas a la realidad. Y si eso es así, todo cambio que se plantee no será más que una puntual adaptación de la que nada cambia y la situación, inevitablemente, se estanca o agrava.
Muchos políticos piensan que, tarde más o tarde menos, 'las aguas volverán a su cauce' y la crispación, la crítica y el descontento tomarán vías más razonables y todo volverá a ser igual"
Viendo cómo ha evolucionado el escenario político español tras la elecciones europeas primero y municipales y autonómicas después, se puede afirmar que los valores del votante han cambiado significativamente y en paralelo a como han cambiado sus necesidades. El paradigma está cambiando, pero no sabemos todavía en qué y con qué intensidad. Y es precisamente por ello, porque todavía ‘las aguas están revueltas’, por lo que esto que hoy entendemos por política necesita tiempo para adaptarse a estas nuevas circunstancias que todavía no han terminado de concretarse.
Ya en 2011, algunas campañas electorales comenzaron a tener como guía al ciudadano, más que a las ideologías, olvidándose de siglas y centrándose en las personas. Hemos pasado del debate ideológico de izquierda-derecha a otro, desconocido y dinámico, de ciudadanos-poder. Ya no es importante, y lo hemos visto en las elecciones municipales y autonómicas de 2015, lo que cada uno sea en la sociedad, sino el lugar que cada uno ocupa dentro de ella. El votante ya no decide por ideología, sino por la situación en la que está posicionado en la sociedad. Decide por intereses y necesidades personales más que por las doctrinas políticas con las que comulgado hasta ahora y que diseñado el espectro político tradicional
La política, la nueva política, necesita ser creíble. Una credibilidad ahora cuestionada por la corrupción, los abusos y la falta de transparencia en la gestión. En necesario. Y solo es demostrable y constataba a través de las personas, a través de los candidatos, en los que se empieza a buscar lo absolutamente impoluto y la no dependencia para su subsistencia económica de la política. Se busca el candidato cercano, que haya vivido dificultades similares a las de los votantes, que empatice con ellos y les aporte, además, soluciones a los problemas que padecen.
Pero el político tradicional está, ahora, paralizado, perdiendo un tiempo precioso de cara a encajar en la situación actual. Y el motivo de este ‘bloqueo’ está en la incertidumbre, en el miedo, en la duda. Cuando esto sucede, no se toman decisiones ni se crean soluciones o respuestas a la situación; se entra en un estado de shock que afecta a toda la organización sin que se determine un camino seguro a seguir.
Nuevos retos exigen nuevas soluciones, nuevas alternativas y nuevos conceptos. Atreverse a dar un paso adelante distinto a lo hasta ahora vivido. Esperando respuestas y aprendiendo de las mismas. Y en esta toma de conciencia, el coaching permite abrir nuevas posibilidades, nuevas alternativas, que nacen del propio interior del político como persona. Alternativas ante esta nueva situación, abrir espacios, opciones y valorar cada posibilidad.
Debemos enfrentarnos a nuestras creencias y valores, modificarlas y replantearlos para poder filtrar la realidad de manera distinta. Dar pasos valientes que sirvan para gestionar lo que los ciudadanos esperan, probando y errando hasta encontrar la mejor respuesta. Vencer el miedo a la incertidumbre, a los cambios que afectan a día de hoy y que abren nuevos horizontes. Son nuevos tiempos que hay que asimilar, analizar y dar respuesta. Ese es el reto de los políticos, de los partidos y de las instituciones.
Alberto Astorga