Cabeza de ratón | José María Martín
Cabeza de ratón
JOSÉ MARÍA MARTÍN
La proliferación de pequeños partidos en nuestro amado país guarda una curiosa similitud con la creación de pequeñas empresas o de asociaciones de diverso tipo, culturales, deportivas o benéficas.
Parece que los españoles tenemos cierta propensión a creernos en posesión de la verdad, pensar que somos imprescindibles, que sabemos más que cualquier otro y que nadie hace las cosas mejor que nosotros.
Cuando en una empresa, asociación, federación o cualquier otra agrupación de españoles se produce una discrepancia, o una diferencia de ideas o posturas frente a una situación que exige tomar decisiones importantes, es muy normal que la parte que resulta ‘perdedora’, aquella que sus postulados no son seguidos por el resto en el enfrentamiento, en lugar de reconocer su ‘derrota’ y trabajar juntos por el proyecto común, opte por separarse del colectivo y ‘fundar’ una nueva agrupación -la auténtica, por supuesto- que luchará por exactamente los mismos objetivos que la anterior, pero -eso sí- siguiendo las directrices del nuevo líder y de su grupo de confianza.
Los españoles tenemos propensión a creernos en posesión de la verdad, pensar que somos imprescindibles, que sabemos más que cualquier otro y que nadie hace las cosas mejor que nosotros"
En los partidos políticos ocurre exactamente lo mismo. En cada toma de decisiones donde la importancia del tema da lugar a enfrentamientos, la facción ‘perdedora’ opta, o en algunos casos se ve obligada por la facción ‘ganadora, por abandonar el partido con todos sus correligionarios.
En los partidos grandes -léase PP, PSOE, Podemos, VOX y, hasta hace poco tiempo, Ciudadanos- se suelen conformar con mantenerse como ‘corrientes de opinión’, ‘sensibilidades’, ‘familias’, cosa lógica, dad su posición de privilegio y poder absoluto. Ya se sabe que ‘quien se mueve no sale en la foto’ y nadie está dispuesto a dejar el chollo conseguido con tanto esfuerzo. Solo en determinados casos, locales en su mayoría y basados en la capacidad de liderazgo y la popularidad del líder, se producen escisiones con algún futuro.
Es, sin embargo, en los partidos pequeños, sin representación parlamentaria o incluso sin representación municipal alguna, donde vemos con mayor frecuencia este baile continuo en la creación y desaparición de partidos y asociaciones políticas, muchas veces en tiempo previos a unas elecciones.
La mayoría de las veces, por el desmedido ego de sus líderes, muchos partidos prefieren ser cabeza de ratón, aunque jamás puedan salir de su ratonera"
Muchas de estas agrupaciones se adjudican, ellas mismas, etiquetas de ‘democrático’, aunque actualmente la moda sea del tipo ‘libertad’, ‘más-loquesea’, ‘ciudadanos’ o cualquier otro nombre que parezca cercano a las personas. No obstante, tienen una vida muy corta. Otras logran afianzarse en el área local, en una zona geográfica o, por el contrario, en zonas muy distantes entre sí, en función, tal y como comentaba antes, de las personas al frente del partido en esas poblaciones.
Cuando alguien con ideas claras y sin afán de protagonismo intenta hablar con estos pequeños partidos sobre la creación de un único partido, más fuerte, más unido, con mayores posibilidades de cara a poder plantear una alternativa real al bipartidismo anterior, o a la política de bloques actual que domina el panorama electoral español, suele encontrar receptividad e interés en el proyecto, sí, pero, no nos dejemos engañar por esa falsa predisposición, pues la realidad es muy distinta.
Por intereses ocultos, por miedo a perder lo que se tiene, por temor a no dar la talla y, la mayoría de las veces, por el desmedido ego de los que lideran las organizaciones, muchos de estos partidos prefieren ser cabeza de ratón, aunque jamás puedan salir de su ratonera.
José María Martín