La encrucijada del PSOE: Abstención o elecciones | Alberto Astorga
La encrucijada del PSOE:
¿abstención o elecciones?
ALBERTO ASTORGA
Después de creer que las elecciones generales del pasado 26-J había clarificado de alguna manera la situación, resulta que no ha sido así -incauto de mi-. O si, porque toda lectura es posible. Si el 20D reflejó que la sociedad española está polarizada, el 26-J lo confirmó. Desde entonces asistimos a una guerra de trincheras en la que, con disparos ocasionales, cada uno espera el agotamiento del adversario.
El Partido Popular aguanta, que para eso ha ganado. Aguanta, fortalecido por los resultados del 26-J respecto a los del 20-D y también por los previsiones de resultados que para unas posibles nuevas elecciones, vaticinan las encuestas.
Aguanta el liderazgo de Mariano Rajoy frente a aquellos que personalizan en él los conocidos ‘casos de corrupción’ existente. Aguanta porque otras posibilidades de gobierno son disparatadas. Aguata porque, además, está convencido de que ‘tales posibilidades’ alentarían una sociedad que a sus votantes les horroriza. El Partido Popular cuenta con la posición más cómoda. Posición que le han dado las urnas.
Sin candidato, con el aparato dividido y sin un criterio de gobernación, la posición del PSOE, cara a unas nuevas elecciones, es muy débil"
Aguanta en su trinchera Albert Rivera, apoyando a unos o a otros cuando la ocasión la pintan para ello, pero sin decantarse claramente por nadie. Y digo y personalizo en Albert Rivera y no en Ciudadanos, solo él, porque ni él mismo sabe con qué cuenta en sus filas. El obligado reclutamiento masivo por la geografía nacional de cualquiera, sin examinar ‘trazabilidad’ alguna, no ha garantizado un producto ‘homogéneo’, sino que el resultado puede ser inesperado. Y lo será. Den tiempo al tiempo. Su posición es cómoda, pero inestable. Veremos pronto un congreso o como quiera que se denomine en sus estatutos.
Unidos Podemos está en ‘fase de recuperación emocional’. Fue tan fuerte la caída que los hematomas tardarán en curar. Su único botín ha sido ‘cargarse’ a Izquierda Unida, pero a un alto precio.
La ‘transversalidad’ que les aupó a unos resultados muy buenos en 20-D, se ha visto superada por su ‘comunión con la izquierda radical y con el comunismo’, posiciones que siempre han obtenido ramplones resultados electorales en España.
Y el PSOE, ¡Ay, Carmela!, haga lo que haga, decida lo que decida, se equivocará.
Solo ellos se han metido en este callejón sin salida en el que no se puede dar la vuelta y corregir el rumbo sin dejar pelos en la gatera"
Y de lo que haga y decida dependerá el futuro de la socieldemocracia en España. Solo ellos se han metido en este callejón sin salida en el que no se puede dar la vuelta y corregir el rumbo ‘sin dejarse pellejo en la gatera’. De ellos, del buen saber de los socialistas, depende también si hay un gobierno de Mariano Rajoy o de sí, por el contrario, tenemos que acudir a una terceras elecciones. No hay más opciones y ni una cosa ni la otra le va a ir bien al PSOE en estos momentos.
Las escenas del 1 de octubre en la sede de Ferraz fueron demoledoras. Sin candidato, con el apartado territorial dividido y sin una decisión clara, su posición es muy débil para afrontar unas nuevas elecciones. Ahora bien, ¿qué es peor? ¿abstenerse y facilitar la investidura de Mariano Rajoy o mantener los criterios y acudir a nuevas elecciones más débil que nunca?
La recuperación del PSOE no la pongo en duda. La fortaleza es su marca, su historia. Es una referencia inevitable, no así su presente. Su pasado, su historia, no se la puede quitar nadie, porque nadie -y me refiero a Podemos-, aunque saque peores resultados se lo puede quitar. Pero, ¿hará bien en abstenerse ahora? Si es una decisión para ‘ganar tiempo’, reorganizar y volver a unir -o coser- al partido, no estaría mal, pero, ¿tendrán tiempo? Porque si solo se abstienen y no apoyan, aunque sea puntualmente al gobierno, estaremos abocados necesariamente a nuevas elecciones, en las que el PSOE, sin tiempo de recuperación, podría incluso romperse.
Y eso ya sería otra historia que, personalmente, no creo que suceda.
Alberto Astorga