Siempre ganan todos | Alberto Astorga
Siempre ganan todos
ALBERTO ASTORGA
A primeras horas de la mañana del día siguiente a las elecciones generales del 26-J, empezamos a alejarnos ya de las emociones de la noche anterior, de la tensión del recuento, y nos disponemos a ‘digerir’ unos resultados electorales que a algunos han sorprendido, pero que son el natural resultado de lo que desde hace meses viene siendo la política en España. Como siempre en estos casos, todos ganan -siempre lo hacen- aunque podemos hacer matices que nos aclaren lo sucedido, valorar los resultados y prever lo que sucederá en el futuro más inmediato.
El Partido Popular ha rentabilizado ese ‘dejar hacer’ que lleva practicando durante estos últimos meses. Cuando en diciembre pasado analizó los resultados electorales, vio el número de diputados de cada grupo parlamentario y las actitudes que cada uno iba tomando, decidió pacientemente esperar acontecimientos. Ante el fracaso de los pretendidos pactos, de carambolas difíciles y vetos a sus siglas y líderes, planteó una campaña electoral polarizando el escenario político ante los electores. Por un lado colocó su experiencia en el gobierno, sus resultados económicos en momentos de crisis económicas, su moderación y respeto al orden constitucional; al otro lado situó la ‘aventura’, el ‘riesgo y peligro’, la ‘inestabilidad y el radicalismo’ y ‘el comunismo’ de Unidos Podemos.
Ninguneó intencionadamente al PSOE haciéndolo insignificante, con la esperanza de que Pedro Sánchez -un ‘don nadie’- fuera apeado por su propio aparato del partido y forzara la abstención del grupo parlamentario socialista a un gobierno presidido por Mariano Rajoy. Utilizó también el argumento del ‘voto útil’ para intentar recuperar los votos de aquellos ‘populares’ que se fugaron emocional y electoralmente a Ciudadanos, esgrimiendo para ello el temor al posible ascenso electoral del radicalismo comunista de Unidos Podemos. Todo hay que decirlo, le salió bien; ‘Redondo‘, que se diría.
El PSOE, pese a batir un nuevo récord en los peores resultados electorales consecutivos de su historia, tuvo que ‘apretar’ mucho en las jornadas de campaña, movilizando al completo esa fantástica estructura electoral que sin duda tiene. Se vio apremiado por la expectativa creada desde Unidos Podemos, que amenazaba alcanzar la hegemonía entre los partidos de izquierda.
Posiblemente no habrá nuevas elecciones; seríamos el 'hazmerreir' de Europa, aunque tampoco son descartables ambas cosas: que se repitan las elecciones y que Europa confirme que la política en España 'es una coña'"
Pedro Sánchez logró un nuevo mal resultado, sí, pero si hacemos una lectura interna, no hay mal que por bien no venga y ya ‘no hay guapo’ que le apee de la Secretaria General del PSOE. Refuerza su liderazgo personal -personalísimo-, pues todos sus barones territoriales -todos- han perdido en sus respectivas Comunidades Autónomas, incluida Susana Díaz, derrotada en Andalucia y victorias ‘a los puntos’ en Huelva, Sevilla y Jaén. Y además, y esto es fundamental, el PSOE y Pedro Sánchez, siguen siendo la clave necesaria en la gobernabilidad de España.
Unidos Podemos nos ha demostrado una vez más que en política no sirven para nada las matemáticas ni la razón. Que dos más dos no tienen por qué necesariamente sumar cuatro, sino que hay ‘otros parámetros’ que determinan e influyen en el voto de los electores. Lo que se cree que se gana por un lado en una alianza, se pierde por otro. Ya lo han visto.
Su expectativa no era solo adelantar al PSOE en resultados de voto y diputados, sino disputarle también directamente la victoria al Partido Popular, cayendo y alimentando esa polarización que tanto interesaba a Mariano Rajoy. Se consolida, sí, pero no crece. En camino en el que no ha ganado nada, ha dejado los pelos en ‘la gatera’ de ser ese ‘partido transversal’ de la sociedad Española que quería regenerar la politica. Se les cayó la careta y apareció el rancio y añejo comunismo, lo que tendrá sus implicaciones en siguientes comicios electorales.
Y Ciudadanos recogió los frutos de sus errores en los últimos meses. Abusó de sus ataques personales a Mariano Rajoy, pensando que serían las propias estructuras del partido las que lo sustituyeran para seguir manteniendo el poder; ‘se mojó’ alcanzando un inútil ‘pacto de gobierno’ con Pedro Sánchez y con el PSOE; se sentó con quien ‘jamás, jamás y jamás’ se sentaría, con Podemos, sin ser consciente de que administraba una buena parte del voto desencantado que en otros momentos habían sido del PP.
Como ven, aunque muy sutilmente, el escenario ha cambiado, aunque no así los actores que siguen siendo los mismos. La matemática de los resultados electorales sigue siendo ‘diabólica’ y ha servido para ‘devolver a la realidad’ a los protagonistas y sus empecinamientos. Esperemos -quizá sea excesivo- que esta ‘nueva’ etapa sirva para que las actitudes cambien y haya pactos de investidura y de gobierno. No creo, por tanto, que hay nuevas elecciones; seríamos el ‘hazmerreir’ de Europa. Aunque tampoco son descartables las dos cosas, que se repitan las elecciones y que Europa confirme que somos ‘una coña’.
Con los nubarrones que se ciernen sobre Europa, las nubes podrían llegar a perjudicar nuestros endebles ‘brotes verdes’ de la economía. Carecer de un gobierno estable sería un lujo que no nos podríamos permitir. Pero el exceso los pagamos los contribuyentes.
Alberto Astorga