2020, un bisiesto de muchos bemoles | Damián Beneyto
2020, un bisiesto de muchos bemoles
DAMIÁN BENEYTO
Decía mi amigo Manolo que ‘uno no se podía fiar de los años bisiestos, pues siempre traían alguna desgracia’ y, como en casi todas sus sentencias, mi recordado amigo tenía razón. El bisiesto 2020, que está a punto de acabar cuando escribo estas líneas, ha sido de órdago a ‘la grande’, a ‘la chica’, a los ‘pares’ y al ‘juego’, que diría un jugador de mus.
Desde 1936 no habíamos tenido en España un bisiesto de este calibre. Nadie, ni los más viejos del lugar, podían prever que de golpe y repente nos veríamos inmersos en una catástrofe sanitaria de esta gravedad que, además, ha traído aparejada una crisis económica a la que aún no hemos visto en todo su ‘esplendor’.
Después de múltiples elucubraciones y vaticinios de supuestos expertos en menesteres epidemiológicos, nos dimos cuenta que el virus en cuestión era una bomba de relojería"
Quién nos iba a decir que lo que empezó, según cuentan, en un mercado de una ciudad china llamada Wuhan, nos iba a complicar la vida y la muerte de esta manera. En pocos días, allá por el mes de marzo, comenzamos a padecer los efectos de un virus que supuestamente había pasado de algún animal al hombre, que era parecido al de la gripe y del que apenas se sabía nada en occidente. Pronto, después de múltiples elucubraciones y vaticinios de supuestos expertos en menesteres epidemiológicos, nos dimos cuenta que el virus en cuestión era una bomba de relojería que tarde o temprano afectaría a todo el planeta.
Damián Beneyto Pita es natural de Carcaixent (Valencia), pero extremeño y residente en Plasencia desde 1977. Profesor de Enseñanza Secundaria. Fue Director del Centro de Artes Escénicas y de la Música, CEMART, entre 2007 y 2011. Director también de la Escuela Superior de Arte Dramático de Extremadura entre 2007 y 2010, Diputado en la Asamblea de Extremadura por el Partido Regionalista Extremeño, PREX, entre 2011 y 2015.
La verdad es que, excepto a los comunistas chinos, al resto del mundo les pilló de sopetón y nadie, en principio, previó la gravedad de lo que se nos venía encima. En España pasamos de minimizar los efectos del ‘bicho’, a encerrarnos en casa a cal y canto en pocos días. Lo que iba a ser una especie de gripe que ‘solo contagiaría a tres o cuatro’, según ‘D. Simón’, acabó siendo una pandemia en toda regla en la que aun en estas fechas estamos sumidos. Más de un millón de contagios y decenas de miles de fallecidos van de momento.
Que esté gobernando en España un gobierno socialcomunista, apuntalado por una especie de ‘frente popular’, tiene sus pros y sus contras. A pesar del recorte de libertades individuales y de una gestión de la pandemia más que deficiente, se ha mantenido la paz social y el pueblo soberano, salvo algunas excepciones muy puntuales, se ha plegado o resignado a los no siempre lógicos dictámenes de un ejecutivo más pendiente de blanquear sus errores que de no cometerlos. Muy distinto habría sido si el gobierno fuera de centro-derecha; en ese caso, a pesar de que no tengo la menor duda que la gestión habría sido mucho mejor, la izquierda patria, como ya hizo en otras ocasiones, hubiera montado ‘la marimorena’ y, casi con seguridad, a los muertos por la pandemia habría que añadir los fallecidos en las revueltas, amén de otras calamidades.
La situación económica durante este bisiesto de marras está siendo catastrófica y va a peor; sectores tan importantes como la hostelería y el turismo están prácticamente en quiebra"
La situación económica durante este ‘bisiesto de marras’, como se puede suponer, está siendo catastrófica y va a peor. Gracias a la tan criticada reforma laboral del Sr. Rajoy, se contuvo momentáneamente la supervivencia de muchas empresas y de puestos de trabajo, pero sectores tan importantes para nuestra economía como la hostelería y el turismo están prácticamente en quiebra técnica.
Los fondos europeos prometidos, aún no han llegado y no parece que vayan a ser suficientes, amén de que tampoco creo que vayan a ser utilizados convenientemente, teniendo en cuenta la ‘clarividencia’ de este gobierno.
Todas las actividades públicas y privadas se han visto afectadas de una u otra manera; algunas se han reintentado y adaptado a las circunstancias, mientras que otras simplemente han desaparecido. La cultura y el deporte están bajo mínimos al no poderse acceder a los eventos de forma presencial y tener que conformarnos con hacerlo a través de los medios de comunicación. La capacidad económica del deporte profesional se ha resentido y está siendo muy complicado pagar a los profesionales unos sueldos que, a todas luces -e independientemente de las circunstancias-, eran y son totalmente disparatados, lo que lleva a que algunos clubs estén cerca de la bancarrota si esto sigue así.
Los chinos nos han hecho la puñeta, no sabemos si intencionadamente o no, aunque yo del comunismo, sea oriental u occidental, me fio más bien poco"
Nuestra vida ha cambiado, de eso no hay duda. Este año, que está a punto de finalizar, ha puesto al mundo patas arriba. Los chinos nos han hecho la puñeta, no sabemos si intencionadamente o no, aunque yo del comunismo sea oriental u occidental me fio más bien poco. Lo cierto es que lo que está ocurriendo da pié a todo tipo de teorías conspiradoras, unas más creíbles que otras. El virus en cuestión tiene una mala uva tremenda; afecta a nuestro organismo con una sofisticación que asusta; el contagio por vía aérea nos hace especialmente vulnerables y los síntomas son tan variados que nos van a volver a todos hipocondriacos.
Lo que está claro es que la humanidad es tremendamente vulnerable y, a pesar de los adelantos tecnológicos de todo tipo, ‘un triste virus’ es capaz de meternos en casa y paralizar la economía mundial. La sanidad no estaba preparada para un acontecimiento como este, aunque algunos países pararon el primer envite de forma más eficaz que otros. La OMS ha demostrado que, como la mayoría de los organismos internacionales, valen para poco y que esta pandemia les pilló ‘con los pantalones a media asta’ y aún no se los han subido.
En España nos hemos ido dando cuenta que nuestra sanidad pública no era lo eficaz que pensábamos y la primera oleada nos cogió sin medios, con un personal sanitario totalmente desbordado y ‘solo ante el peligro’. Nuestro narcisista gobierno reaccionó tarde y mal y, cuando vieron que la cosa no era como la habían pintado ‘los illas y los simones’, soltaron amarras y le pasaron la patata caliente a las Comunidades Autónomas, que no se las habían visto tan gordas en su vida. Eso sí, minimizaron los efectos, escondiendo fallecidos y mintiendo descaradamente sobre la gestión realizada, cosa que parece que agradece gran parte del pueblo soberano.
La normativa ‘Covid’ está siendo absolutamente caótica. Ante la dejación de funciones del gobierno frente-populista, cada comunidad está haciendo ‘de su capa un sayo’, lo que está llevando a los ciudadanos a no saber a qué atenerse, con la consiguiente incertidumbre e inseguridad. Los preceptos navideños son un ejemplo de la disparidad de criterios entre los gobiernos regionales que da la impresión que legislan a golpe de ocurrencia.
Este ‘funesto bisiesto’, que pasará a los anales de la historia para mal, a lo mejor le ha enseñado al mundo, como decía David Viscott, que «aceptar nuestra vulnerabilidad en lugar de tratar de ocultarla es la mejor manera de adaptarse a la realidad».
Damián Beneyto