La fontanería en las organizaciones | Alberto Astorga
La fontanería de las organizaciones
ALBERTO ASTORGA
Mucho se habla, aunque no sea abiertamente, de la fontanería en las organizaciones, de las que, la ‘fontanería política’ sería paradigmática y modelo de funcionamiento. Pero, aunque no se detalle qué es y en qué consiste y solo se hagan someras y genéricas referencias sobre ella, todos sabemos que está ahí, que funciona y que sirve para tomar decisiones concretas, orientar la acción de las organizaciones y servir tanto a la organización interna como a sus relaciones externas. La ‘fontanería política’ no es un mito, sino una realidad siempre presente en todos los partidos políticos y en toda organización. Se tiene la imagen de que se trata de una actividad oscura y, por extensión, sucia. Una actividad que gestiona apaños y manejos espurios que, para su buen término, no pueden salir a la luz mientras se está fraguando. Pensamos en ella como fontanería de ‘aguas residuales’ más que como conductora y reparadora de aguas potables.
Sin embargo, llama la atención que, pese a la familiaridad con que utilizamos el término, los buscadores de Internet – he buscado ‘fontanería política’ en Google- facilitan escasas referencias que en poco o en nada aclaran su funcionamiento. Se habla de los ‘fontaneros de la Moncloa’; se ve la mano de la ‘fontanería’ política en distintos ámbitos; se reconoce el necesario ‘trabajo de fontanería previo’ o califican como ‘fontanero político’ a personajes ‘secundarios’ de los que ‘se sospecha realizan algo más’ que la denominación del puesto que desempeñan.
Muchas negociaciones fracasan porque se retransmiten; otras llegan a buen fin porque son tratadas de forma discreta por los fontaneros de las organizaciones"
Pero tiene su justificación, pues todos somos conscientes de que determinadas negociaciones no hubieran sido exitosas si hubieran sido retransmitidas en directo y que, precisamente otras, por haber sido públicas, han finalizado en fracaso al provocar que sus protagonistas radicalizasen sus posturas o que intervinieran terceras personas que nada tenían, en principio, que ver con el asunto. Una exigencia de transparencia total puede paralizar la acción de las organizaciones e, incluso, saborear sus resultados y llevarlas al fracaso.
Hablar de ‘fontanería’ en política es hacer referencia a los entresijos de las negociaciones que muchas veces se realizan de forma discreta, o incluso oculta, para garantizar el buen fin de lo que se tenga por objetivo.
Para que un aparato político desempeñe su actividad con eficacia, es necesario que cuente en su engranaje organizativo con un buen equipo de fontanería política, que sepa negociar y que lo haga con discreción. En sentido figurado, un fontanero político es la personas que está especializada en el funcionamiento de aquellas cañerías por donde circula el poder.
Unas veces trabajará con la red ‘potable’, mientras que en otras se tendrá que dedicar a la red de ‘residuales’, para tratarla o depurarla con garantías. La dedicación al mantenimiento y a la reparación de toda esta red de tuberías que acompaña al poder es lo que se ha venido en llamar ‘fontanería política’.
Analizando la actividad pública de los partidos y organizaciones podemos detectar dónde han tenido lugar actividades de fontanería, aunque difícilmente llegaremos a saber con seguridad si han sido necesarios trabajos en la red de abastecimiento, en la de residuales o en ambas.
Que Pedro Sánchez llegue a un Congreso Federal colocando a ciertas personas en ciertas áreas, es un resultado que ha necesitado trabajos de fontanería política, pues ha de ‘casar’ intereses y vetos en beneficio del acuerdo en la organización.
Unas veces habrá que gestionar con 'agua potable', otras, sin embargo, tendrán que ensuciarse en gestiones de 'depuración de aguas' residuales"
Y es cierto que algunas veces los procedimientos seguidos no han sido ‘muy elegantes’ ni han guardado las mínimas formas que se podría haber esperado. Muchos ‘procedimientos tradicionales de negocación’, mediación o ‘fontanería’, están llamados a desaparecer, pues sus actores saben, o ya deberían saber, que muchas cosas terminarán por conocerse. Todos deseamos que la transparencia sea el principio básico, pero, no nos engañamos, en la política, con en tantas otras actividades humanas, sigue siendo necesaria la distinción entre lo que se produce en el ‘escenario’ y lo que sucede ‘entre bastidores’. Pero en beneficio de la propia política, cuidar que aquello que se gestiona entre bastidores pueda ser posteriormente visto a la luz.
Los llamados fontaneros, que no son más que profesionales de la negociación y de la intermediación, deben actuar, y están obligados a ello, con honradez, sinceridad y valores éticos. Por ello, la legalidad, la legitimidad y la limpieza en los distintos ‘trabajos’ de fontanería, no deben nunca vulnerar los valores de la sociedad en la que desarrolla su acción, pues será esa sociedad, si llega el caso, quien juzgará sobre ella.
Alberto Astorga