Nadie es responsable | Alberto Astorga

Sep 7, 2016

Nadie es responsable

 

ALBERTO ASTORGA

Han pasado los meses de julio y agosto. Sea por los calores o por el aburrimiento acumulado, seguimos todavía, desde hace meses, presenciando el lamentable espectáculo que nos brindan nuestros estimados políticos. Desde las segundas elecciones generales que se celebraron el 26-J, tiempo ha habido para que cada cual asuma sus responsabilidades y se pongan de acuerdo en quién formará gobierno. Y esa simpleza, no parece poco.

Tras meses ‘mareando la perdiz’ lo único que se les pudo ocurrir tras el 20-D fue volver a convocar elecciones para que los ciudadanos repensáramos qué hicimos mal para haber elegido a semejantes representantes cenutrios. Primer ‘yo no he sido’. Paradójicamente, como los partidos politicos no hicieron satisfactoriamente su trabajo, fuimos los ciudadanos de a pié los que ‘no debemos saber elegir correctamente’, quienes tenemos que volver a opinar para saber si la opinión está bien.

Repetimos nuevamente. Con pocas ganas y mucho voto por correo para ganar en comodidad y no tener que sacrificar un domingo más en este teatro. Y el resultado, obviamente, fue similar, sino igual. ¿O alguien se cayó del burro?

¿Cómo no iba a serlo si se presentaban las mismas candidaturas, las mismas personas en todas y en cada una de las circunscripciones electorales, con los mismos programas, discursos y líderes? ¿cómo esperan que a estas alturas alguien se caiga del burro? De aquellos polvos, estos lodos.

Tras la fallida investidura de Mariano Rajoy, el país sigue, ellos siguen y nosotros seguimos. Tal y como estábamos en diciembre pasado. Los mismos, lo mismo. ¿Quien tiene la culpa de lo que está pasando?

La persistencia de Pedro Sánchez en el 'no es no' es incompatible con evitar unas terceras elecciones"

Nadie es responsable de que estos no se pongan de acuerdo - Alberto Astorga

Esa es precisamente la cuestión. Nadie se hace responsable, nadie tiene la culpa. Segundo ‘yo no he sido’. Eso es lo que nos dicen, pero podemos constatar que no todos los actores cumplen con el papel asignado en la obra. Hay distorsiones extrañas. Que el Partido Popular y Ciudadanos pacten, parece normal, casi tan normal o más a que lo haga Ciudadanos con el PSOE. Ya no lo parece tanto que alguno de estos alcance algún tipo de acuerdo con ese ‘revival’ comunistoide que se alimenta de las crisis personales.

Lo que se hace raro es que sea el PSOE el que ‘cierre puertas’ a cualquier diálogo, parapetándose en el ‘no es no’, sin aportar ningún otro argumento mejor. Quizá no lo tiene. Pero más extraño parece que empecinadamente Pedro Sánchez, paralelamente al ‘no es no’ a Rajoy, pretenda alcanzar alternativas imposibles entre aquellos cuyas fuerzas y credibilidad van menguando de elección en elección. Si un candidato que alcanza 170 votos de apoyo entre los Diputados en el Congreso es inviable, ya me dirán qué futuro le espera al que, partiendo de 85 diputados, tenga que aunar un puzzle ideológico de imposible o difícil encaje. Es una evidencia que esa persistencia en que se ha encastillado Pedro Sánchez, y con él el PSOE, es incompatible con evitar unas terceras elecciones.

Me pregunto... ¿cambiarán al menos las listas electorales, los programas o los líderes, algo que pueda hacer que reconsideremos nuestro voto?"

Si, por otra parte, la responsabilidad última de la situación actual fueran los intereses electorales en Galicia o en el País Vasco, deberíamos cuestionar a aquellos partidos que ponen por delante del interés general de los ciudadanos del conjunto de España, los intereses de sus propios partidos en la gobernabilidad de algunas comunidades autónomas.

¿Recuerdan la canción infantil? ‘Una señora iba de paseo, rompiendo los faroles con su sombrero…’ Al final de la canción, ella, la señora del sombrero no era culpable de romper farolas; ni siquiera su ‘plumita’; era ‘su piojito’. El piojito de tanta repetición electoral y del estancamiento de la gobernabilidad de nuestro país es del vil elector. De ese personaje de ‘pocas luces’ que se empecina en votar lo que no debe, que no tiene criterio ni opinión válida. ¡A ver si aprendemos a hacer las cosas bien, catetos!

Me pregunto, ¿cambiarán ahora al menos las listas electorales, los programas o los líderes? ¿aportarán algo nuevo para que nos hagan reconsiderar nuestro voto?

Si al final se alcanza un acuerdo -que espero que sí- se olvidarán otras circunstancias, porque tendremos objetivos y metas nuevos en las que centrar los esfuerzos del país. La insistencia, la perseverancia, el interés general, el convencimiento de que España no se merece lo que está sucediendo, harán olvidar el ‘charco’ donde llevamos entancados demasiado tiempo. Lo hecho hasta ahora por unos y por otros será valorado de forma más severa en las próximas elecciones.

Alberto Astorga

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